Capitulo 3. Sorpresa.

1556 Words
Capitulo 3. *Sorpresa. *Dos semanas después. Las semanas pasan y los síntomas son más intensos, aún no he decidido ir al doctor en la espera de que Alberto vuelva, quisiera poder compartir con él una vez más, esta gran noticia que me llena de alegría el corazón, todos en la familia lo saben, y juntos deseamos darle la sorpresa está noche en su regreso, tenía intenciones de hacerlo antes, pero el tema se ha vuelto un problema ni que hacer, solo se que ya no hay vuelta atrás. * Ya en casa de mis suegros, todo está organizado para su llegada, la familia se reúne en la espera de su entrada, ya que somos informados por su chófer de todos sus pasos. Nos reunimos y esperamos que el mayordomo habrá la puerta, y todos juntos gritamos. — SORPRESA…. Detrás de nosotros, un cartel grande que dice, “Bienvenido a casa” y en la entrada, su hermano, del que no sabíamos nada hasta ahora. — ¿Qué pasa? — Pregunta Alberto desde la entrada. — Parece que te están esperando a ti. — Responde con frialdad Aurelio al notar nuestra expresión de incomodidad mientras se adentra al lugar. — Buenas noches. — dice en tono arrogante. — ¿Aurelio? ¿Hijo?— Mi suegra en shock se aproxima a saludarlo al igual que mi suegro. No lo esperábamos, Alberto no nos informó de su llegada, esto es una gran sorpresa y quizás ellos también querían sorprendernos con su llegado, o es lo que quiero pensar, no puedo creer que justamente hoy decida regresar, no puedo entenderlo, mi mirada de incomodidad se cruza con sus ojos verdes como los de mi suegra, que se enfocan en mí desde la distancia, distante así como lo recuerdo, sin embargo él a cambiado mucho, está más fornido, se nota claramente el ejercicio que ejecuta, es alto de tez más canela como la de su padre, alto de unos 1, 80, cabello castaño oscuro, de gran físico y apariencia. Ha Sido una montaña rusa de emociones su llegada, tanto que la sorpresa a tenido que esperar hasta después de la cena. — Te extrañe.— Dice Alberto dejando un beso suave en mi hombro y uno en mis labios. — Yo a ti, ¿Todo marcha bien en la empresa? — Si, todo va muy bien manejado por Aurelio, de hecho ha venido conmigo para empezar el proyecto que te comenté, lo haremos en familia. — Entiendo, me alegra que todo esté marchando como lo deseas. — Más de lo que esperaba, siento que las cosas mejorarán. — Sonríe ligeramente y beso sus labios dejando un corto beso y vuelvo a enfocarme en mi comida que aún no puedo terminar por los nervios. Estamos hablando cuando de repente mi madre da el anuncio que desborda mis nervios. — Ahora el postre. — Dice mi madre llamando mi atención, la chica de servicio trae la bandeja la cual contiene el análisis de sangre que me hice, se la pone en su espacio y espero que lo habrá. Alberto observa el documento llamando la atención de todos quienes esperan su reacción, en ese momento, él solo analiza lo que le han entregado, lo detalla y en cuanto entiende de lo que se trata levanta su mirada sobre mí muy serio. — ¿Estás embarazada? — Pregunta y todos aplauden. — Felicidades, felicidades, la familia, por fin va a crecer, por fin podremos conocer a nuestros nietos. Alberto me mira incómodo, los aplausos y felicitaciones, vienen de parte de todos, incluyendo a su hermano quien actúa de la misma manera que él, se acerca a Alberto y le da un abrazo felicitándolo, su mirada esta fija en mí como nunca, se aleja de él y se aproxima a mi encuentro. — Felicidades, espero que está bendición, te haga muy feliz. — Su mirada se posa sobre la mía y no puedo evitar apartarla en dirección de Alberto que actúa muy tranquilo para el gran momento. — Gracias, espero tu estadía sea agradable, me alegra que hayas podido estar presente en esta importante ocasión. — Sin duda me siento dichoso de siempre poder presenciar importantes acontecimientos en la vida de mi hermano, felicidades nuevamente. ¿Me disculpan? Iré a descansar. — Adelante. Se retira, su mirada se posa en mí por última vez, como la de Alberto, quien me hace una señal para despedirnos y así lo hacemos. Durante el camino y al llegar a casa, he podido presenciar que él apenas me dirige la palabra, en cuanto cruzamos la puerta a nuestra habitación, todo cambia, incluso él. — ¿lo