TE PROHÍBO QUE HABLES

2075 Words
NARRA MÁXIMO Caminé rápidamente hasta quedar frente a ella. Manuel me toma de la mano, al ver mi cercanía. Pongo atención a su rostro, estudio cada parte de él y al cerrar los ojos recuerdo la última vez que mire el rostro triste de Ruth. Su rostro no es igual, hay cambios en el y es por eso que no la pude reconocer. Aprieto mis puños ante la sensación que me está llenando en este momento. —No, tú no puedes ser Ruth ¿Cómo es que estas viva? Yo te vi adentro de ese féretro. El color pálido de tu rostro y lo morado alrededor de tus labios y ojos cuando te encontré en tu habitación sin vida. Te enterramos. No entiendo nada. Explícame o explíquenme antes de que pierda la cabeza —digo alejándome de ellos dándole la espalda mientras mis manos van a mi cabeza. Esto simplemente no puede ser posible y si es posible ¿Cómo? —Hay muchas cosas de tu familia que desconoces Máximo, pero no es el tiempo para que la caja de pandora sea abierta. Estoy dispuesta a salir de la oscuridad para poder liberar a mi hija de las garras de esa mujer que no ha hecho más que meterle ideas retrogradas en la cabeza. Vengo a decirte que Ruth no murió y es la que tienes enfrente. Llámame cobarde o lo que tú quieras lo acepto, porque ni yo me perdono el haberme ido sin mi hija —dice rompiéndose en llanto. Manuel le pone una mano en el hombro. —Si quieres yo le explico cómo fue tu extracción de esa vida —le ofrece, yo veo la familiaridad entre ellos y me sorprende. Ella asiente en respuesta haciendo que Manuel asienta. —Ruth se comunicó con nosotros, unos días antes de la muerte de tu hermano y tu familia. Quería salir de esa vida de dolor y trauma que le daba tu hermano. Cuando fuimos informados sobre sus muertes nos comunicamos con Ruth para saber si seguía necesitando ayuda. Ella decidió seguir con los planes de escapar de ustedes. Ideamos un plan para que se creyera que se había suicidado. Cuando lo único que estaba haciendo era actuando. El doctor que la dio por muerta fue sobornado por nosotros para que le diera un medicamento que detendría su corazón por un momento. Cuando llegó a la ambulancia en la que se la llevaron, la reanimaron. Lo mismo fue cuando la viste en su féretro. La verdad es que ya no vale la pena entrar en detalles de cómo se dieron las cosas. Le otorgamos una vida nueva, fue su decisión cambiar su rostro. Después de un levantamiento de cejas y una operación en su nariz fue voluntad de ella entrar a una clínica psiquiátrica a donde sanó su dolor. Salió y se unió a las águilas, su mentora fue Esmeralda y si no me equivoco son muy buenas amigas desde entonces. Mi esposa conoce el proceso y la ayuda brindada a Ruth mas no el apellido de la familia a la que pertenecía. Desde entonces hemos estado siguiendo de cerca a tu familia. Creo que ya es hora de irme. Ya hablé mucho y discúlpame si hablé de más. No vuelvas a desaparecer sabes que somos tu familia también y que no estás sola —mencionó poniendo su mano nuevamente en el hombro de la que todavía no puedo creer que sea Ruth. —Sobre lo que hablamos no te preocupes mantendré a salvo a mi hija y a mi nieto —menciona antes de salir de la suite junto a su hijo. Dejándome a mí con Isabella o Ruth y un montón de preguntas. —¿Me dirás que es lo que te llevó a hacer todo esto? ¿Cómo diablos los conociste o llegaste a ellos? ¡¿Tuviste algo que ver en sus muertes y por eso huiste?! —le grité mientras me acercaba peligrosamente a ella. En ningún momento miré que se asustó sobre mi acusación. —Como te dije antes Máximo. Hay muchas cosas que tú no sabes y es por eso que me gustaría hablar contigo, Pilo y con tu padre. Hay cosas del pasado que los afectan a todos. Se que tienes miles de preguntas, pero lo único que puedo decirte es que vivimos en una completa mentira, Máximo. Pietro no fue la persona que ustedes creían, no puedo hablar más que esto por la razón que no puedo mostrarles las pruebas que tengo sobre muchas cosas. Lo único que quiero es que me ayudes a recuperar a mi hija, no la quiero cerca de esa mujer. He cuidado de ella con esta identidad los últimos 3 años de su vida. No deseo confundir su cabecita al decirle que soy su madre. No me creo con el derecho de venir e interrumpir su vida. Se que soy la menos indicada en pedir esto, después de que literalmente la abandoné contigo hace casi 11 años, no me arrepiento. La mantuviste lejos de toda esta vida de muerte, sangre y crueldad —comenta y un enorme signo de interrogación se instala en mi cabeza. —Mañana a primera hora viajo a Sicilia, te irás conmigo. Si no hablas porque necesitan estar presentes mi hermano y mi padre. No perderé más tiempo con esta incertidumbre —dije con seriedad. Ella asiente y se da la vuelta. No sé porque al ver su rostro lleno de lágrimas me hizo recordar una escena de una pelea entre ella y mi hermano. Me hizo pensar en que tan fea o fuerte era su situación a puerta cerrada. —Ruth —la llamé y ella se giró. —Me alegra saber que estas viva y bien —mencioné con sinceridad. Ella me sonrió y salió del lugar. Me quedé sentado en la sala por un momento. Aproveché a llamar a mi padre y a mi hermano citándolos en mi casa. No podía perder tiempo para saber lo que Ruth tenía que decir. Especialmente que tan fuerte había sido su infierno para que llegara hasta el extremo de hacer lo que hizo. Me fui a la habitación donde me mantuve dando vueltas sobre la cama sin poder conciliar el sueño. Como si eso fuera posible después de todo lo que ha pasado en menos de 24 horas. Llegamos a Sicilia por la tarde, fui directamente a la casa donde estaban Alexandra con Madeleine. Por primera vez caminé por el pasillo que daba a la habitación de Alexandra. Risas fue lo que me recibieron al entrar por la puerta. Lamentablemente eso no duró mucho, porque mi sobrina guardó silencio solo al verme. Alexandra viene a mí y enreda sus brazos a la altura de mi cintura pegando su cabeza a mi pecho. Mantengo mis brazos erguidos ante la sorpresa que me causa su reacción al verme. —Mi amor volviste. Estoy tan feliz que pudieras ir y encontrar a la mujer que dio la orden de que mataran a tu familia —dice tomándome por sorpresa. Madeleine se acerca a mi y cuando Alexandra se separa me abraza también. —Siento mucho lo que te dije tío. Ya Alexandra me comentó que te fuiste a buscar a la culpable de nuestras desgracias. Espero que se muera pronto, no se merece más que eso —digo rodeando su cuerpo con mis brazos. Me tenso ante sus últimas palabras y niego inmediatamente. Miro a Alexandra con una sonrisa triunfal. No cabe duda que Alexandra esta loca. No entiendo como puede ser capaz de manipular a una niña a su antojo. Eso es bajo hasta para mí. —Así es cariño, me imagino que ya no eres una prisionera de Alexandra —digo para que haga memoria de como fue el trato que le dio al principio. —¿Sabes dónde está Isabella? Desde que salimos de Dubái no la volví a ver —comenta y yo acaricie su mejilla. —Ella posiblemente esté preparando una habitación para ti en este momento. La he llamado y la traje para que este contigo —digo y ella sale corriendo de la habitación. —Como puedes ver, cumplí con mi parte del trato también, tu sobrina esta sana y salva. También reconstruí tu imagen ante ella, así que lo único que tienes que decir es gracias. Espero que lo que le paso a la mujercita esa sea suficiente para que no se vuelva a acercar a ti y tú a ella. Ahora exijo el tiempo a solas con mi marido. Quiero hacer una familia contigo Máximo —dice y yo me separa de ella tomándola de los brazos. —Ya hice lo que me pediste una vez. ¿Qué te hace creer que se va a repetir? No voy a estar contigo y fin de la historia. Lo sabías desde que te casaste conmigo, sabías que yo no sería de esos hombres que viene a ser el mandilón de su mujer. Te traeré una lista de candidatos para que escojas quien será el hombre que llene tu cama todas las noches. Ya que definitivamente ese, no seré yo. Por favor Alexandra y ya esta discusión aburre —comenté con serenidad viéndola a los ojos. —Primera vez que me miras a los ojos y hablas conmigo de esta manera —comenta viéndome con la ceja alzada—. ¿Te enamoraste de esa mujer no es así? —Aunque mi respuesta a tu pregunta sea positiva. Al saber que esta enferma y que puede morir en cualquier momento, me quita cualquier tipo de interés en ella —hable de manera venenosa. Ella solo se rio ante mi comentario y me dio un beso en la mejilla. —Máximo, por favor, solo dame la oportunidad de amarte. De demostrarte que estoy dispuesta a todo por ti —esta vez yo fui quien rodo los ojos y rio ligeramente. —Esto que me hiciste hacer es la viva prueba de lo que eres capaz. Amenazar con matar a una persona inocente para tu paz y tranquilidad. Sin mencionar al hombre que apareció muerto a la orilla del lago. ¿Me vas a decir que no fuiste tú la responsable de esa muerte? —dije y ella negó. —No tuve nada que ver con esa muerte Máximo. Yo le di mucho dinero a Paolo, si es se fue a quererlo gastar en apuestas y por eso lo mataron no es mi problema — comenta y yo alzo mi ceja. —El que murió no fue Paolo si no el otro chico, Lucas —ella niega inmediatamente. —No, Lucas esta retenido en una pequeña casa porque quiso escapar y recibió un disparo del cual se está recuperando. No tuve nada que ver con esa muerta Max. No soy una asesina, pero por ti si podría convertirme en una —dice y yo asentí. Acaricié su mejilla y me di la vuelta. Se que esa simple caricia le dará mucho que pensar. Salgo de la habitación y camino hasta mi lado de la casa. En el pasillo me encontré a Pilo y mi padre. —¿Qué es tan serio que no puede esperar? —me pregunta mi padre ansioso. —La verdad es que yo también me muero por saber qué es lo que esconde el pasado, que tanto nos está afectando en la actualidad —digo haciéndoles señas a que vayamos al despacho. Aprovecho a decirle a Pilo que no se trata de Lucas a quien encontraron en las orillas del Lago. El parece tranquilizarse ante mi comentario. Minutos después se escuchan ligeros toques en la puerta, cuando digo adelante y comienzo a ver a Ruth entrar. Miro a mi padre tensarse y eso llama demasiado mi atención. —¿Quién es ella? Primera vez que la miro aquí —comenta Pilo acercándose a Ruth como si se tratara de una presa. —¿Sabes quién es ella papá? —pregunté y el señor lo único que hizo fue asentir viendo en su dirección. —Ella es Isabella, la mujer encargada de cuidar a Madeleine. ¿Qué hace ella aquí? —dice mi padre con su voz evidentemente temblorosa. —Máximo, ya sabe quién soy. Ahora solo tengo que hablar con ustedes sobre… — —¡NO! Te prohíbo que hables Ruth. --------------------------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2304194085811
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