¿QUIERES QUEDARTE?

2781 Words
NARRA ESMERALDA —Un placer conocerla señorita Esmeralda. Espero no se tome a mal el lugar que elegí para hablar de negocios —comentó cargando de nuevo su arma. —Claro que no, podría decir que me ha investigado y sabe que uno de mis pasatiempos favoritos es el tiro —dije eso mientras estoy poniendo mis guantes. —Es muy obvio ¿verdad? No todos los días se puede conocer a una señorita tan hermosa y delicada como usted, pero a la misma vez tan amante de algo tan rudo como lo es el tiro —dice y no pude evitar sonrojarme. —No todas las mujeres somos iguales, señor Fiore. Muchas, principalmente las que elegimos sobresalir en un mundo mayor mente predominado por hombres, nos toca volvernos rudas. Mi respuesta pareció gustarle mucho. Porque solo asintió fijando su atención en mí. Mientras yo disimule cargando mi arma. Segundos después aclaró su garganta. —¿Le parece si hacemos un par de tiros más y luego nos sentamos a hablar de negocios? —me ofrece y por un momento sentí mis piernas temblar al no más ver esos orbes azules sobre mí. No puedo negar que es un hombre demasiado atractivo y que sin conocerlo ya me tenía literalmente a sus pies. Terminé de cargar el arma, me ubiqué en el área señalada y comencé a disparar hacia el blanco. Bajé mi arma y el papel con simulación humana donde habían dado mis tiros viene hacia mí por un tipo de cuerda que lo empuja hacia nosotros. Todos mis tiros dieron en la frente, corazón y abdomen. —¿Me disculpan un momento? —cuestionó y siguió su camino hacia el baño. Su asistente fue detrás de él. —Dime loco, pero creo que le acabas de dar algo así como lo que mi abuelita llamaba agua de calzón a ese hombre. Tu no pudiste verlo, pero apretaba sus labios al solo verte tirar. Tiene cara de maluco y eso es un imán de peligro. Yo que tú aprovecho a divertirme un rato. La juventud no es eterna Esme y te has reprimido de disfrutar muchos placeres de la vida, coger sería uno de ellos. Más con un macho italiano como ese que no son fáciles de encontrar —Nos reímos y después de un momento Máximo volvió hasta donde nosotros estamos. —Me disculpó por eso, ¿En que estábamos? —preguntó. Por alguna extraña razón disimuladamente mi mirada fue hasta el centro de su cuerpo dándome cuenta a lo que Peter se refería. Ahora soy yo la que está ligeramente afectada por su encanto. «¿Su encanto o sus atributos?» —Le propongo algo, si mi siguiente tiro da directamente sobre el corazón del blanco. Usted y yo cenaremos hoy en un bello restaurante de la ciudad celebrando nuestra sociedad y si… —decido interrumpirlo poniendo esta vez mi premio si el falla. —Pero si falla debe preparar la cena usted mismo. — concluí tomando la oportunidad de conocer más a mi posible futuro socio. El asiente y toma su posición, internamente le di la opción a que decidiera a que nuestro segundo encuentro sea en un lugar público o en un lugar privado. Pueda que sea una de las cosas más osadas que he hecho, pero como dijo Peter nunca hago cosas emocionantes o que me traigan más experiencias. Como la estúpida idea de querer entregarme virgen a mi esposo. Soy una mujer de 30 años y sigo en estas, creo que ya eso lo sacaré de mi lista de anhelos. Me estoy perdiendo en el camino. Con tantos nuevos miembros en la familia por parte de mis sobrinos menores que yo, siento que me estoy quedando atrás en la cadena evolutiva. «Date ese gusto Esme, nunca haces nada malo o diferente. Deja que este hombre te enamore, quien sabe, tal vez y terminar con el entre tus piernas conociendo el cielo y el infierno. Sacamos eso de la lista para antes de que se nos haga corto el recorrido.» Comienza a hacer sus tiros y