Había sido una carrera emocionante. Ovril, que iba a la zaga de los otros caballos, los dejó atrás cuando casi llegaban a la meta. La señora Fitzherbert le pidió a ella que los acompañara, pero logró disculparse y dedicó toda la mañana a descansar y a arreglarse para la esperada entrevista. Envió un mensaje al Conde con un lacayo explicándole que esa noche no podría cenar con él, debido a un compromiso anterior. Sabía que se pondría furioso, pero no le importó. Deseaba lucir un estilo de peinado nuevo, por lo que citó al peinador a mediodía. Se lavó el cabello muy temprano y se dispuso a escoger el traje apropiado para la ocasión. Por primera vez en muchos años, no acertaba a decidir qué ponerse, a pesar de lo variado de su guardarropa. Se dijo que debía usar alguno que hiciera juego c