GAEL

1849 Words
El apartamento de mi prima o el piso como ella lo llamaba, era bastante pequeño. Pero cabíamos ambas dos sin problemas. Tenía un solo cuarto de baño, dos habitaciones y un living comedor unidos. Su piso estaba en un edificio muy antiguo. Y tenía una pequeña terraza que daba hacia la plaza del Sol. Su vista era realmente maravillosa, desde ahí podíamos apreciar a la gente caminar y sacarse fotos con el clásico “Oso”.  -De noche es aún más bello Sofi- me dice mientras se apega a mi lado en la terraza.  -Me encanta tu hogar Cata, es muy acogedor- le doy una sonrisa y pienso que es perfecto para mi mini escapada.  - ¿Cómo se siente toparse con un famoso? - Ay no, ahí vamos otra vez, esta chica no se cansa. Hago una pausa y comienzo a pensar ¿Cómo se siente?, pues no lo sé, en mi vida me había topado con alguien famoso y lo más cerca que estuve alguna vez fue cuando me fotografíe con el falso Santa Claus del centro comercial de la ciudad. Sonrío al recordar la patética escena. Sin embargo, algo en él me llamó la atención muy probablemente su cortesía, no todos los días te encuentras con un extraño que te ayuda sin importar quién eres. ¿Por qué estaba pensando en él más de lo normal?... Relájate Sofi, jamás lo volverás a ver.  -No se siente nada, a penas crucé un par de palabras con él- le resto importancia al tema y espero que mi prima baje la guardia con sus preguntas.  -Vamos, si es un tío guapísimo- me dice mientras chasquea la lengua en señal de aprobación.  -Puede ser… no se Cata. Ya basta, necesito descansar- le hago un gesto de puchero y eso, al fin la convenció ya que de inmediato detuvo su ronda de preguntas insidiosas.  -Ya…vamos te mostraré tu habitación- me mueve la mano para que la siga.  Una vez instalada en la que sería mi cama por dos semanas, me saco mis zapatillas y agradezco tener dónde echar mis huesos. El viaje, aunque había sido ameno, fue agotador y mi cuerpo ya lo estaba manifestando. Comienzo a caer en los brazos de Morfeo cuando un recuerdo vuelve rápidamente a mí, doy un salto y digo- ¡Tomás! -  Me apresuro a buscar mi celular dentro de mi bolso. Estaba tan nerviosa que mis dedos se habían vuelto de mantequilla y muy torpemente recojo el aparato que acababa de tirar al piso. Lo desbloqueo y me doy una larga vuelta para abrir el mensaje, cuando por fin estoy segura le hago clic. Sabía que le aparecería de inmediato el doble visto azul en su chat y que probablemente eso me traería varios problemas. Pero mi curiosidad no dio más y lo leí:  “Sofi, ¿Por qué huyes de mí?, quiero arreglar las cosas. Te amo”  ¿En serio? Ésta era su primer intento de comunicación conmigo desde que lo pillé en su apartamento y encima sólo se le ocurre hablar de él. Grandísimo idiota, no te perdonaría ni en mil años. Apago el celular y lo lanzo lejos. Dejo caer mi cabeza en la almohada y me giro innumerables veces de un lado a otro como un pez recién salido del mar. El silencio de la noche y la soledad me hacen flaquear ¿Y si está realmente arrepentido? ¿y si quiere arreglar las cosas? ¡Basta Sofi! No puedes vivir eternamente engañada, ese hombre no te merece. Y bajo esa consigna logro conciliar el sueño. …  Un pequeño rayo de sol se cuela a través de las persianas de mi habitación. ¿Qué hora es? ¿Cuánto he dormido? Se había sentido tan bien el descanso que perdí noción total de las horas, sólo supe que era bastante tarde al sentir el rugido de mi estómago implorando por algún bocado. Busqué mi celular por entremedio de mis pantalones, en el suelo, y me di cuenta que ya eran mediodía. ¡Que descaro Sofi!  Estaba acostumbrada a levantarme temprano por las mañanas, aunque realmente no tenía nada que hacer desde que me titulé de la universidad. Sin embargo, me preocupaba a diario de realizar mi rutina de ejercicios, los cuales consistían en fitness yoga de 30 minutos y luego un trote suave por los alrededores del vecindario. Pero como me encontraba en una pausa en mi vida me pareció bien obviar algunas de mis rutinas; como el ejercicio y los madrugones. Sonreí al instaurar esa nueva ley en mi vida, al menos por 15 días.  Salgo de la habitación en dirección a nuestra cocina/sala/comedor. Si, les dije que el apartamento era pequeño. Obviamente no esperé toparme con Catalina, ella debió irse hace ya varias horas al trabajo. Voy directo al refrigerador en busca de algo para calmar mi león interno y me encuentro allí una nota pega con un curioso imán de cangrejo.  “Buenos días prima, te dejé el desayuno en la alacena. Te dejo 50 euros para que salgas a recorrer la ciudad, te veo a la tarde. t.q.m. ”  Sonreír de inmediato al leer su nota, hoy pasaría en la calle todo el día y no estaba dispuesta a perderme nada. ¡Un momento! cuando salga no tendré WiFi. Así que lo primero que me dispuse a buscar fueron compañías españolas de celulares, pasé de página en página mientras engullía mi desayuno: dos panes con tomate jamón serrano y aceite más un café. Una combinación que hizo bailar todas mis papilas gustativas. La suerte mía fue encontrar un lugar muy cerca del piso de Catalina, estaba a tan sólo dos cuadras andando. Pensé en resolver ese tema primero antes de trazar mi ruta.  