CAPÍTULO DIEZ Oliver se metió en la cama. Estaba muy agotado por los acontecimientos del día, después del bombazo sobre que él era un vidente. Pero a pesar de lo extraño e intenso que había sido su día, Oliver no abordaba el dormir con ninguna sensación de terror. Sus sueños desde que llegó a la fábrica habían sido cuando menos extraños, pero nunca malos. Incluso con el peso de la humanidad ahora sobre sus hombros, Oliver estaba seguro de que no tendría pesadillas. Oliver no tardó mucho en quedarse profundamente dormido. En su sueño, estaba en la fábrica. Era plena noche y todo estaba muy oscuro. A su alrededor había las gigantes máquinas robot que había por toda la planta de la fábrica. Oyó un ruido que venía de lejos. Lo reconoció al instante como el zumbido de un motor. Cuando miró