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Vencedor, Derrotado, Hijo (De Coronas Y Gloria—Libro 8)

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“Morgan Rice ha concebido lo que promete ser otra brillante serie, que nos sumerge en una fantasía de valor, honor, coraje, magia y fe en el destino. Morgan ha conseguido de nuevo producir un fuerte conjunto de personajes que hará que los aclamemos a cada página… Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores a los que les gusta la fantasía bien escrita”.

--Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre el Despertar de los dragones)

VENCEDOR, DERROTADO, HIJO es el libro #8 -y el último libro- de la serie de fantasía épica DE CORONAS Y GLORIA, que empieza con ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #1)

Mientras Ceres lucha en una tierra mística para recuperar sus poderes perdidos –y para salvar su propia vida- Thanos, Akila, Lord West y los demás se atrincheran en la isla de Haylon para su última tentativa contra el poder de la flota de Felldust. Jeva intenta reunir a su Pueblo del Hueso para que vengan en ayuda de Thanos y se unan a la batalla por Haylon.

Le sigue una batalla épica, ola tras ola, y todos ellos dependen de un tiempo limitado si Ceres no regresa.

Estefanía parte hacia Felldust para cortejar a la Segunda Piedra y llevarlo hacia Delos, para recuperar el reino que una vez fue suyo. Pero en este nuevo mundo de crueldad, puede que no todo vaya como ella había planeado.

Irrien, con su reciente victoria en el Norte, reúne toda la fuerza de la flota de Felldust para dirigir un ataque final y demoledor sobre Haylon. También trae un arma sorpresa -un monstruo de inconmensurable poder- para asegurarse de que Ceres es aniquilada para siempre.

Mientras tanto, el hechicero Daskalos envía a su arma definitiva -el hijo de Thanos y Estefanía- en una misión para matar a su padre.

En el final de la serie se da la más épica de las batallas, con el destino del mundo pendiendo de un hilo. ¿Vivirá Ceres? ¿Y Thanos? ¿Qué sucederá con su hijo? ¿Volverá a haber libertad? ¿Y encontrarán Thanos y Ceres finalmente el verdadero amor?

VENCEDOR, DERROTADO, HIJO narra la historia épica del amor trágico, la venganza, la traición, la ambición y el destino. Llena de personajes inolvidables y acción vibrante, nos transporta a un mundo que nunca olvidaremos y hace que nos volvamos a enamorar de la fantasía.

Un libro de fantasía lleno de acción que seguro que satisfará a los admiradores de las anteriores novelas de Morgan Rice, junto con los admiradores de obras como El ciclo del legado de Christopher Paolini… Los admiradores de la Ficción para jóvenes adultos devorarán este último trabajo de Rice y pedirán más”.

--The Wanderer, A Literary Journal (sobre El despertar de los dragones)

