Después de un largo viaje finalmente llegaron a las montañas del reino de Albagard. El camino era un tanto intrincado, pero no lo suficiente para que les causara problemas a los caballos. Conforme mas subían, la luna sentía que estaba entrando en otro mundo, porque incluso la forma de los árboles le parecían diferentes, y el aire frío que se respiraba se sentía como si tuviese un toque místico. —Ya estamos por llegar —Le dice el rey Serkan a Annia mientras le coloca una mullida capa de piel a la chica, ya que él podía sentir como estaba comenzando a temblar porque ya estaban a varios grados bajo cero. Sin embargo, cuando Annia escuchó aquello no lo pudo comprender porque, ¿A dónde estaba la ciudad? ¿las personas? Si estaban por llegar, al menos debía verse a lo lejos alguna aldea que fu