AEGAN HARRINGTON
Salgo de la sala de juntas, acomodo mi reloj en mi mano izquierda y me fijo en la hora, voy tarde para la reunión con los inversionistas de Tenerife. Suelto un suspiro y camino hasta mi oficina, abro la puerta y me encuentro a Bloom, mi amiga con beneficios. Sentada sobre mi escritorio, donde más de una vez, tuvimos encuentros sexuales, le doy una sonrisa y ella la corresponde con picardía.
― ¿Qué haces aquí? Hoy no quedamos― pregunto con interés, su sonrisa se convierte en una línea recta.
― Necesitaba verte, ¿te molesta mi presencia aquí? ―responde acercándose a mí, toma el cuello de mi camisa y lo arregla con sensualidad, desliza sus manos por mi cuello hasta llegar a mis mejillas, las toma e intenta besarme, pero giro mi cabeza, evitándolo.
―No es un buen momento, no hoy…―alargo y ella retrocede confundida, me mira como un conejo asustado y lejos de sentirme mal por su reacción, continuo mi camino hasta mi archivador. ―, Lo siento Bloom, pero sé que estas enamorada de mí. Te quiero mucho como para lastimarte con mi indiferencia y falta de tacto, espero y me entiendas como yo, lo hago con tus sentimientos…
Su mirada me confirmo lo que ya sabía, tenía razón, está enamorada de mí.
—¿Por qué tienes que ser siempre tan egocéntrico? —inquiere en respuesta, rueda sus ojos y bufa, resoplo. —, No, no estoy enamorada de ti. Simplemente tenía ganas de uno de nuestros encuentros, nada más.
Su respuesta me hace dudar, pero el brillo que reflejan sus ojos al mirarme me recuerda que está mintiendo. Suspiro y niego con mi cabeza por segunda vez. La conozco desde hace cinco años, fue mi secretaria por un tiempo, hasta que logró tener su imperio, una marca de ropa interior exclusiva y muy aclamada. Por lo que no puede mentirme, ni siquiera con esa mirada de cachorro lograría convencerme de lo contrario. Cuando le ofrecí ser amigos con beneficios en una noche de tragos, aceptó sin dudarlo ni un minuto. ¿Acaso siempre estuvo enamorada de mí y no pude notarlo? ¡Que complejas que son las mujeres!
—Blom… no tienes que mentirme, podemos seguir con nuestra amistad, solo que sin los beneficios…—alargo y ella chasquea su lengua con molestia, me da una mirada cargada de enojo y luego ladea su cabello.
—Creí que eras mucho mas profesional y ético, tenemos un acuerdo, Aegan. —responde cruzándose de brazos. —, Que te hayas creado una falsa alusión de lo que esta sucediendo entre ambos, no tendría por qué afectarme a mí.
—¿Alusión? ¿Al menos te estas escuchando a ti misma? ¡Bloom te conozco de años! Sé lo que estoy diciendo, si prefieres no aceptarlo, no me quedará más opción que alejarme de ti por completo. —finiquito, sus hombros se encorvan y su mirada se relaja, puedo notar como por unos instantes sus ojos se llenan de lágrimas, lejos de ocultarlo, estalla.
—¡j***r, Aegan! ¡Eres tan egoísta! ¡Estoy malditamente enamorada de ti! —exclama entre lágrimas, limpia sus mejillas con fuerza y me da una mirada inyectada en sangre, sus ojos están tan rojos como un rubí —, Por años acepte este estúpido jueguito solo para estar contigo de alguna forma. He estado para ti en cada momento difícil, incluso cuando falleció Evangeline… —culmina alargando al mencionarla. Siento un pinchazo en mi pecho al escuchar su nombre después de tanto tiempo. Verla tan susceptible y temblorosa, me causa un poderoso sentimiento de culpabilidad.
—Bloom, no quiero esto para ti, mírate, no quisiera verte así por mi culpa…— alargo nuevamente y ella me mira con su boca entreabierta, sorbe su nariz y limpia sus mejillas con brusquedad. —, Te quiero tanto como para dejarte libre de mí. Sabes cuanto amaba a Eva, no creo poder amar a ninguna mujer con la misma intensidad. No puedo verte con ojos de amor, no podría ofrecerte lo que en realidad te mereces, Bloom.