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CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO UNO Thanos se agachó cuando una flecha pasó a toda velocidad por delante de él y escuchó su ruido metálico contra las paredes de piedra de una de las casas de Haylon. Regresó a toda prisa por las calles, llegó a un cruce y se giró, espada en mano. Media docena de los antiguos hombres de Lord West salieron de un lado, los antiguos soldados del Imperio salieron del otro, mientras los soldados nativos de la isla salían en grandes cantidades de las casas de alrededor. Atraparon entre ellos a los soldados de Felldust que perseguían y Thanos atacó. Thanos clavó su espada contra el escudo de un hombre, se dio la vuelta para bloquear un golpe que iba dirigido a un hombre que estaba a su lado y tiró hacia atrás de una patada a un tercer soldado mientras Sir Justin se metía en el hueco que quedaba y mataba a otro hombre. —Estás cogiendo por costumbre salvarme —dijo Thanos en un fugaz respiro de la lucha. —Continúa luchando y estaremos en paz —respondió Justin. Eso lo podía hacer Thanos, al menos. Atrapó un hacha sobre su espada y la mantuvo en alto para que uno de los soldados del Imperio pudiera clavar una puñalada en el espacio que quedaba y, a continuación, cogió el hacha con su mano mala. Ahora se acercaban más enemigos, apareciendo en grandes cantidades mientras los invasores se daban cuenta de que allí había un nudo de defensores. Aquello significaba que tocaba dispersarse de nuevo. —¡Retroceded! —exclamó, y los hombres que había a su alrededor corrieron hacia una de las casas, cortando camino por otra calle. Thanos corría y vio que a su lado iba corriendo el General Haven. El anciano tenía la cara roja por el esfuerzo. —¿No debería buscar un lugar menos… activo en el que luchar, General? —preguntó Thanos. Haven le lanzó una mirada amenazadora. —¡No me digas lo que debo hacer, jovencito! ¡Tú no eres mi príncipe! A pesar de sus quejas, el viejo general parecía estar contento de luchar junto a Thanos y Justin mientras luchaban por subir una serie de escalones de piedra hasta uno de los tejados de la ciudad. Era imposible saber qué soldados habían salido de qué sitios; Thanos solo veía que los hombres que defendían la isla lo hacían con valentía y tesón. Sin embargo, desde allí veía el tamaño de la flota que estaba atacando la isla. No era la enorme flota de invasión que había venido a Delos, pero aun así era cuantiosa. Cubría el espacio que rodeaba el puerto como una oscura mancha sobre el agua, llenando con barcos que todavía ahora estaban descargando más y más soldados sobre el suelo de Haylon. La única esperanza era a****r y marchar corriendo, soltando montones de atacantes para después convertirlos en una multitud antes de que se adentraran en la ciudad. Los guerreros nativos de Haylon parecían estar más que acostumbrados a ese tipo de táctica, pero a Thanos le sorprendió bastante lo bien que las utilizaban los antiguos soldados del Imperio. Probablemente, el tiempo que habían pasado siendo perseguidos por las colinas de la isla tenía algo que ver. —Por aquí —dijo Haven, y Thanos siguió al general partiendo del hecho de que, seguramente, era el que mejor conocía la isla de todos los que estaban allí. Thanos deseaba que Iakos y Akila estuvieran allí, pero el líder sustituto estaba muerto y Akila estaba demasiado malherido para esas técnicas escapatorias. Thanos vio una serie de calles que reconocía y hizo una señal al general. —Aquí —gritó—. Los callejones. Ante su sorpresa, le siguieron. Pasaron corriendo por una serie de callejones estrechos y volvieron a girar. Parecía que algunos de los hombres de Sir Justin querían a****r de nuevo al enemigo, pero Thanos levantó el brazo para detenerlos. —Esperémosles —dijo Thanos—. Podemos defender mejor desde este extremo y… bueno, observar. Puede que aún no lo conocieran, pero aun así se quedaron quietos. Los soldados de Felldust atacaron y entonces fue cuando los isleños que estaban a la espera se colaron por los muros que había a ambos y los cubrieron de escombros. —Iakos puso trampas en media ciudad —explicó Thanos. Ahora le costaba respirar y deseaba poder parar aunque fuera un momento, pero en una batalla como esta, no había tiempo—. Venga, tenemos que continuar. Retrocedieron más, esta vez andando con cuidado entre cuerdas de trampa y trampas para animales. —Esta es una manera sucia de luchar —dijo Sir Justin. Thanos le puso una mano sobre el hombro. Podía imaginar por lo que aquel hombre estaba pasando. Los antiguos hombres de Lord West probablemente estaban acostumbrados a llevar a cabo ataques y duelos cuidadosamente planeados, no a luchar en callejones y escapar. —Estamos haciendo lo que debemos para ganar —dijo. Thanos todavía recordaba cuando él había luchado con tanta cautela que no había matado a sus contrincantes, y había luchado con