desde aquí pude observar que ha fallado. Mi mirada va a Peter y este disimula mirando hacia el otro lado. Pueda que no tenga experiencia física, pero este tipo juegos sí que son mi fuerte. En este mundo de negocios, he conocido todo tipo de personas en el camino y estudiar sus intenciones siempre me llama la atención. No sé si me estoy equivocando, pero Máximo dejó muy en claro que está más interesado en mí que en hacer negocios. Espero poder mantener ambas cosas separadas. El papel viene hacia nosotros y podemos observar que el tiro no es su fuerte o lo hizo con la más genuina intención de querer pasar tiempo a solas. —Creo que el tiro no es mi fuerte —dice fingiendo pena de sí mismo. —Pues, creo que me debe una cena preparada por usted señor Fiore —él me sonrió. —Así creo, ¿Le parece si hablamos de negocios ahora? No quiero que piense que la traje aquí solo para quererla impresionar. —Me parece muy bien —entregamos todo las armas e implementos y nos sentamos en una área bar que ofrece el local. Peter me pasó mi portafolio y la propuesta que elaboró Elías para nosotros. Máximo nos invita a pedir algo de tomar y después de una ligera plática sobre la ciudad, el clima y la bonita vista que tenía frente a él. Dudo mucho que se refiriera a la vista detrás de él. Si no al estar yo frente a él. No cabe duda que este hombre es un completo adulador. Para nada que se ha ido por las ramas, él va por lo que quiere. El mayor problema es que yo estoy a punto de romper una de las valiosas reglas que me ha mantenido y es el no mezclar negocios con ocio. Máximo será algo más que prohibido para mí, sin mencionar que no he hecho las preguntas necesarias o investigado a fondo a este hombre. —Sabe que como hombre de negocios debo saber si el incidente en las bodegas de su empresa. Traerá problemas para producciones futuras, hace un tiempo que he querido invertir con ustedes y se me ha negado. El que me acepten ahora solo me da un poco de temor al pensar que están pasando por un tiempo difícil —comenta. Yo le sonreí y negué. —No, señor Fiore para nada. La empresa está en su mejor momento. Tristemente el incidente en nuestra bodega solo nos hará atrasarnos en cumplir con contratos en su debido tiempo. Afortunadamente la mayoría son empresas con las que hemos trabajado por muchos años y entienden el retraso y no serán de problema. Más que se les haga entrega lo más pronto posible. Como mujer de palabra le puedo asegurar que su inversión estará bien cuidada en nuestras manos. Aquí está nuestra propuesta, si desea llevarla para asegurarse que está todo bien o revisarla con su abogado —le digo y él me ve todo el tiempo mientras juega con el vaso de vidrio en su mano. —Confío en que ustedes son personas serias en las que puedo confiar. Me gustaría poder negociar algo más si se me es permitido —me pregunta con su ceja alzada. —Depende de la petición, podemos negociarlo —contesté. —¿Podemos hablarnos de tu? Si, es cierto que soy mayor que, pero ¿Porque decirme señor cada vez que te refieres a mí? Esa sería mi petición. Si la bella presidenta me puede llamar por mi nombre, Máximo —No sé qué contestar ante eso, la manera en la que me miró tan profunda e insidiosa, provocó un escalofrío que me estremeció por completo y no fue miedo, mucho menos enojo ante su falta de vergüenza. Por alguna extraña razón me gusta. «Pareces adolescente Esmeralda, compórtate.» —Claro que sí, Máximo. ¿Tenemos un trato? —pregunté extendiendo mi mano hacia él. —Claro que sí, Esmeralda. Firmemos este contrato —responde pidiéndole un lápiz a su asistente para luego proceder a la firma. Me pongo de pie. —Me gustaría poder quedarme más tiempo, Máximo, pero