—Lo entiendo, créeme que lo entiendo—responde cerrando los ojos con fuerza, sorbe su nariz nuevamente y continua. —, He ido a terapia para dejar de amarte, pero ni el psicólogo pudo ayudarme. Me enamore con el alma de ti, sé que tu corazón siempre le pertenecerá a Evangeline, pero solo te pido una oportunidad, déjame ser parte de tu vida, déjame sanar tu corazón, déjame llenarte de tanto amor como sea posible…—suplica y me siento el ser mas repudiable del mundo, un monstruo sin corazón, un despiadado. ¿Qué podía contestarle ante semejante declaración? No podía ofrecerle si quiera una oportunidad, porque sabría que la lastimaría con mi indiferencia. Resople con fuerza y fije mi mirada en la ventana.
— Bloom, puedo asegurarte que te quiero tanto como a ninguna otra mujer, en sentido de amistad. —aclaro y ella cierra sus ojos con fuerza, como si le doliese cada palabra que le digo, claro que le duele. —, Pero no puedo permitirme lastimarte, me pides que te dé una oportunidad y no puedo hacerlo, no porque no quiera, si no porque no soy capaz. —culmino y ella asiente lentamente.
—Entiendo, solo déjame seguir estando presente en tu vida. —suplica nuevamente, suspiro con frialdad y asiento. —, No te pido nada más, por favor.
—Esta bien, Bloom. Te aseguro que de verdad no quiero lastimarte, ni dañarte emocionalmente o por lo menos no mas de lo que ya he hecho. —respondo y ella asiente complacida, me abraza con fuerza y se lo devuelvo con la misma intensidad, verla tan frágil me rompe el corazón.
Luego de conversar un poco más con Bloom y convencerla de que por su bienestar emocional lo mejor es tomar distancia y evitar a toda costa nuestros encuentros casuales, terminando de raíz nuestra relación de amigos con beneficios. Se fue muy triste y decaída, dejándome con un mal sabor de boca. Termine de firmar algunos documentos y facturas, conteste una llamada de unos inversionistas y apague mi ordenador. Subo al ascensor y bajo hasta el estacionamiento subterráneo, subo a mi deportivo y conduzco hasta el cementerio, compro sus flores favoritas, los lirios y continuo el camino que sé de memoria donde esta ubicada la tumba de mi difunta esposa, Evangeline. Al llegar noto que han cumplido con mi petición, haciéndole mantenimiento a las áreas verdes, el césped está cortado, tomo las flores antiguas y las llevo hasta el basurero, busco agua y la pongo en el florero de cemento y pongo sus nuevos lirios.
—Mi querida Eva, cada día que pasa te extraño más que el anterior…—mi voz se quiebra y siento una pena muy grande, el vacío que siento cada noche en mi pecho, me hace doler. —, Extraño muchas cosas de ti, pero sobre todo tu compañía. ¿Cómo hago para continuar mi vida sin ti? ¿Por qué no me llevaste contigo? ¡Odio vivir sin ti!
Saco un pañuelo del bolsillo trasero de mi pantalón y limpio mis lágrimas, miro la fotografía en su lápida y la veo tan hermosa y reluciente como siempre la recordaba, sonrío cuando recuerdos a su lado vienen a mi cabeza, era tan feliz a su lado y no entiendo como pudo morir sin causa alguna. ¿Qué estoy pagando? ¿Acaso estoy maldito como dicen? No logró comprender, he perdido a cuatro valiosas mujeres y sin razón aparente, todas sanas y bien valorizadas. ¿Entonces por qué mueren? ¡Es tan injusto! sollozo con fuerza, mientras miro al cielo y observo las nubes grises moviéndose de un lado a otro, dando a entender que se avecinaba una tormenta, mi teléfono vibra y suena anunciando una llamada telefónica.
—¿Hola? —digo al descolgar la llamada.
—¡Hijo mío! ¿Dónde te encuentras? —responde en pregunta con su característica voz.
—¡Abuelo! Que grato escucharte—respondo con alegría. —, Estoy en el cementerio dejándole flores a mi difunda esposa, ¿Estas en la ciudad?
—Que romántico mi muchacho, si, de hecho, acabe de aterrizar en esta fea ciudad, solo por verte—responde con gracia, me rio—, Hoy quiero cenar y que me presentes a esa pelirroja con la que te han captado saliendo del bar.
—¿A qué te refieres, abuelo? —pregunto confundido.
—¿Cómo es que no lo sabes? Eres tendencia nuevamente, hay fotos tuyas con una pelirroja saliendo de ese bar que te gusta, dicen que ya reemplazaste a Evangeline…—alarga confundido, abro mucho mis ojos, ¡Mierda!