MI MUJER

2033 Words
NARRA MÁXIMO Ver a la chiquilla tomar el arma y dispararla con tal firmeza y seguridad, era como si cada disparo fuese para mí. Matando toda barrera de frialdad en mí, provocando que comience a sentir de nuevo. Puedo sentir mi polla apretándose en mis pantalones. Tuve que disculparme y salir literalmente corriendo del lugar antes de pasar por la vergüenza que la chiquilla esa me mirará con la polla erecta. Caminé rápidamente al baño pues esto era cada vez más doloroso e incómodo. —¿Esta todo bien señor? —Me pregunta Ovidio detrás de mí asentí y entré rápidamente al baño. Trate de respirar —¿Qué rayos me pasa? —solté en voz alta viéndome en el espejo. La verdad es que estoy muy caliente y tenía que liberarme si no sufriré las consecuencias. Justo cuando estaba por comenzar a masturbarme dentro del cubículo, un recuerdo de Lena y mis hijos me llegó. Solo bastó ese recuerdo para que todo en mi mente y cuerpo se desanimara. Recordando que era lo que hacía aquí y que no debía dejarme llevar por mis emociones. Tenía que mantener cabeza fría en todo momento y que todo acto sea premeditado para que no se salga nada de mi control. Después de unos minutos, volví a la zona de tiro decidido a moverme lo más rápido posible con esto. Por ahora solo se iba a firmar un contrato de 30 por ciento de ganancias, pero más adelante iba a solicitar unos cambios. Confiada y envuelta bajo mi dominio ella firmará con los ojos cerrados. > Me sorprendió muchísimo que en mi momento de adular al ofrecerle una cita entre nosotros ella misma ofreciera el mismo beneficio si fallaba o no el tiro. Eso me dio una perspectiva no tan agradable de ella. > Debo de admitir que eso me causó un ligero desagrado y hasta algo de molestia. Acepté la opción que me dio y erré mis tiros a propósito me interesaba no hacer esta situación más larga de lo debido. Pasamos a los negocios después de eso y no podía negar que verla hablar con tanta seguridad me gustaba. Reflejaba lo mucho que tiene carácter y que, aunque tiene cara de ser una niña mimada. Tiene bien puestos los pies sobre la tierra al momento de hablar de negocios. Por un momento la miraba con malicia dándole ese toque de misterio y diversión a la plática. Cuando firmamos el contrato ella se levantó apresurada para irse, no sin antes recordar la cena hecha por mí que debíamos tener por la noche. Intercambiamos números personales y nos despedimos como era debido, dejando esa coquetería y jugueteo para dejarla más deseosa para nuestro encuentro. —Consígueme todo lo necesario para hacer una pasta Alfredo con camarón. Una vez que me consigas eso te daré la noche libre. Así que ve viendo dónde te irás a divertir por la noche —él asiente y pone en marcha el auto que nos llevará hasta el hotel donde nos estamos hospedando. Llegué hasta mi suite y durante el resto del día me inundé en asuntos pendientes que tenía antes de hacer este viaje. Ovidio pasada la tarde trajo todo lo que le había pedido. —¿Necesita algo más jefe? —pregunta viéndome con la ceja alzada. —Si tienes algo que decirme, dilo. Detesto cuando me quedas viendo de esa manera —digo dejando de lado nuestro trato de jefe y empleado. —Nada, solo que tengo mis dudas sobre si lo que está haciendo sea lo correcto. Lo siento, es mi opinión, pero usted es el jefe y quien tiene el control de sus ideas y acciones. Yo solo hago lo que usted me pida —dice bajando la cabeza. —Ovidio, esto es enteramente un negocio y aparte si puedo obtener un beneficio extra no me negaré en tenerlo o recibirlo —digo restándole importancia a sus palabras. —Si usted lo dice señor yo solo comento lo que veo y veo que esa chica le causa algo que ni usted se explica o imagina. No deseo volver a verlo en una situación como la que ya vivió. En este caso puede ser por enamorarse de su enemiga. Disculpe si estoy rebasando mis límites, pero así es como se sintió la tensión entre ella y usted —dice y no volteo a verlo, concentro mi mirada al enorme ventanal frente a mí. —Pues aparte de despertarme la polla no pasó más. Al menos que algo bueno saldrá de esto —voltee a verlo y este solo se encogió de hombros. —¿Ya sabes a donde iras a buscar tu conquista de esta noche? —pregunté para cambiar de tema. Él asintió en respuesta. —Si hay una discoteca muy cerca de aquí. Si me llegará a necesitar estaré muy cerca —comenta haciéndome reír. —No creo que eso sea necesario. Aprovecha a ver que tiene Zaragoza para ofrecerte —este asiente, se despide y sale de mi suite. Tomé mi teléfono y le envié la dirección a la chiquilla. Voy a prepararme cuando veo que se acerca la hora. Preparé todo sobre la encimera en espera de que viniera y me sorprendió muchísimo que fue muy puntual. Estaba en un vestido que acentuaba muy bien cada parte de su cuerpo. No cabe duda de que la idea de hacer esto yo mismo fue pésima. Mis recuerdos buenos con mi madre no paran de aparecer en mi mente, lo que me causo un buen humor. Hasta el punto de mencionárselo a la chiquilla en medio de una conversación sobre su familia y sus triunfos como profesional. Inconscientemente le agradecí por hacerme recordar a mi madre. Después de todo lo que me pasó con Lena y mis hijos lo último en lo que pensaba era en estas cosas como volver a cocinar algo que hacía para mis hijos los fines de semana. Donde siempre dejábamos un desorden en la cocina. Esmeralda se ofreció en varias ocasiones a