Ha escondidas

1624 Words
Capítulo 13 Ha escondidas —Alex, por favor, solo por esta vez ya deja de ser tan refinada y lánzate, ¿harás que suba y te lance yo mismo?—me gritó Elías desde la parte baja de aquel lago. Yo únicamente pensaba que me aterraba la idea de caer mal y golpearme la cabeza con algo, pero él siempre me presionaba para supuestamente ayudarme a enfrentar mis miedos. —Solo espera un segundo, además hace mucho frío Elías, estamos en pleno otoño—comenté, y la verdad es que trataba de analizar como es que acepté su dichosa invitación a ese lago, mi madre estaría furiosa, si llegaba a enterarse de que yo fui a casa de Rouse, para escaparme con mi novio a un lago que estaba fuera de nuestra localidad… 《 Novio, sí, dije novio》 Ni siquiera tengo idea como rayos acepté, pero recuerdo que tuvo que insistir mucho. Luego de terminar la secundaria por fin pasar a el tan anhelado curso superior para jóvenes de nuestra edad, y después de tres años de mucha perseverancia por parte de él, acepté ser su novia, aunque no estaba segura si iba a funcionar, ya que el hecho de ser mi amigo primero por tantos años y luego de pretender una relación no era algo fácil de digerir para mí, a pesar de que siempre me había atraído Elías. Pero me enamoré de sus ocurrencias y a pesar de que siempre podía ser un idiota egocéntrico y fanfarrón, con carácter de los mil demonios, pude aprender a conocer su lado más sensible y bueno. —¡Diablos, Alex, no me hagas subir por ti! —exclamó. Me puse los dedos para, tapar mi nariz y solo dejé caer mi cuerpo al agua desde la peña donde me hallaba. El líquido frío se sentía como si cortara mi piel, el pecho se me expandió por la presión de la caída y empecé a patalear buscando el aire, tosí unas cuantas veces mientras movía mis manos y pies para flotar, miré alrededor y no encontré a Elías, cosa que me aterró, ya que mil cosas se pasaron por mi cabeza. —¡Elías! —grité su nombre, temía que algún monstruo marino se lo hubiera llevado —. ¡Elías, no estoy bromeando! —amenacé, pero no lo veía por ningún lado, hasta qué… Sentí como algo rozaba mi pie y empecé a gritar y dar patadas al agua, nade buscando la orilla y luego ese algo me haló llevándome a la profundidad, grité debajo del agua y las burbujas delante de mí hicieron que fuera imposible ver más allá. Su rostro se acercó con una sonrisa malvada y besó mis labios, lo golpeé en el hombro y volví a nadar hasta la superficie. Otra vez empecé a toser —Eres un cretino, te odio —lo insulté porque había cruzado la línea, él solía tener bromas muy pesadas, pero esa casi me mataba del susto. —Ja, ja, ja —soltó la carcajada, yo arrugué mi frente y empecé a moverme para alejarme, notó que si me enojé realmente y ahora él era quién estaba preocupado. Alex, ven, no fue mi intención, solo era una broma —se disculpó—. Vamos Alex, no seas así, Cerecita hablemos, ¿Sí? —suplicó cuando llegamos a la orilla, yo seguía caminando para buscar mis cosas e irme verdaderamente a casa de Rouse, de lo contrario mamá si iba a sospechar y tendría problemas si ella sabía lo que ocurría con Elías. —Debo irme —murmuré, recogiendo mis pertenencias mientras el frío otoñal me cubría por completo, él se puso frente a mí y me tomó de ambas manos viéndome a los ojos. —Por favor, perdóname, no quise hacerte enojar —insistió. Y siendo honesta, eso era suficiente para rendirme ante sus encantos, llenando mi cuerpo de un calor frenético que cada vez se hacía más intenso al tenerlo así de cerca. Acarició mi mejilla y su mano estaba fría, hice una mueca y sonrío. No quiero que estés enojada, aunque me encanta verte así porque te ves extremadamente sexy, siendo honesto —Apuntó y entorné los ojos. —Vamos Elías, ya debo irme en serio, si mamá llama a casa de Rouse y contesta su madre, ¿Qué haré dime? —le inquirí con los brazos cruzados. —Rouse sabrá que inventarse, ella es muy astuta —reconoció y negué rápidamente. —No, no quiero problemas, ya hemos estado muy cerca de ser descubiertos y sabes lo que pasaría, si mamá se entera de que tú y yo tenemos algo —le advertí y él giró los ojos molesto recordado el discurso que siempre le daba. —Te enviará a un internado en Londres hasta que cumplas 25 u 30 años —repitió y yo sonreí palmeando su mejilla. —Exacto, y apenas tengo 17, así que será mejor que nos apuremos —dije mientras