¿EMBARAZADA?

2830 Words
NARRA ESMERALDA Había encontrado mi lugar seguro y ese era el poder abrazar y dormir sobre el pecho de Máximo. Amaba como Max me hacía sentir cuando estaba con él. Sus manos, su cuerpo, su voz de mando que eriza mi piel e hipnotiza mi cuerpo volviéndome su sumisa. Disfruté demasiado de su arranque de celos contra Peter, me mordí el labio para aguantar la risa a la misma vez para no confesarle que Peter era gay. Me dolió mucho verlo partir y quedarme sin el calor de sus brazos, pero me sentir ansiosa de poder decir que lo iba a poder ver al día siguiente. —¡Dios santo! Ese hombre no te dejó ir sin rebote —mencionó cuando me reuní con él para cenar. Morí de la risa ante su comentario. Nos había reunido para cenar en el restaurante del hotel. —¿De qué te sorprendes? Si fuiste tú el primero que dijo que me deje dar como cajón que no cierra —Asintió contrayendo su barbilla y ambos reímos. —Tienes razón, yo más creo que es por lo que me ha pasado con Lucas que me he vuelto un poco sarcástico y hasta amargado. Tengo que superar todo esto y lo haré Esme, te lo juro, en especial por que aplicaré la de un clavo saca otro clavo —dice dejándome algo sorprendida. —Ahora soy yo quien te recomienda no irte por ese camino. No dudo que puedas superar a Lucas, pero no es la manera correcta y lo sabes. Eso solo puede traerte mucho más dolor y tristeza. No lo harías con la intención de superar y eso tú y yo lo sabemos —comenté y el suspira ante mi comentario. —Odio que me conozcas tan bien, agradezco poder tenerte como mi fuente de trabajo y mi amiga —dice poniéndose sentimental. Recuerdo que Max me dijo que mañana no podría salir con Peter así que eso me recuerda que tendré que hacerlo ahorita mismo. Miro la hora en mi teléfono y me percato que no son ni las 8 de la noche. Por ser Dubai tiene que haber algún lugar como los que necesito abierto. —Sabes que has sido mi cómplice, compañero y consejero por muchos años, ya. No te quiero solo por ser mi guardaespaldas y mi mano derecha en los negocios. Te quiero como un hermano, Peter. Eres el hermano más cercano que tengo en edad y cercanía. Porque no puedo con la idea que mi sobrina Aitana sea mayor que yo por unos meses y que yo sea dos meses menor que mis sobrinos Liam e Ian —comenté ganándome un puchero de su parte. —Ya lo sabía, preciosa —comenta lanzándome un beso. Me levanté para ir al baño y me fui directamente a la recepción del hotel a preguntar sobre mi posible idea de sorprender a Peter. Para mi buena suerte, el hotel ofrecía todos estos servicios y tenían un Lamborghini Revuelto un nuevo modelo hibrido que viene a revolucionar los autos de nueva generación. Lo iban a tener listo para mí en una media hora. Les dije que me encontraba en el restaurante que si podían hacerme saber cuándo estuviera listo a lo cual la chica asintió amablemente. —Tardaste mucho para ir al baño, estaba por levantarme e irte a buscar —negué y sonreí encogiendo mis hombros. Terminamos de comer entre pláticas sobre Max, Lucas y lo mal que puede terminar enamorarse. Me da mucho miedo pensar que algo como eso me puede llegar a pasar si Max no es el hombre correcto. No quiero pensar en la posibilidad de algo como eso. Solo de pensarlo siento un enorme dolor en mi corazón. La amable señorita que me atendió en el recepción se acerca a nuestra mesa. —Señorita, ya está listo lo que nos pidió —dijo con una sonrisa. —¿Que pediste? —pregunta con la ceja alzada. Le sonreí en respuesta. —Ya lo veras querido, ya lo veras —comenté cuando nos pusimos de pie. Caminamos hasta el vestíbulo del hotel donde me esperaba la misma joven, con un señor en una túnica negra con detalles dorados. —Tenemos su pedido, señorita —comenta el hombre muy alegre entregándome un diminuto