ayudarme, pero me abstuve de aceptar su ayuda para no dañar o manchar los recuerdos que tengo con mi madre y mis hijos en la cocina. Ella no es nada ni nadie más que una chiquilla que utilizaré por venganza. > Todo estuvo bien hasta que durante la cena me dejé llevar y hablé más de lo que debía con Esmeralda. No estaba en mis planes hablar de Lena y mis hijos. No quería involucrar nada de mi vida personal con ella. Al notar mi error todo se volvió incómodo entre ella y yo. Un silencio muy incómodo se instaló en el comedor. Hablar con Esmeralda fue tan cálido y extraño, jamás había entablado una conversación así con nadie más que con Ovidio y mi padre. Ni Pilo solo se dedica a andar de país en país haciendo su ley. Ella tomó la iniciativa de ayudar con los platos y no se porque no me la pude imaginar lavando los platos. A la misma vez Esmeralda me causaba un gran dilema y era más como un enigma. Pues jamás había pisado territorio enemigo y fraternal a la misma vez. Con Alexandra lo más que compartimos son las visitas que hace Danko donde ambos ponemos cara de soportarnos cuando es todo lo contrario como ya se han dado cuenta. Cuando Esmeralda se quiso despedir sentí un vacío e inconscientemente lo único que quería era que ella no se fuera y que se quedara aquí conmigo. Por instinto me acerqué a ella acorralandola en la encimera de la cocina. Quería estar con ella porque mi polla ya estaba más que preparada para probar lo que esta chiquilla peligrosa tenía por ofrecer. Besé su cuello mientras mis manos acariciaban su cuerpo, baje el zipper de su vestido y deje que sus hermosos senos quedaran al descubierto. Subí a Esmeralda sobre la encimera, en el momento en el que ella comenzó a desabotonar mi camisa con rapidez. Descaradamente llevó su mano hasta mi ansiosa y deseosa polla. Para luego verme a los ojos mientras mordía sus labios. Algo se había apoderado de mí al extremo que saque mi imponente polla dejándola a su vista a la misma vez que la baje a ella de la encimera y la despoje de su vestido. —Si que sabe lo que quiere señor Máximo —dice ella y un escalofrío recorrió mi columna vertebral ante esa manera de decir señor. —Lo siento, pero una vez que me despiertan es hasta dejarme saciado. ¿Podrá con eso señorita Esmeralda o le asusta? —digo mientras le arranco sus bragas —Eso espero señor Máximo, Eso espero —menciono mientras la subí de nuevo en la encimera llevé mis dedos hasta su coño y sentí la humedad en él. Ella hizo su cabeza hacia atrás al mismo tiempo que jadeo. Jugué con su coño hasta que introduje uno de mis dedos, ella se agitó y comenzó a mover su cadera. Cerró sus ojos fuertemente y gritó —¡Máximo! —lo suficiente como para invitarme a poseerla. Me acomodé entre sus piernas y comencé a hundirme en su dulce coño y estaba tan apretado que me provocó algo de tensión en mi polla. Entré de una sola embestida y sentí una resistencia que me tomó por sorpresa. Ella aprieta mi espalda arañando. Al mismo tiempo que grita de dolor. Me separo ligeramente y mi mirada va hasta mi polla semi enterrada en su coño, para confirmar lo que mi mente dedujo. —¡Merda! —exclamé más asustado que molesto. Esto sí que no me lo esperaba y mucho menos, lo creía. No podía creer que una mujer de 30 años con una amplia experiencia empresarial y letal rodeada en un mundo de hombres podría seguir siendo pura. Ella rodea mi cadera con sus piernas haciendo que entre en ella de nuevo. —No me rechaces, no ahora que ya conocí el infierno de la primera vez —dijo ella viéndome a los ojos. Pude ver una lágrima bajar por su mejilla. La limpié con mi pulgar y levanté su barbilla. —No debiste ocultar esta información, pero no te rechazaré. Te disfrutaré y te enseñaré como un hombre debe hacerle el amor a una mujer —me apoderé de sus labios con agresividad y comencé a dar suaves embestidas de nuevo. Sus gemidos me hicieron darme cuenta de que esto estaba lejos de ser correcto, pero maldición que esto era la gloria. Esmeralda me había dado algo que nosotros tomamos como el mayor honor de un hombre. Seré el primero de una mujer y Esmeralda es a partir de ahora, mi mujer. No puedo creer que ella me haya elegido a mí para este momento. No dejaría que se llevara mi rechazo, no después de esto. Tomé sus glúteos y su espalda para alejarla de la encimera. Sin salir de ella y entre besos nos llevó hasta la habitación. La dejé sobre la cama y me dediqué a besarla con mucha más intensidad. —¡Aaaah! ¡Aah! —gritaba aún más cuando mis embestidas se fueron haciendo más rápidas y profundas. Su coño era un delicioso y divino paraíso para mi polla y la sensaciones comenzaba a ser abrumante. —¡Oh, Max! —Gritó enterrando sus uñas en mis brazos. Comencé como su caliente interior apretaba aun mas y salí de ella para ubicarla sobre sus rodillas. Tome sus manos y las lleve hasta su espalda dejándome completamente sobre su abdomen. —No solo te enseñaré a hacer el amor, si no también te enseñaré a explorar todo lo que se puede hacer para lograr un máximo placer. ¿Estas preparada? —pregunté apartando el cabello de su oreja donde recién había mencionado dichas palabras. Con mucha dificultad entre jadeos y gemidos dijo. —Si, Max, quiero aprender todo lo que tienes para enseñarme. Nos leeremos hasta el martes. --------------------------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2304194085811
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