hiciste sin mi consentimiento? — Pregunta arrojando el saco sobre la cama. — No, no mi amor, no se lo que pasó, te lo juro, tome mis pastillas siempre mi amor. — Emilia…— Suspira. — No quiero sonar egoísta, Pero te quería solo para mí por ahora, disfrutar un poco más de nuestro matrimonio, yo…— Me acerco y lo beso, lo beso con todas mis ansias. En cuanto me alejo tomo su mejilla y hago que me mire. — Me tienes a mí, aquí estoy, no me voy a ir, te juro que cuando me enteré estaba tan sorprendida como tú, ¿Qué querías que hiciera? Me sentí aterrada, mi madre lo notó y luego le dijo a todos, tienes que creerme, no haría nada sin ti, por favor Alberto, no lo rechaces, te lo pido.— Apoyo su mano sobre mi vientre que él acaricia sintiendo sus movimientos. — Emilia, ¿Eso…— Yo asiento ante los movimientos del bebé. — Siéntelo por favor, siente sus movimientos. —Noto su incomodidad y me inquieto ante su suspiro. — ¿Ya lo has confirmado con una ecografía? — No, te esperaba, quiero que los dos podamos ir a verlo. — Bien, mañana iremos a la clínica, descansa, necesito un trago. — Se aleja de mí y ese vacío que deja me inquieta aún más, no era la reacción que esperaba, Pero me imaginé que podría ser peor, es evidente que no lo quiere y eso me duele. Lo espero por horas, ni siquiera note el momento en el que me quedo dormida, simplemente no llego, dejándome más angustiada. * Al despertar ambos nos preparamos para ir a la clínica, puedo notar lo distraído que está en su celular, incluso recibe una llamada de su hermano con el que acuerda verse tras la evaluación. En cuanto llegamos, de inmediato somos atendidos por un doctor que empieza a examinarme. — Efectivamente, estás embarazada, tienes aproximadamente, 13 semanas. Alberto no hace más que mirar la pantalla, su mirada es fría, indiferente, algo incómodo, no siento su apoyo y me lo deja saber, en cuanto sabemos que el bebé cuenta con buena salud, salimos del consultorio en dónde él no menciona palabra alguna en todo el camino. — ¿No dirás nada? — Pregunto al ver su expresión y su distancia. — ¿Qué debo decir? Sabes lo que pienso, no estoy preparado para esto, lo sabías, ¿por qué simplemente no tuviste cuidado? — Ya te dije que lo tuve, has escuchado al doctor, quizás fue por los efectos de algún medicamento, el alcohol, o que quizás la vomité sin darme cuenta, por favor, no hagas esto. — ¿Ahora yo soy el malo? Te dije lo que pensaba al respecto, yo solo espero que esto no cambie las cosas, no me presiones para que lo acepte, sigue las indicaciones del doctor y todo saldrá como lo esperas, Dios Emilia, estábamos tan bien. — Se baja del coche al llegar a la empresa de su familia y me ayuda a bajar, apenas puedo reaccionar ante sus palabras, me toma de la mano y me guía por el edificio hasta llegar a la oficina dónde se reúne con su hermano. — Pensé que te tomarías el día para estar con ella. — Pregunta Aurelio fijando su mirada en mí. — Ahora más que nunca tengo que enfocarme en este proyecto, ¿Tienes todo listo? — Si lo iba a presentar en la junta. — Bien, vamos, veamos que pasa. Ambos se levantan y Aurelio fija su mirada en mí antes de salir, una mirada llena de emociones que no puedo describir y que me trasmite más dolor al corazón. No sabía que las cosas podrían cambiar tanto, sabía que sería diferente, pero no tanto. *Dos semanas después. Un nuevo día deslumbra, al despertar no puedo dejar pasar ese hermoso sueño en el que Alberto acariciaba mi vientre, podía sentir como mi bebé se movía para él, sus caricias suaves me llenaban de calma, no quise arruinar su momento, permití que me acariciara para que se familiarice con el bebé, sus caricias, ese perfume nuevo y exquisito eran tan relajantes que me hizo perder la noción del tiempo. Me levanto preparándome para ir a la oficina. Al llegar empiezo a hacer mi ronda como de costumbre, cuando de repente un intenso dolor se apodera de mí vientre. — ¡Aah! — digo llamando la atención de Carlota quien aparece de inmediato ante mi jadeo de dolor. — ¿Está bien señora? — No, Carlota, me duele, AAAAH….— un sangrado extraño empieza a recorrer mis piernas, alarmando a todos. — Llamen a una ambulancia, una ambulancia rápido.
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