Capítulo 28. Cometiendo un acto prohibido

1088 Words

El rey Serkan no quitó su vista de los labios de Annia, era tanto su deseo que de un momento a otros sus propios labios se tornaron resecos por lo que tuvo que relamérselos. Por supuesto él deseaba estar en la cercanía de su luna, anhelaba tenerla entre sus brazos, ser uno solo con ella, pero a pesar de sus deseos no podía llevarlos a cabo por respeto a ella, sin embargo, el rey licántropo no sabía por cuanto tiempo iba a soportar cumplir semejante tortura, ya que durante esas dos semanas que llevaba tan cerca de ella encerrado en aquel navío, estaba comenzando a afectarle y a cuestionarse si cumplir las reglas era realmente necesario… —¿Entonces deseas que te enseñe a besar… Annia? —pregunta el rey Serkan solo porque deseaba escuchar de la boca de la joven una respuesta afirmativa. —Si,

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