auto color naranja. Me volteo a Peter, quien esta con la boca abierta. —Muchas gracias, señor —le respondí a la misma vez que tomaba el pequeño auto de su mano. Ellos se retiran dejándome con un Peter completamente sorprendido. —¿Lo manejas tu o lo manejo yo? —pregunto poniendo la llave frente a él. No duda en verla y en quitarla de mi mano. —Bienvenido a la experiencia Dubai al estilo Esmeralda Galeano, mi querido Peter. Vamos, que no solo tu cumplirás uno de tus anhelos. Yo una de mis más extrañas fantasías correr en un auto deportivo por el desierto, aunque en mi fantasía era en el atardecer, hoy, lo haré de noche y a lado de mi mejor amigo —dije y pude ver la emoción genuina y sincera en su rostro. —Eres la mejor mujer que conozco Esmeralda. Enserio deseo que tu relación con Max salga a flote y sea hermosa. Porque si a ese desgraciado se le ocurre hacerte algo malo, te juro que no me temblará el pulso para asesinarlo —comenta y yo me siento un poco ansiosa ante su comentario, porque estoy segura de que cumplirá con su palabra si algo malo llegara a suceder entre Max y yo. Una cosa muy peculiar que si puedo asegurar de Peter es que muchas veces sus palabras pueden ser bromas bañada de verdad. Asentí nada más sin dejar de mostrar una enorme sonrisa en mi rostro. Salimos hasta donde nos habían indicado que estaba estacionado el auto y parecíamos dos pequeños adolescentes peleando por quien corría y llegaba más rápido hasta el auto. Nuestra aventura duro aproximadamente 3 horas hasta que le pedí a Peter venirme a dejar a mi habitación ya que me sentía algo cansada. Por otro lado, él aprovecharía un poco más el tiempo con el auto y saldría a explorar algo de vida nocturna en Dubai. Me encargo de recordarle las leyes por las que se rige esta ciudad y que no deseó que se meta en problemas. Al mismo tiempo que le dije que disfrutara de su carro por los próximos 2 días. Me doy un baño relajante, coloqué mi pijama de algodón y recosté un momento para revisar algunos correos de la compañía. Me puse de pie a buscar un poco de agua y escucho el sonido de la puerta de mi habitación abrirse. Me pongo en alerta y camino hasta mi cartera donde ando una pequeña pistola. Afortunadamente estaba pasando por la pequeña mesa de la entrada donde había dejado mi abrigo y mi cartera. Saco el arma de mi cartera y me acerco a la puerta, la cual se va abriendo lentamente. Apunto a la espalda de la persona y esta se da vuelta al notar mi presencia. Esos ojos azules que me han hechizado me miran con una insidiosa sonrisa. —Me encanta como estabas preparada para disparar principessa. Debo de admitir que estoy excitado al verte vestida así y con una arma en la mano. Sin embargo, lo único que quiero hacer en este momento es castigarte por haber salido con ese tal Peter, cuando te dije que no te quería con él. Solo por eso no dormirás en toda la noche hasta que aprendas a obedecerme. Tu eres mía Esmeralda, grábatelo muy bien en tu cabeza, mía. Si hace un rato no te quedo claro, haré que eso cambie —dijo el mientras trajo su mano hasta donde estaba sosteniendo mi arma y la baja para luego quitarme el arma de las manos. La deja sobre la mesa y sin previo aviso se acerca violentamente a mí y rompe mi pijama. Fue un momento jodidamente ardiente. Sus ojos chocan con los míos y pude ver como se relame los labios al ver mi cuerpo completamente desnudo ante sus ojos. —¿Preparada para mí? —Me pregunta levantándome por mis muslos, haciendo que rodee su cintura con mis piernas. Pega mi espalda a la fría puerta haciendo que deje salir un leve quejido. Me presiona a la puerta este un beso demandante siento sus manos desabrochar su pantalón. Sin juego o estimulo previos entro en mí de una sola embestida. —Aaah, Max —Grité al sentirlo