—No estaba escuchando, solo pasaba por aquí—digo y continuó mi camino, pero en un movimiento rápido atrapa mi codo en su mano.
—¿Qué escuchaste, Delaylah?—inquiere, mientras aprieta un poco más fuerte mi brazo.
—¡Suéltame, me estás lastimando!—le aviso.—, No escuche nada, solo pasaba por aquí.
—¡Mentirosa!—ejerció más fuerza, mi brazo quemaba.—, Dime la verdad o no te soltaré.
—¡Déjame en paz!—volví a gritarle, en eso la puerta se abre.
—¿Qué está pasando aquí?—habla Valentín con ese carácter característico que tiene.
—Tenemos una entrometida—dijo por fin soltándome.—, Ha estado espiándote.
—¡Que no soy una entrometida! No escuchaba nada, solo venía pasando por aquí—digo mientras me cruzo de brazos.
—Valentín, no sé de que hablabas por teléfono, pero está a estado escuchándolo todo. A través de la puerta.—le cuenta.
¿Por qué tanta angustia de que escuche sus conversaciones? No digo que este bien escuchar conversaciones ajenas, es solo que ellos son un enigma y yo necesito resolverlo. Además, podría averiguar que es lo que están planeando para mí.
—Dime la verdad, Delaylah. ¿Estabas espiándome?—pregunta Valentín.
—¡Que no! solo pasaba y casualmente me detuve aquí. Quería esperar a que salieras para preguntarte algo.—digo intentando sonar sincera.
—Bien, entonces. ¿Qué querías preguntarme?—inquiere serio.
¿Y ahora que le pregunto? Piensa rápido Dela, algo debes pensar.
—Quería pedirte mi teléfono devuelta—Digo rápidamente, soy ingeniosa, lo se.—, Necesito comunicarme con Moni.
—Primero ¿Qué te hace creer que confió en ti como para devolverte el teléfono? y segundo, ¿Quién es Moni?—inquiere y se cruza de brazos.
—Es mi mejor amiga, necesito hablar con ella.—expongo.
—¿Y qué es tan urgente, que necesitas hablar con ella?—vuelve a preguntar.
—Es algo privado—digo seriamente.
—¿Tú hablando de privacidad, cuándo no respetas la mía? ¡Pero que irónica!—se burla-.
—¿Solo podrías responder si me lo devuelves? Y ahorrarte toda tu burla.—insisto.
—Tienes prohibido salir de está casa, mucho menos usar un teléfono.—ordena.
—¿Por qué siempre es tan mandón? Que carácter que tiene este hombre, todo es no, esta prohibido, no puedes. ¡Que ya pare!—digo.
Y sí la he cagado, pensé en voz alta y me ha escuchado todo, muero de vergüenza. Así que opto por huir, pero me detiene tomándome por el brazo. Si siguen así, mi pobre brazo se me caerá.
—¿Eso es lo que piensas de mí?—pregunta de cerca.
—Sí, es lo que eres; un mandón.—digo cruzándome de brazos.
Se ríe y creo que es la primera vez que lo veo y escucho reírse, el condenado es realmente guapo mientras sonríe.
—Eso dices porque no me conoces.—dice y se da media vuelta para irse. Mientras tanto se aparece Lena, nuevamente.
—¡Te estaba buscando, debemos irnos!—exclama con emoción.
—¿A dónde se supone que te la llevas, Lena?—reclama con molestia Valentín.
—Ya te lo dije, iremos a la reunión del club.—explica. El le da una mirada cargada de desaprobación.
—Y te dije que no, ve con tus amigas. Ella se queda.—le reta, Lena rueda los ojos y vuelve a insistir.
—¿Por qué no? ¡Ni que fuera una prisionera! Déjala que me acompañe.—insiste con intensidad.
—¿Podrían dejar de hablar de mí como si no estuviera aquí?—me defiendo—, Además ya le dije que iríamos y tu—digo señalando al rubio—, Deja de decirme lo que tengo que hacer, no eres mi padre.
Tomo a Lena del brazo y la halo para salir de la vista del rubio, el no hace ningún movimiento. Se queda petrificado ante mi respuesta. ¿Qué pensó que era sumisa? Esa Delaylah murió hace 8 años. Por otro lado Lena esta en sumo silencio, salimos al jardín y veo todos sus autos, tienen muchos ,demasiado diría yo.
—Eso fue épico, jamás en toda mi existencia había visto que Valentín se quedara callado ante alguien.—rompe el silencio Lena, sonrió un poco.
