La mañana siguiente estoy nerviosa y algo cohibida de lo que Caleb puede penar de lo sucedido anoche. No sé qué coño nos sucedió, pero estoy clara en una cosa. No puede volver a suceder. Yo estoy aquí con el único propósito de cuidar de Maya y unirlos como familia, no para acostarme con mi jefe. —Buenos días. Me sobresalto cuando escucho la voz de Caleb entrando a la cocina —Buenos días—murmuro sin mirarle mientras empaco el almuerzo de Maya, que come su desayuno de forma animada. —Espero que descansaras —su voz está cerca de mí, lo que me dice que está sirviendo su café como todas las mañanas. La verdad no pude dormir mucho dando mil vueltas en mi cama después del beso. —Dormí como un bebé— miento. —Tus ojeras me dicen lo contrario. Me doy la vuelta y lo fulmino co