honor. Ahora aquellos tiempos parecían muy lejanos—. Estamos manteniendo a salvo a nuestras familias y amigos. Estamos salvando a la gente de Haylon y al Imperio. Vio que los guerreros asentían y ahora estaban de nuevo lejos entre las casas, corriendo delante de las fuerzas que avanzaban. Esa era la parte preocupante de todo aquello. Estaban perdiendo terreno con cada enfrentamiento, incapaces de parar y luchar ante tantos contrincantes. Incluso cuando Thanos giró de nuevo, apartando de un golpe una lanza para poder clavar su espada en la persona que la empuñaba, salió corriendo de nuevo, dirigiéndose de nuevo a la siguiente posición entre las casas y luego hasta la siguiente. No parecía tanto luchar para ganar como simplemente frenar la derrota tanto tiempo como fuera posible. Thanos se encontraba tras una barricada en medio de la ciudad cuando llegó un mensajero corriendo, saliendo repentinamente de un portal de por allí cerca. Thanos casi lo ensarta por instinto, pero consiguió retroceder a tiempo. —Akila dice que ya es hora de que las últimas personas se retiren de la ciudad. Una de las playas de la punta de la isla ha caído, y los necesitamos a todos para reforzar los desfiladeros. Thanos asintió, intentando ocultar su decepción ante aquellas palabras. Thanos sabía que esto era inevitable desde que las fuerzas de Felldust habían abierto a la fuerza los portones del puerto, pero se había atrevido a esperar que fuera porque lo habían confiado todo a aquel ataque. Si también podían tomar playas cruzando la isla, las cosas estaban peor de lo que pensaba. —¡Retroceded hasta las colinas! —exclamó, y los hombres que lo rodeaban parecieron sorprenderse por un instante, antes de partir a través de la ciudad hacia los desfiladeros. Los hombres del General Haven fueron tan rápidos como los hombres de Haylon, pues evidentemente habían llegado a conocer las montañas durante el tiempo que lucharon allí. Los antiguos hombres de Lord West siguieron, evidentemente guiados por Thanos. Él tan solo esperaba que no estarlos llevando hasta su muerte. Llegaron hasta los muros de piedra y los desfiladeros del borde de la ciudad. Había unos hombres con mazos esperando junto a unas grandes plataformas de madera. Thanos imaginaba que cuando los encarrilaran hacia dentro, los muros de piedra se derrumbarían y formarían un muro natural. Thanos imaginaba también que, a no ser que lo hubieran calculado muy bien, los hombres se arriesgaban a quedar enterrados cuando se derrumbaran las piedras. Estaban entregando sus vidas para frenar el avance. Thanos no podía permitir que lo hicieran solos. Agarró uno de los martillos, ignorando la cara de conmoción del hombre mientras observaba cómo las tropas que iban con él se colaban por el hueco. Llegaron más guerreros de Haylon, y más todavía, pero ahora Thanos veía que los hombres de Felldust seguían de cerca. Entonces empezó a pensar en Ceres. Esperaba que su búsqueda le fuera mejor de lo que a ellos les iba en la isla. Tenía muchos deseos con ella y, si moría aquí, nunca sucederían, pero no podía quedarse quieto y dejar que estos hombres lo hicieran solos. —Debemos hacerlo —dijo uno de los hombres que estaban allí. Thanos negó con la cabeza. —Todavía no. Aún tienen que llegar más hombres. —Pero si los hombres de Felldust nos localizan … —He dicho que todavía no —repitió Thanos. Los guerreros continuaron llegando, y Thanos dejaba pasar a tantos de los suyos como podía. Cuando el primero de los guerreros de Felldust fue hacia él, Thanos paró el golpe con el mango de su mazo y, a continuación, atacó de nuevo, sintiendo que las costillas cedían por el golpe. otro se adelantó y allí estaba Haven para derribarlo. —Este no es un lugar para ti, mi príncipe —dijo. —Pensaba que había dicho que yo no era su príncipe —remarcó Thanos. Oyó que el hombre suspiraba. —No lo eres, pero tienes razón. Vine a esta isla para ser un asesino. Es el momento de ser algo más. Hizo una señal con la cabeza y Thanos notó unas manos fuertes que le agarraban los brazos. Dos soldados del Imperio lo echaban hacia atrás mientras Haven se hacía con el martillo que sostenía Thanos. —Haven, no lo haga —dijo Thanos. Pero era demasiado tarde. El viejo general ya estaba balanceando el martillo, junto a los pocos hombres elegidos de Haylon. Lo balanceaba con toda la fuerza de un hombre mucho más joven, los golpes impactaban contra la plataforma, mientras las rocas crujían por encima suyo. Cuando estas cedieron, fue como un trueno, parecía que el mundo entero desaparecía bajo la lluvia de piedras que caía. El General Haven desapareció bajo esa avalancha, dejando tan solo un sólido muro de losas. Thanos miró al montón asombrado. Aun así, sabía que esto solo les daba un poco más de tiempo. Haylon estaba perdida. Solo esperaba que las cosas fueran más fáciles para Ceres.

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