—Estoy harta de que me prohíba todo, si no quiere que este aquí, que me devuelva a donde pertenezco.—dije encogiendo mis hombros. Subimos a una camioneta negra, con las ventas y vidrios blindados. Un grandulón conduce y el otro nos abre la puerta. Subimos al mismo tiempo y comienza a conducir.
—Y...bueno, ¿A dónde quieres ir primero, al salón o de compras?—inquiere cambiando el tema evidentemente.
—Al salón, así luego nos vamos de compras y salimos ya vestidas.—digo.
—Ingeniosa, me encanta—responde contenta.
Llegamos al salón, nos atienden dos chicas diferentes, me pregunta si deseo algún cambio de estilo y luego de pensármelo un momento, decido que me vendría bien, un cambio de Look. La chica contenta, trae sus utensilios y comienza su labor.
.Luego de horas, ya tengo mi cabello con estilo diferente, ya no es liso como antes y de color caramelo. Ahora es color cobrizo, casi rojo. Me encanta, seguidamente me maquilla y quedo preciosa. Nunca me había arreglado tanto, ni mucho menos teñido el cabello.
—¡Guau! ¡Quedaste fantástica!—halaga Lena.
Le echo un vistazo y ella no cambio mucho, solo se maquillo en exceso, coloco extensiones en su cabello y lo rizo un poco.
—Tú también luces muy bien.—le devuelvo el halago.
Salimos del salón y vamos a unas tiendas, me invita a probarme muchos vestidos, pero ninguno logra convencerla, a mi me gustan todos, porque jamás use uno. A pesar que tenía muchos, usarlos y que estuviera cerca de mí Javier, me hacia sentir expuesta hacia el.
—¿Qué tal este?—digo enseñándole un vestido tipo coctel, largo hasta mas arriba de la rodilla El color era un carmesí bastante elegante, tenia decoración plateada que le hacia resaltar aun mas.
—Querida, ese es el vestido perfecto. ¡Fue hecho para ti!—aduló nuevamente.
—Muchas gracias, me haces sentir bonita.—respondo.
Sea de mentira o de verdad, el salir de esta manera con Lena ha llenado esa parte de mi que no viví por miedo, la de salir con amigas a fiestas. La de irnos de compras, conocer chicos, etc. Quizá ella solo este siendo amable para ganarse mi confianza y luego dañarme, o quizá al ser la única chica en esa enorme casa, se sienta sola y haya encontrado compañía en mi.
—Tú no te quedas atrás, estas increíble. Te sienta muy bien el color azul marino.—le devuelvo nuevamente el halago.
—Gracias, ¡Ya vámonos se hace tarde!—dice.
Asiento y le entrego el vestido a la chica para que le saque la etiqueta, Lena hace lo mismo y cancela de los dos vestidos, así como hizo en el salón. Yo me ofreciera a pagar, pero no podría pagar ni siquiera la etiqueta de uno de estos vestidos. Además no tengo nada de mis cosas.
Nos devuelven los vestidos ya listos para ponérnoslos, lo hacemos y también nos ponemos los zapatos. Después subimos a la camioneta y nos vamos a la mansión a buscar los pases que ha dejado Lena. Al llegar decido esperarla en el auto.
Llega otro auto un deportivo color azul, se estaciona alado del que estoy y de él baja Valentín. Me queda viendo fijamente e intuyo que es por lo de la tarde, lo que le dije antes de irme con Lena.
—Bájate Delaylah, déjame verte.—dice sin apartarme la vista de encima.—, Sal del auto.
Abro lentamente la puerta y saco un pie primeramente, aún me cuesta un poco caminar con estos zancos, digo tacones. Me poso delante de él y los nervios invaden de mi ser, me mira con admiración y mucha lujuria. Repasa cada parte de mi cuerpo con suma atención hasta hacerme erizar la piel, me siento un poco incomoda.
—¡Vaya, estás divina!—dice finalmente y me sonrojo un poco.—, Me gusta lo que has hecho con tu cabello.
—Muchas Gracias, Valentín.—me limito a contestar.
Sus ojos brillan como una piedra brillante, comienzo a sentir un poco de calor, por lo que aparto la mirada. Curiosamente Lena me salva de esta caliente situación, más oportuna no pudiste ser.
—Ya los tengo, vámonos.—avisa.—, Ah, hola hermano.—saluda y subimos al auto.