Nada más salir me encontré con una vorágine de personas, todas caminando de un lado a otra, algunos con cámaras profesionales otros con su celular, pero todas buscaban lo mismo: tener un hermosos recuerdo de su viaje. Pensé que sería correcto tomar algunas fotos junto a la estatua de moda. Más que mal no todos los días vives en el centro de la bohemia. Miré a mi alrededor y busqué alguna chica que se viera confiable; porque mi paranoia infundada seguía más presente que nunca. Aún me imaginaba una escena en dónde el supuesto fotógrafo sale corriendo con mi celular y se pierde en las escaleras del metro. No se…talvez eran cosas de películas, pero a mí esas cosas me preocupaban. Y en vez de elegir a una chica escogí a un tierno caballero que andaba de la mano con su aún más tierna esposa. Tal parecía que estaban de paseo romántico porque él no la soltaba ni por un segundo. Me quedé contemplándolos por un momento y me imaginé que esa feliz pareja pudimos ser yo y Tomás celebrando nuestro aniversario número 40. La frase sonaba muy cursi, pero vamos hace tan sólo una semana yo estaba preparando mi boda.  Cuando me dirigí a aquella pareja algo interrumpió mi camino, era un tumulto enorme que se juntaba al centro de la plaza, miro a mi alrededor y noto cientos de periodistas, y otros cientos de chicas gritando e incluso algunas desmayándose. ¿Qué es todo esto? Llevada por mi curiosidad decido acercarme. Por un momento me imaginé lo peor, alguna clase de atentado o algo así. Miles de personas escapando de alguna bomba imaginaria… recuerden que paranoia es mi segundo nombre.  Al meterme al centro de la multitud puedo ver a dos jóvenes posando para las cámaras, ellos estaban tomados de las manos. Luego de algunas graciosas poses el joven se voltea hacia mi lado. Y grandísima fue mi sorpresa al comprobar que era Gael, aquel galán de las series españolas, el mismo desconocido que me ayudó en el metro. Sí, el famoso y popular Gael Fernández. Por alguna extraña razón el cruza su mirada con la mía, y me sonríe. Volteo atrás por instinto, esperando encontrarme con alguna otra chica o quizás su madre no se, pero no, no había nadie…solo un puñado de periodistas hambrientos de noticia. ¿Había visto bien? ¿esa sonrisa era para mí?  -¿Gael es cierto que habrá una segunda temporada de la serie?- le pregunta un reportero gritando tan fuerte que lo pudieron oír hasta la otra avenida. -Es muy probable- contesta desenvuelto, al mismo momento en que el responde la frase miles de mujeres gritaron un sonoro “ahhh” y juro que pude sentir el suelo vibrar con los desmayos de las fanáticas.  Como era de esperarse todas las preguntas fueron dirigidas a Gael – ¿crees que el éxito de la serie se debe a un golpe de suerte?  él se sonríe de inmediato y con una voz bastante suave responde - No creía en la suerte, pero desde ayer pienso de otra manera- otra vez me mira, pero esta vez me guiña un ojo. ¿En serio, esto es por mí? ¿Dios se puede ser tan guapo y sexy a la vez?  Los chicos famosos comienzan a caminar arrastrados por el gentío. Yo me quedo parada en mi mismo lugar petrificada. ¿Qué era lo que había acabado de pasar? Tenía una sonrisa tonta y estaba segura que mañana me dolerían todos los músculos de las mejillas.  Lo primero que hago después de dejar mi forma de roca es correr hacía la compañía de celulares, necesitaba tener internet ¡Ya! Para mi beneficio el trámite fue bastante expedito así que al cabo de 5 minutos más ya tenía abiertas todas mis r************* .  Googlee: Gael Fernández y plaza del Sol. Inmediatamente me apareció un canal de YouTube el cual estaba transmitiendo en vivo el recorrido de los protagonistas por mi nuevo barrio. Le di clic y comencé a escuchar atenta sentada en una de las bancas de la plaza. Estaban realizando una campaña de beneficencia a un hogar de menores que se encontraba en los alrededores, ambos habían ido a entregar ropa y juguetes a los niños y a firmar miles de autógrafos. Ruedo mis ojos.  Me apresuro a leer cada uno de los comentarios que surgían de manera espontánea en la grabación, varios insinuaban que Gael tenía un romance con Irene, así fue como me enteré de quién era su coprotagonista: la hermosa cleopatra viviente, Irene Machado. Al menos así era como le apodaban en las RRSS. El romance era bien bullado; algunos estaban a favor tildándolos como la pareja del año y otros deseaba que la pobre chica tuviera un accidente y muriera. Dios ¿hasta dónde llega el fanatismo?  Conociendo mejor el panorama me termino de convencer que solo había sido una casualidad, una mala jugada del destino. Este chico no tenía idea de quién era yo y muy probablemente ya había olvidado nuestro encuentro de ayer. Debió ser un pelo de cola en su grandiosa y ajetreada vida. Doy un largo suspiro y continuo con mi plan de conocer la ciudad.  Todo parecía bien en la ruta que había armado en mi Bloc de notas. ¿Qué podría salir mal?
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