ahora con mayor razón debo ir a mantener las empresas funcionando para el interés mutuo —le dije entregándole el papel firmado a Peter. —Me parece perfecto, solo me queda cuestionar si prefieres pizza o pasta para la cena —pregunta y no sé qué decirle ambas son deliciosas. —¿Cuál es tu fuerte? —pregunté y él se miró algo pensativo. —Creo que la pasta es mi fuerte —me responde. —Una pasta Alfredo, con mucha salsa y camarones —le comento y el me guiña el ojo. —Esa será, me regalarías tu número de teléfono así poder enviarte la dirección de mi suite. ¿Te parece a las 6:30? La pasta lleva su proceso y yo la haré desde cero. Deseo que estes presente, así creerás que la hice yo —me dice extendiendo su teléfono. —De acuerdo —dije tomándolo en mis manos y escribiendo mi número en él. Marqué para tener yo también su número y me recordé de la historia que una vez me contó mi hermana Patricia sobre cómo se conoció con su esposo. Llenándome aún más el estómago de mariposas e ilusión de que Máximo puede ser esa persona. Se pone de pie y me causa emoción verlo acercarse hasta mí. Me da un beso en la mejilla al mismo tiempo que se despide. —A presto principessa (Hasta pronto princesa) —Me aventuro en dejar un beso de igual manera en su mejilla. —Ci vediamo di notte Máximo. (Te veré en la noche) me separé de él y salí casi corriendo de ese lugar. Llegué hasta el auto y sentía que me faltaba el aire. Recordé que no había tomado mi medicamento. —Cálmate, entra al auto te pasaré una botella de agua así te tomar tu medicamento. Lo necesitas porque si no, no aguantarás la actividad que te espera por la noche —me dice Peter. Me rio de mí misma y de mi actitud tan infantil. Jamás me había sentido así con nadie. Máximo me había puesto de cabeza solo con un par de palabras y gestos. Fui a la empresa y coordiné lo que debía antes de irme y comentarle a mi padre lo que había pasado. —Me alegra muchísimo mi princesita. Estoy tan orgulloso de ti, sabía que todo estaría en buenas manos —comenta mi padre cuando llegue a casa. —Iré a cenar con Peter y su novio —le digo y él se ríe. —Cariño, eres adulta puedes hacer lo que tú quieras. Con que nos digas que estás bien, es más que suficiente —dice mi madre. —Habla por ti. Yo si quiero y necesito saber lo que hace mi hija. Es mi princesita, la pequeña de mi vejez. Mi joya más preciada, mi esmeralda —concluye mi padre tomando mi mano. —Sigue tu camino hija, que aquí tu padre y yo tenemos una conversación sobre eso de su joya más preciada —dice mi madre cruzándose de brazos mientras lo ve con la ceja alzada. —Las dos son mis joyas más preciadas —dice él y escuchamos a alguien aclarar su garganta. —Me has roto el corazón en mil pedazos papá. Creo que mejor me voy —dice Pato indignada. Dándose la vuelta para salir de la sala. —Cariño, ven. Tú también eres mi joya preciada. Ustedes saben que me muero sin ustedes tres. Por eso cuando me toque partir le pido a Dios que me lleve a mi primero, porque yo no podría con el dolor de perder a alguna de ustedes. Las amo demasiado mis mujeres hermosas —dice abriendo sus brazos invitándonos a abrazarlo. —Te amo papá, las amo a ustedes también, pero debo estar lista a las 6:30. Yo les aviso si vuelvo a casa —digo caminando hacia las escaleras. Encontré un vestido acorde a la situación. Uno que no mostrara mucho, pero que se amoldara a mi figura. Llegué hasta la dirección de la suite del hotel donde me reuniría con Máximo y cuando me abrió la puerta me sorprendió. Tenía todo lo necesario sobre la encimera de la cocina. —Bienvenida hermosa principessa. El show de cocina de Máximo está por comenzar —fue su recibimiento a la misma vez que me tomó por