Valentín sigue sin quitarme la mirada de encima cosa, el chofer por fin arranca y siento un extraño alivio, miro por la ventana y sigo sintiendo la mirada penetrante de él. Llegamos al recinto y los grandulones se bajan del auto, parecen inspeccionar la zona y luego le hacen una señal a Lena de que podemos bajarnos. Al hacerlo muchas miradas van dirigidas hacia nosotras, cosa que me hace incomodar, detesto llamar la atención, peor si es de hombres.
Caminamos por la alfombra azul hasta llegar a la entrada, allí un fotógrafo nos hace posar y nos toma muchas fotos, me siento toda una celebridad, rio con gracia mientras disfruto del momento. Luego entramos y es un gran salón, como imagine todo es lujoso, desde el piso hasta las lámparas.
Nos acercamos a una mesa y Lena me presenta a sus amigos y su novio, para mi sorpresa todos son hombres y solo una mujer. ¿Acaso Lena no tiene amigas? Nos sirven aperitivos mientras están preparando la gran cena, me sirvieron otra vez muchos cubiertos, así que decido mirar a Lena y copiar sus movimientos.
La música hace vibrar mi cuerpo, esa es la canción de Moni, siempre la bailaba como loca en la cocina de la cafetería, la extraño. Comienzo a aburrirme de tantos formalismos y creí que sería algo mas divertido.
Entonces entran Valentín y Dmitri por la puerta, con sus trajes perfectamente planchados, robando miradas y suspiros de las chicas, caminan hacia nosotros y me entorpezco. La escena del jardín esta en mi mente como un recuerdo latente, por lo que verlo caminar hacia nosotras me hace poner mal la copa, provocando que caiga al suelo. Y se rompa, el sonido ensordecedor del cristal quebrándose llama la atención de todos. Hasta que se centran en la comida que para mi suerte ya fue servida.
—¿Nerviosa, Delaylah?—pregunta Valentín sentándose a mi derecha.—, Me causa gracia que mi sola presencia, te haga entorpecer.
—¿Quién dice que estoy nerviosa? Eso fue un accidente—me defiendo.
—Claro, como digas.—responde cortante y toma su cubierto para probar la comida, copio sus movimientos y ocupo los mismos cubiertos.
Al terminar la cena, colocan una canción lenta bastante bonita, muchas parejas salen a bailar incluida Lena y su novio. Un chico castaño se acerca a invitarme y estaba por aceptar hasta que fui interrumpida.
—No, ella no esta a tu alcance—advierte Valentín.
Frunzo mi ceño con molestia, ¿Qué intenta, arruinarme la noche?.
—No le hagas caso, es mi primo celoso.—digo ocurrente, el me mira con sorpresa y a la vez con gracia, supongo que no se esperaba eso.—, Vamos, me encantaría bailar contigo.
Acepto la mano queme había ofrecido y me pongo de pie, le echo una mirada a Valentín y esta algo enojado. ¿Acaso esta en esos días de hombres? Porque si, ellos también tienen sus días.
Bailamos una larga canción hasta que me canso y no deseo bailar mas, pero el chico sigue insistiendo.
—Mi turno, sal de mi vista—le ordena al chico.
—¿No re rindes, verdad?—le pregunto.
—Con que primos, ¿eh?—dice y vuelve a sonreír. Merezco un premio le hecho sonreír dos veces en el mismo día a Valentín Ivanov. —, Me divierte tu ocurrencia, eres ingeniosa y valiente. Porque créeme nadie me enfrenta de la manera que lo hiciste hoy en la tarde y sale vivo para contarlo.
Me rio de su comentario, queriendo creer que es mentira, que solo divierte y no realmente es esa clase de persona. Seguíamos moviéndonos de lado a lado, disfrutando de la música. Cuando de pronto las ventanas del salón explotan, los vidrios se destrozan en mil pedazos, Valentín inmediatamente me cubre con su cuerpo y nos tira al suelo. Veo por encima del brazo como unos hombres armados entran al salón y comienzan a disparar, seguidamente los grandulones entran y comienzan a dispararles también, mas hombres llegan y hacen una especie de pared para protegernos, nos ponemos de pie.
—Román, tú llévate a mi hermana y a ella la mansión—ordena a un hombre.—, Dile a Dmitri que los enfrentaremos para que no los vayan a seguir. ¡Rápido!
El grandulón me jala de mi brazo y me empuja hacia una puerta trasera que no me fije que había, otro hombre trae a Lena, esta llorando. La tomo del brazo y le aprieto un poco. Nos suben a una camioneta blindada y conducen a toda velocidad, lo raro es que no nos llevan a la mansión, recuerdo perfectamente el camino que seguimos cuando me llevaron por primera vez y este no es.
¿A donde nos están llevando?