ARRASTRÁNDOME HACIA EL ABISMO

1722 Words
NARRA MÁXIMO —Eso no me asusta en lo absoluto, Alexandra. Más bien me causa algo de gracia que te pongas así por las evidentes marcas que una o más mujeres dejaron en mi cuerpo. Cuando tú no eres una inocente paloma. ¿Te duele el querer tenerme en tu cama y no lograrlo? —me reí con tal ironía al verla con su boca abierta y sus ojos destilaban molestia a mas no poder. Me acerqué a ella y la tomé ligeramente del cuello. —¿Que hombre querría estar contigo por voluntad propia después de saber tu pasado como prostituta sin pago? No me causas, pero ni una erección Alexandra. Nunca lograrás mas que este tipos de toques de mi parte. Ya que te interesa en saber sobre la mujer con quien estuve, pues te diré que es una hembra con todas sus letras que me dio el honor de ser su primer hombre y no tienes idea de como me la disfruté —sabía que estaba tocándole los huevos al toro, pero no me importo. No habría manera que llegara hasta Esmeralda. Solté su cuello y me aleje de ella. —Esto no se quedará así Máximo. Te vas a arrepentir de tratarme así, te lo juro —Salió casi corriendo de mi habitación azotando la puerta la cual aproveché a cerrarla con pasador. Suspiré dándome golpes mentales al no saber que estaba pensando al casarme con esta mujer. Volví a mi plan inicial de darme un baño y no pude sacarme de la mente a Esmeralda. Maldije al sentir la dolorosa erección que estaba sufriendo. Es increíble lo que recordar lo que una noche con Esmeralda puede hacer. Nunca me pasó con Lena, pues la tenía cuando quería. Muy extrañas veces nos separábamos, pero no fantaseaba de esta manera con ella. La mañana siguiente llegó y me sentía como un adolescente ansioso por que Esmeralda me llamara. Luego caí en cuenta que yo era el que debía comunicarme. Estaba muy mal al saber que no la tendría por un tiempo a mi lado no podía viajar tan seguido. Luego recordé que en unos días seria el cumpleaños numero 11. Tengo mucho tiempo de no verla. Por su seguridad no podemos vernos tan seguido como me gustaría. Aprovecharé este viaje para ver a mi principessa. Los días fueron pasando lenta y tortuosamente, no podía esperar para verlas. Mi sobrina se había convertido en mi mayor tesoro y Esmeralda ahora era un destello de luz en medio de la tormentosa tristeza que me rodeaba. Hice que Ovidio se desviara directamente al hotel donde mi principessa se hospedaría de camino mire unas flores rojas que gritaban su nombre. Las compre y seguimos nuestro camino ya sabia el numero de habitación donde estaría asi que solo seguí hasta llegar a ella. Al tenerla frente a mi me di cuenta en lo mucho que la eche de menos y lo mucho que la necesitaba. El deseo comenzó a golpearme arrasando con todo a su paso. —Te haré el amor en cada rincón de esta habitación, ¿Que tal si comenzamos por esta pared? —Comenté mientras la arrinconé sobre la anteriormente mencionada al mismo tiempo que la despojaba violentamente de sus ropas. Arranqué su ropa interior provocando gemidos en ella, esos gemidos que no hacen mas que nublar mi habilidad de pensar con claridad. Entre besos y caricias ella mete sus manos entre nosotros. Para liberarme de mi pantalón, ella lo baja, pero se queda en cuclillas viendo maravillada mi polla. —¿Quieres aprender algo nuevo mi principessa? —pregunté mordiendo mi labio inferior. La verdad que no había cosa mas erotica que su mirada viéndome desde ese ángulo. Ella llevo sus manos hasta mi polla y nuevamente nuestros ojos se conectaron. Era mas que visible el fuego que emanaban esos bellos ojos verdes. —¿Esta bien querer llevármelo a la boca, maestro? —preguntó mientras me masturbaba. —Si eso es lo que quieres, puedes hacerlo mi principessa —comenté dejándome llevar por el calor de sus manos alrededor de mi polla. Segundos después ella pasa su lengua por la punta de mi polla al mismo tiempo que un frio recorrió mi espalda. Poco a poco fue metiendo mas de mi polla en su boca y yo estaba conversando con el diablo. Puesto a que esto que siento no es nada como describen como el paraíso o el cielo. Esto es un jodido infierno que me esta consumiendo lenta y dolorosamente. Tomé su cabello como una coleta y la alejé cuando estaba por liberarme en su boca como un adolescente precoz. —Me tienes al borde cariño, pero esto acaba de comenzar y lo que menos quiero es que esto termine —La levanté enredando sus suaves piernas en mi cintura y la tiré sobre la cama. Abrí sus piernas y su coñito me invito a poseerlo y eso hice. Sentí a mi principessa tensarse