Son pasadas las nueve cuando entramos a la casa después de dejar la casa de mis padres. En principio, había decidido quedarme y ayudar a mi madre con papá, pero ellos mismos me enviaron a casa con Caleb y Maya. Esta última había cenado y pasado una tarde divertida con ayuda de mamá que a pesar de todo estaba tranquila al ver de nuevo a papá en casa. Veo como Caleb lleva en brazos una dormida Maya y avanza a la par que yo enciendo algunas luces. Me quedo en la cocina donde enciendo la estufa para hacer un té esperando que Caleb deje en su cama a una exhausta Maya. Estoy de espalda cuando siento que soy rodeada desde atrás y la barbilla de Caleb descansa de manera suave sobre mi hombro. —¿Estás bien? —pregunta por millonésima vez. —Ahora si—murmuro—Pero tengo que confesar que sentí miedo