tomaba una toalla de mi mochila para secarme, él avanzó a la orilla del río para recoger su ropa, y empezó a vestirse, entonces no pude evitar apreciar su cuerpo escultural y perfecto, ya que Elías había crecido tomando un aspecto bastante atractivo que a veces me preocupaba, las chicas siempre lo admiraban y babeaban por él, yo no podía negar que me sentía insegura de ser su novia porque existía toda una fila de femeninas locas por ganárselo. Arrugue la boca haciendo un puchero y en ese momento se giró al tiempo que se colocaba su camiseta. —¿Y esa cara? —interpeló con una ceja levantada y para poder arreglar el asunto solo fingí. —Nada, solo estaba pensando en el examen de mañana —agregué y amplió su sonrisa acercándose lentamente, se puso de pie frente a mí y como sabía lo nerviosa que me ponía cuando hacía eso, solo me di la vuelta para ignorarlo, pero como ya lo conocía me sostuvo del brazo giró mi cuerpo apretándome la cintura y con su otra mano libre sostuvo mi barbilla para obligarme a mirarlo. —Te conozco lo suficiente como para saber que mientes, dime ¿Qué te ocurre? —interrogo, y la respiración se hacía pesada en mi pecho, mi cuerpo temblaba y no de frío, las piernas pronto fallarían e iba a terminar desmayada porque su cercanía me descontrolaba todo el sistema reiniciándolo y haciéndolo enloquecer. —N-no seas tonto — tartamudeé—. Te digo la verdad —sostuve intentando mirar al suelo, él no lo permitió y acerco sus labios rojos a los míos, entonces ese calor se dispersó por todos lados, dando una sensación dulce y embriagadora de su contacto labial, y solo eso era suficiente para derrumbarme. Cuando el beso se terminó aún con los ojos cerrados, suspiré y el aire frío se metió por mis fosas nasales, sin embargo, su aroma a ese perfume delicioso que usaba también se coló, dejando una agradable sensación para recordar. —Bien, vámonos —propuso y caminamos hasta su motocicleta, él me ofreció el casco porque nunca permitía que yo me subiera sin colocarme antes el dichoso objeto, abracé su cintura y encendió el motor para ponerla en marcha. Recosté mi cabeza a su espalda ancha disfrutando el viaje al tiempo que mis ojos se deleitaban con los hermosos colores naranjas de los árboles en ese otoño, ya pronto llegaría el invierno y eso quería decir que tendría que inventar más excusas para ver a Elías, cada vez se complicaba más nuestra relación y temía que nuestra mentira fuera descubierta. Llegamos a casa de Rouse, le di otro beso un poco más rápido para que la madre de mi amiga no se diera cuenta de que me escapé de la casa, caminé a pasos rápidos rodeando la casa y eché una última mirada a Elías, él sacudió su mano para despedirse y le dediqué una sonrisa esperando verlo al día siguiente. Corrí para poder trepar la ventana hasta la habitación, y cuando asomé la cabeza, vi a la madre de Rouse de espaldas a la ventana… Mi amiga me vio y amplió sus ojos muy grandes para avisarme que me escondiera, y eso hice evitando así ser descubierta. —Bien, le diré a su madre que está en el baño—dijo Rayle y salió cerrando la puerta, yo volví a asomar la cabeza y entré rápido. —Carajos Alex, casi me matas de un infarto. Mamá se puso intensa que tu madre quería hablarte y tuve que decirle que estabas en el baño, afortunadamente llegaste a tiempo, pero no creo tengas tanta suerte a la próxima —espetó mi amiga, dejé la mochila en el suelo y de inmediato me lancé a la cama para arroparme. —Rayos, hace frío —me quejé y ella me lanzó una almohada. —Alex, en en serio, ¿No te preocupa que te descubran? Sabes lo que pasaría si tu madre se entera de que estás de novia con el chico más rebelde de toda la ciudad y sin mencionar que tiene una peligrosa motocicleta —enumeró las razones, pero en realidad eso no me importaba, yo estaba enamorada de ese rebelde y haría lo que fuera por mantenernos juntos. Suspiré sonriendo y me eché de espaldas para ver el techo de la habitación, ella se lanzó a mi lado obstruyendo mi campo visual desde arriba. —Eres un caso perdido Alex, de verdad Elías te hechizo. —Sí, y es el más agradable de los hechizos, Rose, de verdad me siento como en las nubes —murmure embelesada. —Bien, cuenta, ¿Qué hicieron? ¿Y por qué tienes el cabello mojado? —preguntó y al recordarlo no pude evitar sonreír.
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