CAPÍTULO TRECE La segunda boda de Estefanía no se parecía en nada a la primera. En la primera había habido luz, amor y esperanza y era con el hombre con el que quería pasar el resto de su vida. Había sido la culminación de todo lo que Estefanía había esperado. La segunda era la declaración pública de una alianza política, oficiada por un sacerdote de la muerte y con un hombre cuyo asesinato había estado imaginando casi desde el momento en el que lo conoció. Tal vez había algo más sincero en aquello. En cualquier caso, ahora estaba unida en matrimonio a Ulren, que miraba con impaciencia desde su buque insignia cómo su flota cruzaba el mar entre Puerto Sotavento y Delos. Estefanía estaba ansiosa por que sus barcos avanzaran, y no solo porque cada noche que pasaba en el mar significaba otr