en lo más profundo de mí, sin pasar desapercibido el leve ardor de mis pliegues por la actividad de casi todo el día. —Deliciosa y mía. Dime, Esmeralda. ¿A quién le perteneces? —preguntó con su respiración entre cortada, embistiendo con fiereza. Estaba super concentrada en lo que mi cuerpo estaba sintiendo que no le logre responder en ese momento. Una leve y deliciosa nalgada me trajo de vuelta de mis sensaciones. —¿A quién le perteneces, principessa? —volvió a preguntar. —A ti, soy tuya Max. Soy toda tuya mi amor —respondí entre jadeos y nuevamente me trajo con el sin separarse o salir de mí. Caminamos hasta la orilla de la cama donde él se recostó y tomo firmemente mis caderas. —Muéstrame que tan mía eres cariño. Monta mi polla como la diosa que eres —me ordena utilizando esa voz que me pone de rodillas. Nos perdimos en nosotros mismos por un tiempo más. Hasta que me quede rendida y completamente satisfecha sobre el pecho al que ya había bautizado y considerado mi nuevo hogar. Los días fueron pasando y se convirtieron en 3 meses, miraba a Máximo una, dos o hasta tres veces a la semana debido a los viajes de negocios de ambos. Muchas veces nos reuníamos en otro país y nos escapábamos a la playa, bar o restaurante. Mi relación con Máximo iba siendo cada día más y más seria. El sexo solo iba mejorando conforme pasaba el tiempo. Hasta el océano ya había sido cómplice de uno de nuestros encuentros. Me hacía sentir tan llena de vida vivir todas estas aventuras con Máximo, que muchas veces se me pasaba por alto el hecho de que mi corazón podría tener fecha de caducidad. Que pasaría hacer solo una persona más que a una edad tardía experimento muchas emociones, pero antes de morir podía decir que conoció el amor. —Esmeralda, en una semana espero que no estes ocupada. Es el cumpleaños de Guillermo y me gustaría que estuviéramos todos para agasajarlo —comenta mi madre y asentí en respuesta. —Claro que si mamita, hermosa —le digo dándole un sorbo a mi jugo de naranja. Con la sonrisa con la que me levanto después de haber hablado con Máximo por la noche. —¿Me dirás que te tiene tan feliz últimamente? —me pregunta ella contagiada de mi alegría. —¡Muy pronto lo sabrás mami! —le digo poniéndome de pie muy rápido y comienzo a sentir que mi corazón martilla fuerte en mi pecho como si hubiera hecho alguna rutina de ejercicio, causando que el aire me falte por un momento. —¡Esmeralda! —escucho a mi madre gritar. —Estoy bien, mamá. Creo que me puse de pie muy rápidamente —le dije y ella negó. —No, eso no es normal. Ahorita mismo llamo a programar una cita con tu médico —dice preocupada. —Estoy bien mi bella viejita. No te preocupes por mí que voy a estar bien. No me he tomado mi medicamento desde ayer. Se me olvidó ir o mandar a Peter por ellas a la farmacia. Me la tomo y estaré bien ya lo sabes cómo es esto —le menciono restándole importancia al episodio que me viene a quejando desde hace unos días, junto con mucho cansancio y ansiedad por comer. Ya tenía programada una cita con mi doctor para esta misma tarde, necesitaba saber que estaba pasando conmigo si ya mi corazón estaba diciéndome que ya el tiempo se acerca. Sin embargo, aún no le he dicho a Máximo de mi enfermedad. La verdad es que no quiero que esto sea motivo para que me rechace y ya no quiera estar conmigo solo por estar enferma. Me rompería en mil pedazos que eso pase y que sea por esa razón precisamente. Me despido de mi madre haciendo la promesa de ir hasta la farmacia ahorita mismo. —¿Todo listo? —pregunté a Peter al momento que hacemos la entrada al hospital por la puerta de atrás. Lo seguí y llegamos hasta el consultorio de mi cardiólogo. El hombre muy agradable como siempre hace sus preguntas rutinarias sobre síntomas revisa mi presión y