El rey Bastian convertido en águila volaba a una gran altura por los cielos que él conocía como la palma de su mano, sintiendo que los dioses ese día los habían bendecido con buen clima porque el cielo estaba muy despejado, perfecto para que él viera tierra, y también servía de ayuda para Zury quien se sujetaba con fuerza sintiéndose maravillada por tener la dicha de poder volar, literalmente tocando las nubes que el rey Bastian atravesaba.
“En media hora llegaremos al reino de Severin.”
Él rey Bastian conocía las distancias de vuelo como nadie, su sentido de dirección era envidiable, aparte que no era la primera vez que volaba por los nueve reinos, por lo tanto, si él decía que llegarían en media hora, posiblemente era que se tardaría menos.
—¿Lo cubro con mi don, lord rey? —pregunta
