—Me halaga sobremanera que el Príncipe me cuente entre sus amigos, y que confíe en mí para un asunto tan delicado— dijo Lord Marshall satisfecho. —El Príncipe le agradecería que nunca lo comentara con nadie, ni siquiera con él. Recuerde que las paredes tienen oídos y no desea que María se entere. —Mis labios están completamente sellados— dijo Lord Marshall ceremoniosamente. —Sabía que podía contar con usted, milord. Admiro su entereza y su fuerza de carácter. Como su alteza no puede decírselo, se lo diré yo, él se lo agradece de todo corazón. Lord Marshall se sintió embargado de emoción al escuchar aquellas palabras. —Lo dejaré en libertad. ¿Irá con usted? —Lo llevaré a un sitio donde pueda seguir su camino. Y, recuerde, nadie debe saber de mi visita. —Confíe en mí. Lord Marshall s