ritmos cardiacos. —Me gustaría hacerte un examen de sangre y otro de orina. Eso me dará un panorama más amplio a si tenemos que hacer algún examen más tedioso en búsqueda de respuesta a esos nuevos síntomas —concluye y una enfermera viene hasta el consultorio y toma una muestra de sangre para luego dejarme un pequeño recipiente para tomar la muestra de orina. Una vez realizada se la entrego y ella se va dejándome sola con una preocupación y una ansiedad por saber si es una progresión a mi dañado corazón. Luego de esperar lo que me parecieron una o dos horas cuando en realidad solo fueron 20 minutos, el doctor aparece por la puerta del consultorio con una cara de muy pocos amigos. Esto si me hace temerme lo peor y hacer la pregunta que muchas veces me hago a mí misma. —¿Cuánto tiempo me queda? —pregunte por inercia, el doctor negó. —Me temo que muy poco si tu corazón y tu cuerpo no logran llevar el proceso a término —comenta dejándome un poco sorprendida. —¿Cual proceso? —pregunto con la ceja alzada. El me entrega una de muchas hojas que tiene en sus manos. —Todos tus exámenes salieron muy bien, menos este —comenta y yo me concentro en leer lo que está frente a mí. Clavando mis ojos a las palabras “Prueba de embarazo: Positivo” subrayado en color fluorescente. —¿Embarazada? Pero… ¿Como si yo tomo mis pastillas anticonceptivas puntualmente junto con mi medicamento? No me he saltado una jamás, doctor —le digo ya con mucha ansiedad acumulándose ante la mención de un embarazo. —Todos los anticonceptivos tienen un margen de error a la misma vez que si las mezclas con tu medicamento o algún otro para curar algo viral su efecto puede ser nulo. Hasta el mismo medicamento antigripal puede ser el encargado de mermar o eliminar el poder del anticonceptivo o esto fue algo más contra la voluntad humana. Volviendo a lo que me preocupa es que como una vez te lo había explicado. Tu corazón en un proceso como este trabaja el doble y por muy sana que estes, tu corazón puede llegar a fallar en algún momento del camino. Me duele recomendarlo, mucho más mencionarlo por mi posición como médico, pero abortar sería una de las mejores opciones para prolongar tu vida —sugiere y con mucho temor e instinto llevo una de mis manos a cubrir mi vientre. Analizo sus palabras y no puedo hacer algo como eso. No me lo perdonaría jamás y tampoco creo que lo haga Máximo si se entera que he tomado una decisión como esa. Negué ante su recomendación. —Hice todo bien y sin embargo este bebé llego a mi vida, no voy a abortarlo, doctor. Seguiré todas sus recomendaciones al pie de la letra, pero, por favor ayúdeme, quiero ver nacer a mi bebé —comenté y el asintió. —Haré lo que esté en mis manos por el momento te enviaré con una colega para que confirme el tiempo que tienes de embarazo y podemos darnos una idea sobre que medicamentos tomar. Solo puedo decirte Esmeralda esto no será algo fácil de llevar —comenta con pesar tomando mi mano. —Lo se, pero ahora que este bebé ya está aquí lo único que quiero es lograr conocerlo aunque sea poder tenerlos en mi pecho por un momento —dije con aflicción ganándome un abrazo de su parte. —Lo harás te lo prometo, pero tienes que comenzar a cuidarte más y tienes que hablarlo con tu pareja y principalmente con tus padres —me dice y yo asentí en su pecho. Me separé y seque mis lágrimas. —No les diga nada a mis padres, por favor. Yo les diré en unos días. ------------------------------ Disculpen los días suspendidos sin aviso previo... estuve de viaje unos días y creí poder escribirles, pero no lo logré. No olviden dejar su comentario y opiniones sobre el capitulo. ------------------ Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2304194085811
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD