—¿Es pobre? —No diría eso, pero no tan rico como para llevar la vida extravagante y lujosa que se espera de un caballero. —¿Disfrutaría esa clase de vida? —No lo creo. Los placeres que ello implica no son de mi agrado. Me disgusta beber en exceso y encuentro aburrido ese tipo de vida, como usted ya descubrió, milady. —¿Cómo sabe tanto de mí? —Porque me importa lo que hace, saber de usted. —¿Sólo porque me conoció? —Exacto! Ella no ocultó la expresión de asombro que asomó a sus ojos. —Entonces, cuando supo que buscaba un lacayo, me envió a Jake. —Así fue. —¿Y si no lo hubiera contratado? Su sonrisa franca denotó a las claras que sabía que lo emplearía. Parecía conocer sus reacciones de antemano. —No tiene derecho a espiarme. —No le hago ningún daño. —¿Cómo puede asegurarlo? D