ante la sensación de sentir mi lengua estimular su botón de placer. —¡Oh Max! —susurró mientras apretaba las sabanas. Mis manos recorrieron todo su cuerpo hasta que los temblores, gemidos y ligeros gritos me anunciaron la llegada de su orgasmo. Sin darle tiempo a que recuperarse, me coloqué rápidamente entre sus piernas y la penetre con fuerza. Haciéndola gritar y rasguñar mi espalda. Comencé a moverme lentamente en su delicioso interior que me estaba volviendo loco al mismo tiempo que devoraba sus labios. De esa manera, sin prisas, sin palabras, entre gemidos, jadeos y besos pasamos unas horas llenas de lo que sea que Esmeralda estaba provocando en mi no podía ponerle titulo. Lo único que si sabia era que estaba arrastrándome hacia el abismo y estaba llevándome a Esmeralda conmigo. —Se que es muy pronto para decir esto y no se si me arrepentiré de decirlo, pero de igual manera lo haré. Estoy enamorada de ti Máximo —confiesa mientras esta recostada sobre mi pecho. Me tensé al escuchar esa confesión puesto que lo que sea que nazca entre nosotros no será mas que esto. Llegará el momento donde me tendré que alejar de ella y cumplir mi venganza. La cual ya no será por los motivos iniciales, será únicamente para poder mantenerla a salvo y lejos de toda esta oscuridad que me rodea. > —Yo también te amo, mi principessa —confesé sabiendo que me estaba hundiendo en arenas movedizas hasta el cuello. Ella levanto su cabeza para verme y pude ver lagrimas llenando sus ojitos. —Sabia que no me había equivocado al esperar por ti —dijo antes de que se acercará a besar mis labios. Nos separamos, ya que mi principessa se subió sobre mi. —A mi también el haberte encontrado. ¿Quiere otra dosis mi bella estudiante? —comente al ver sus intensiones. —¿Que le puedo decir profesor? Ha creado a un monstruo adicto a usted —dice y la manera en como lo dijo y luego sentir sus besos sobre mi cuello, me pusieron nuevamente a mil por hora. No sabia cuando tiempo había pasado. Solo sabia que ya la noche había llegado y que yo debía llegar la casa con mi sobrina. Se lo había prometido y no podía fallarle. —Me encantaría quedarme toda la noche cariño, pero tengo una cena muy importante a la cual no puedo faltar. Volveré mañana y daremos un paseo por el desierto si lo deseas —le ofrecí y ella miro hacia un lado mordiéndose el labio eso solo me hizo dudar un poco. —¿No te parece? —pregunté y ella asintió. —¿Podría ser por la tarde? Me gustaría hacer algo con Peter por la mañana —Ella me miraba como si esperar por mi reacción y es por eso que no le di ninguna. El detalle es que no pude controlar mi puño formarse, listo para ser soltado en la mandíbula del imbecil que siempre anda con ella. —¿Debería sentirme celoso por ese tal Peter? —Comenté provocándole una sonora carcajada. —Para nada amore, de hecho que quiero compensarlo. La noche que pasamos juntos en Zaragoza le costo su noviazgo y anda muy triste. Tenia en mente rentar uno de sus carros favoritos y llevarlo a manejarlo —dice y eso solo hace que mis alertas se disparen, antes no solo la acompañaba ahora es que esta soltero. —No, tu no vas con él. Vendré por ti en la mañana, renta lo que tu quieras, pero no iras con el. Te iras conmigo y no aceptare un no por respuesta —digo cerrando cualquier posibilidad de que salga con ese hombre. Nos despedimos como dos chiquillos detrás de la puerta. Salí rápidamente del hotel y caminé hacia el auto encontrándome con Ovidio quien se cubría la boca para que no reírse. Llegamos hasta la casa y por ser tan tarde el silencio es lo único que me recibe. La enorme sala sentía que estaba por tragarme, la culpa de saber que le había quedado mal a mi sobrina. Fui hasta la cocina, para buscar algo de comer y mire a alguien poniendo palomitas en un tazón. —Buenas noches —salude con seriedad haciendo que la mujer frente a mi tirará las palomitas por todos lados menos en el tazón. —Disculpe, señor —comento asustada. Me acerqué a ella y pude percibir algo familiar en esta mujer. Por mas que la observe no pude identificar si ya la conocía de antes. Su cabello es rubio y rizado, sus ojos son cafés y esta algo subida de peso. Necesito saber como llego esta mujer aquí pues nunca la había visto. Solo sabia que si había llegado hasta aquí era por consentimiento de mi padre. —¿Como te llamas? —pregunté ignorando sus disculpas. —Me llamo Isabella, señor. --------------------------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2304194085811
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