sorpresa el que me tomara de la mano y caminara conmigo hasta sentarme en una silla frente a la encimera. Comenzamos a hablar sobre cómo se prepara cada cosa, sobre cómo su madre desde muy pequeño le enseñó a preparar platillos como ese. Llegó hasta agradecerme el haberle pedido hacer esto. Por más que quise ayudarlo con la masa él no me dejó hacer nada. Así que solo me dediqué a ver y a degustar de un vino y el ambiente de nuestras risas y la música de fondo. Amé este momento, sentía que a Máximo lo conocía desde hace mucho tiempo. Conecté con el casi de inmediato lo cual me da mucho miedo. Siempre he sabido que tipo de batalla esperar, más en esta me siento vulnerable. Durante la cena comenzó la verdadera plática. Le hablé de mis padres, hablamos de negocios, cuando ya creí que era el momento adecuado solté la pregunta. —Máximo ¿Tú no tienes hijos? ¿Esposa? ¿Ex esposa? —vi que la pregunta lo incomodó un poco al punto de tomar de un solo lo que estaba en su copa. —Tuve dos hijos, muy hermosos, pero por designios de la vida. Ellos partieron cuando tenían 5 años en un accidente de auto donde también murió su madre. Nunca me había dado la oportunidad de acercarme a alguien hasta que te vi en una revista de negocios. Quedé flechado con tu encanto, carácter y en persona eres mucho más hermosa —dijo y pude distinguir en su tono de voz la sinceridad con la que dijo esas palabras. Me sentí triste porque debió ser muy difícil pasar por algo como eso, pero a la misma vez no sé cómo interpretar lo último que dijo. «¿Será cierto?» —Lo siento mucho Máximo. Disculpa si mi pregunta te incomodó. Debe ser un recuerdo muy doloroso, no debí recordártelo. De verdad lo siento —comenté con un poco de preocupación al ver cómo sus ojitos cambiaron conforme hablaba. Después de ese momento todo se tornó muy incómodo. El silencio predominó durante el resto de la cena. Cuando ya había terminado me sentí algo incomoda al seguir ahí. Así que rompí ese silencio. —Creo que es mejor que me vaya. De verdad lo siento por incomodarte —dije y él negó. —No, discúlpame tu a mí. Esto ya no debería de afectarme fue hace mucho tiempo —dice el poniéndose de pie para llevarse los platos. —Déjame ayudarte con eso por favor. Ya te encargaste de la cena, yo puedo lavar los platos —me ofrecí caminando detrás de él hasta la cocina. El negó nuevamente. —Para nada, tú eres mi invitada —dice acercándose a mí, di un paso hacia atrás y mi espalda pegó ligeramente con la encimera. Máximo acarició mi mejilla, tomó mi barbilla, provocando que mi mirada se conectara con la suya. Se acercó peligrosamente a mis labios y dejó un beso en la comisura de estos. Me acerqué a él y nuestros labios se juntaron, una de sus manos fue hasta mi cintura atrayéndome más hacia él y la otra hacia lo mismo por la parte trasera de mi cuello. Sus labios por otro lado estaban haciendo que las mariposas en mi estómago solo aumentaran. Dejé que el marcara el ritmo de nuestro beso y le di acceso a como él lo necesitó. Nos separamos después de unos segundos. —¿Quieres quedarte? —susurró en mi oído como un hechicero haciéndome caer en su embrujo, sus manos fueron provocando un enorme calor que recorrió todo mi cuerpo. Él se alejó de mi cuello para pegar nuestras frentes y poder vernos a los ojos. El azul cielo de sus ojos me estaba volviendo loca. Estaba completamente embrujada por todo lo que este hombre me estaba haciendo sentir, me asusta pues es un hombre que no tengo ni 24 horas de conocer. Espero no arrepentirme de lo que diré. —Si. --------------------------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2304194085811
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD