YA SUFRÍ LO QUE TENÍA QUE SUFRIR

2298 Words
NARRA ESMERALDA —Que gusto volver a verte Isabella. ¿Cómo va tu vida? ¿Todo bien? —le pregunta mi madre después de ofrecerle un abrazo. Isabella llegó a nuestras vidas después de pasar por un duro proceso que aún desconozco, puesto a que todo su pasado se manejó con la discreción necesaria al haber gente muy peligrosa e importante involucrada. Al menos eso es lo que tengo entendido. Siempre que le preguntaba algo de su pasado, ella me pedía hablar de otra cosa o simplemente me decía que no quería recordar. Siempre me pregunté de quien o de que huía, pero principalmente quien había sido capaz de causarle tanto daño. —Me gustaría decir que bien, pero no es así. Lo único bueno es que en los últimos años he podido recuperar un poco de lo que perdí o más dicho de lo que dejé atrás. Hoy puedo comenzar diciendo que mi hija hoy es una hermosa niña de 11 años y eso no fuera posible si no fuera por los cuidados que su abuelo y su tío le dieron —comenta con una sonrisa, aunque no es muy convincente. —¿Tienes una hija? —pregunté pues no sabía esa información. Ella asiente con una enorme sonrisa. —Si, tengo una hija a la que tuve que dejar atrás porque no sería capaz de cuidarla en la situación que me encontraba. No me arrepiento, a pesar de no haber podido llevar la vida de una niña normal ella es dulce y amable —llevé mi mano a mi vientre deseando por primera vez que así fuera el pedacito de carne que tengo dentro. Un ser amable, dulce, fuerte, gentil y hermoso o hermosa. —¿Como supiste que estábamos aquí? —pregunta mi madre con la ceja alzada. —El mundo es un pañuelo señora Jimena. Resulta que el tío de mi hija no es otro que el idiota que ha lastimado a Esmeralda. Me di cuenta porque fui a visitarlo y a pedirle su ayuda con algo —comenta y me quedé algo sorprendida al extremo que miré a mi madre. —¿Los Marchetti? ¿Huías de ellos? —pregunto con aun mas molestia. —Cálmese señora Jimena y respondiendo a su pregunta, sí. Aunque, huía más de lo que fue mi pasado. Quienes me dañaron fueron mi esposo y mi hermana. Mi hermana fue la esposa de Máximo. No puedo hablarles más del tema, pero aún hay muchas cosas que contar y aclarar. Ayer él se enteró que sigo viva, todo este tiempo pensó que estaba muerta. Máximo desconoce muchas cosas y muy pronto se enterará. Disculpen no quisiera que hablar de él te haga sentir mal Esmeralda. ¿Tu salud como esta? —pregunta eso ultimo queriendo cambiar el tema y está más que claro que mi madre no desea terminarlo. Toma la mano de Isabella y la aleja un poco de mí, comienzan a susurrar y yo aprovecho para asimilar de qué manera el esposo de Isabella y su hermana la lastimaron. La única cosa que viene a mi mente, no la creo posible porque si es lo que pienso Máximo no la pasará nada bien cuando se enteré. Me regaño mentalmente puesto que ya todo lo referente a Máximo Marchetti debe pasar a no tener que importarme en lo absoluto. Como se lo dije a él, no es nada más que un hombre con el que tuve un par de encuentros s3xuales. Ni mi hijo, ni yo lo necesitaremos en nuestra vida. «Mantén siempre los pies sobre la tierra Esmeralda. Recuerda que no seremos eternas y el bebé necesita saber quién es su padre.» Mi conciencia ha hecho de las suyas en este tiempo que volvíamos a casa. Isabella se despidió de mi luego de hablar con mi madre. No pude escuchar muy bien de lo que hablaron, pues me encerré en mis propios pensamientos. Pasé 5 días en el hospital y mi madre no me dejó sola en ningún momento. No tenía mi teléfono conmigo así que no estaba enterada de lo que pasaba fuera de esas cuatro paredes. —¿Estas cómoda princesa? —me pregunta mi padre y no pude evitar sentir agridulce ese apodo ahora. —Papá, sé que siempre me has llamado princesa, pero a partir de hoy. ¿Podrías decirme de otra manera? —le digo tomando su mano. El parece no gustarle mucho mi petición, pero no pudo hacer más que asentir y darme un beso en la frente. —No hemos tenido el tiempo para hablar sobre tu historia con Máximo. Me gustaría poder saber tu versión de la historia —me pide sentándose a un lado de mi cama. —No creo que mi hija esté en condiciones de hablar sobre ese infeliz en este momento Manuel —le dice mi madre molesta y me sorprende un poco la manera en la que se están viendo y hablando. Nunca había visto o sentido tensión entre ellos. —Tienes razón. Después hablaremos sobre eso cariño —dice mi padre dándome un beso en la frente y sale de la habitación sin ver o decirle nada a mi madre. —¿Esta todo bien entre ustedes? —pregunté y ella negó. —No sé a dónde fue tu padre durante la noche del incidente y no me pareció que hizo que el de su seguridad me mintiera diciendo de que fueron a casa con Gerardo. Cuando en nuestro GPS personal él estuvo en un hotel en el centro de la ciudad —dice ella apretando sus puños. —¿No estarás pensando que mi padre te está engañando verdad? —le pregunté con la ceja alzada. —No lo sé Esmeralda, no creo que me esté engañando. Solo que nunca me había omitido o mentido sobre ningún asunto —me dice y la veo con la ceja alzada. —Habla la señora que esta metida hasta en la sopa de toda la familia. Tú también guardas secretos mamá y lo sabes. Le has omitido varias cosas a mi padre la mayoría si no fuera por su GPS o por seguirte no se da cuenta de lo que pasa. Tú has sido la primera que ha fallado en eso —le digo acomodándome sobre la cama. Ella asintió viendo hacia el suelo. —Descansa cariño, le pediré ayuda a Sandy para que este pendiente de ti y te haga compañía —me dice y yo negué. —No mamá, Clara necesita más la ayuda. Yo puedo llevar mi vida normal, solo me indicaron poner atención a mi descanso. Me preocupa lo que pase con la empresa, me siento una idiota por dejarme embaucar de esa manera —confieso. Ella se acerca a mí y acaricia mi mejilla. —No te preocupes por eso cariño, tu padre encontrará una manera de solucionar eso. Primero tiene que investigarse todo y no tienes de que preocuparte. Puesto que no se puede ceder ningún porcentaje de la compañía a nadie sin la firma de tu padre —dice y eso me quita un enorme peso. —Eso me trae mucha más tranquilidad, pero volviendo a lo de Sandy no lo creo necesario, mamá. Entre atender a David, acompañar a Clara y más a mi no será tarea sencilla —dije pues a la misma vez no he podido compartir con la chica. —David no estará, muy pronto partirá a una misión y no sabemos cuánto tiempo estará afuera. Claro que ella todavía no lo sabe. —dijo y pude ver algo extraño en su expresión no le quise prestar atención, pues después de ver lo que estaba pasando con mi padre posiblemente se deba a eso. —¿Misión? —Pregunté pues siempre Peter me cuenta sobre misiones que relacionan a la familia. —Si una misión en Asia. No tienes que preocuparte por eso, estará bien se ira en un tiempo. Esto solo ayudará a mantener a Sandy ocupada y distraída mientras David no está. —comenta viendo hacia la ventana. —De igual manera mamá yo me siento bien. No veo una razón para molestarla —mi madre levanta la mano, obviamente ella está más que convencida en pedirle a Sandy que me cuide. Sandy es la novia de mi sobrino David y esta estudiando medicina. Por lo que tiene conocimiento en cómo cuidar o estar pendiente de nosotras. —Es ahorita que te sientes con energías porque tu embarazo está comenzando. Conforme pase el tiempo y el bebé crezca todo será más difícil de sobre llevar. Me siento tranquila de que solo es uno. Tu cuerpo no se exigirá tanto —comenta y yo me rio y llevo mi mano a mi vientre. Era increíble que ahora que todos saben que estoy embarazada, mi bebé ya se está haciendo notar. Mi vientre estaba más abultado esta mañana. —Que no te extrañe que en un abrir y cerrar de ojos tu barriga no te dejara ver tus pies. Déjame cuidarte mi niña, ya me descuidé mucho y mira lo qué pasó —dijo acariciando mi cabello. —Es parte de crecer madre, tienes que dejarme volar —le digo y ella niega. —No, no te quiero volando. Te quiero con los pies sobre la tierra siempre. Me hubiera encantado poder ahorrarte este mal rato. Esto se hubiera podido evitar si Peter hubiera hecho bien su trabajo. Al informar sobre la cercanía que había entre ese hombre y tú —comenta y eso me recuerda que no he visto a Peter desde ese día en la fiesta. —¿Dónde está Peter? —pregunté y ella se levantó de la cama. —Peter está suspendido de las águilas —dice y no puedo creer lo que estoy escuchando. —No mamá, no puedes hacer eso. Peter no dijo nada porque yo se lo pedí. Se lo intensa que te pones con ciertas cosas. Quería hacer esto por mi cuenta, hice mal lo acepto, pero Peter no tiene nada que ver. No tienes por qué suspenderlo —le digo y ella camina hacia la puerta. —Descansa, no quiero hablar sobre ese tema. Peter debía investigar a ese hombre por tu seguridad y por su lealtad para con su trabajo como águila. Sin embargo, te expuso a todo esto. Ahora te dejaré descansar si necesitas algo me avisas tu teléfono está en ese cajón. Me señala la mesita a un lado de la cama. Tomé mi teléfono y tenía muchas notificaciones. Ignoré todo, lo más importante para mí era comunicarme con Peter. Marqué su teléfono y no recibí respuesta la primera vez. La segunda vez si recibí respuesta. —Peter, cariño. ¿Cómo estás? —pregunté al escuchar que la llamada fue contestada. Un sollozo me tensó. —No creo que hablar conmigo en este momento sea bueno para ti —dice entre sollozos. Puedo sentir el dolor que debe sentir. Las águilas son su familia, Peter es huérfano y lo que le hizo mi madre fue muy cruel. No debió dejarse llevar por el enojo. Eso solo trae mucho más dolor a Peter y a mí al ver a mi mejor amigo en esta situación. —Siento mucho que mi madre te suspendiera. No sabía nada de esto hasta ahorita tengo mi teléfono —le digo y el suspira para calmarse. —Estoy bien Esme, asumo las consecuencias de mis actos. Me siento mal por lo que estas pasando, no debías pasar por esto. Debí ser más desconfiado, no debí decirte que le dieras una oportunidad —su voz se quiebra al decir eso ultimo. —Ven a verme mañana, por favor. Necesito a mi amigo y tu necesitas una amiga en este momento —comento, el aceptó y quedó de venir a verme mañana. Mi teléfono vibro nuevamente y para mi sorpresa es el número de Isabella que se iluminó en mi pantalla. No dudé ni un momento y conteste. —Hola Isabella, ¿Cómo estás? —Dije y no pude evitar escucharme algo desganada. No escuche nada del otro lado de teléfono. —¿Isabella? ¿Está todo bien? —pregunté algo preocupada por ella. —Ella está muy bien, he robado su teléfono para poder escuchar tu voz. Ya que no contestas mis llamadas. Te extraño Principessa, no te imaginas cuanta falta me has hecho. Mi corazón sangra y lo único que quiero es estar a tu lado, poder darte un abrazo o un beso en este momento. Sin embargo, ir a verte seria muy peligroso y lo menos que quiero es hacerte más daño a ti y a nuestro bebé. No me odies, bonita. No me odies porque tú eres lo más real que tengo y tendré en mi vida. Te amo principessa —la llamada se termina y yo quedo con un nudo en mi garganta al escucharlo de esa manera. Esta más que claro que él no estaba bien y mucho menos en sus cinco sentidos, no sé porque razón me causa un poco de tristeza escucharlo de esa manera. Es tan poca que se me pasa a los segundos mientras me acomodo nuevamente sobre la cama y el sueño no tarda en venir a mí. Es en este momento donde analizo que Máximo no tenía poder sobre mí, otra mujer enamorada se hubiera roto el llanto, más sin embargo, yo no siento ni el más mínimo dolor. Porque una persona no debe de sufrir por quien lo hizo sufrir y por Máximo ya sufrí lo que tenía que sufrir. Ya lloré lo que tenía que llorar, ahora solo me queda avanzar por mí y por mi bebé. --------------------------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2304194085811
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