Una Accidentada Recuperación

1457 Words
No tuve que estar mucho tiempo en reposo y observación antes de que mis cuidadoras entendieran que no requería más atenciones y podía por lo tanto volver a mis labores, que por lo pronto parecían destinadas a nunca transcurrí de manera pacífica, pues siempre me asechaba alguna desgracia, algún problema en el que yo no tenía participación alguna pero que sin embargo recaí sobre mí. Me parecía inaudito que recién me empezaba por fin a abandonar el recuerdo de Danton hermano ya hubiera tenido que ser victima de un secuestro y aun mas inaudito era que mi salvador fuera una persona que dé a pocos se había infiltrado en mi vida, como el agua que entra por las grietas llenando de a pocos mi mente sin que yo me diera cuenta, con un disimulo de enfermedad. Al 2 día de su estado comatoso me fue permitido verlo, estaba tan pálido que su piel dejaba ver en algunas secciones el verdor de sus venas, los pómulos ligeramente pronunciados tenían una lividez de muerte y sus labios según me comentaron recién abandonaban el tono azulado. Era sin lugar a dudas un hombre de grandes proporciones, debía rozar por lo menos el metro con noventa centímetros, sus hombros amplios eran de seguro el motivo por el que la bala no había atravesado todo su cuerpo de un lado a otro, en la mejilla tenia algunas cicatrices seguro debidas a una niñez ajetreada y alegre, entre mas lo observaba mas me resultaba inverosímil el hecho de haber podido cargar con el hasta el lomo del caballo que fue realmente quien le salvo la vida con su rápido galope. Como yo ya no estaba en ningún peligro proto fueron requeridos mis servicios, pero incapaz de apartar mi mente del hombre que me salvo y también un poco alentada por las demás enfermeras que veian en el la figura de un héroe medieval que rescata a la princesa de las fauces de un dragón, me encontraba a mí misma visitándolo constantemente, perdiéndome en sus facciones de extrema calma, intentando figurarme como algo tan hermoso y valiente podía desfigurarse en los momentos en que hacia gala de su horroroso sentido del humor y de su irónica sonrisa, así, dormido parecía una ángel tan solo capaz de cosas preciosas, durante algunos instantes llegue a plantearme que de no despertar nunca podría consagrarse como un santo para quienes no conocieran su verdadero talante, sin embargo este tipo de ideas que me surgían como broma, pronto se me hacían intolerables, pues debía de algún modo encontrar la manera de pagarle el servicio prestado, de hacerle saber que pese a los primeros malentendidos lo tenia ahora en una muy alta estima. Llego el quinto día y tras finalizar mi turno de  la tarde fui a verlo un rato como lo había hecho anteriormente, divague sobre las palabras que debía pronunciar cuando despertase y en medio de esas mil formulaciones infructuosas me hallo el sueño, con las manos al rededor del rostro me sumergí en una placida siesta de la que me despertó Claudine y también Danton que al parecer se había despertado mientras que yo estaba allí en tan penosa situación, por si no fuera poca vergüenza el haber sido sorprendida en ese sueño casi ilícito el hizo de inmediato uno de sus atrevidos comentarios sugiriendo que era yo una vampira que le había robado la vida mientras dormía, ese día tuvimos una charla de los impúdica en la que declaro su amor con inexcusable descaro. Aunque normalmente y por fuerza de la costumbre en la que me habían iniciado los hermanos Moreau yo era capaz de deshacerme bastante rápido de esas palabras tontarronas que son las declaraciones esta vez aunque intente dejarlas volar en el aire nocturno de camino a la vivienda de Claudine, en la que me quedaba mientras Danton ocupaba mi estera, fui incapaz de librarme de ellos e incluso consentí con alguna malicia que si era eso cierto y el en verdad me amaba podría ser la primera ocasión en que alguien daba una prueba verdadera de ello y con que gracia y elegancia lo había hecho, evitándome lo que seria una muerte seguro y además quedando herido en el intento, puesto bajo mis cuidados por su propia valentía, era sin lugar a dudas algo demasiado novelesco para ser cierto pero aun así me ocurría a mí, me enaltecía tantísimo sus sacrificio que el solo hecho de pensarlo me nublaba el juicio y sentía autenticas ganas de plantarle un beso en los labios para luego decirle que si eso no bastaba para contentarlo podría darle un millar mas de ellos. Encontrarme en semejante estado de cursilería era algo nuevo y por ello me resistía a compartirlo con nadie, aunque las enfermeras parecían notarlo e incluso una de ellas llego a nombrarme como su amante una mañana en que me quede vergonzosamente perdida en su charla. Lo que fue tal vez el 6 o 7 día de su convalecencia lo halle vagando por el campo mientras hacia uso de una muleta, al parecer buscándome, al reconocerme entre las demás, tal vez por mi estatura algo superior, quiso afanarse y perdió el equilibrio, callo de bruces y yo no pude evitar reírme, como un niño que se cree invencible se levanto visiblemente avergonzado de su torpeza, yo me acurruque para limpiarle el pasto que le colgaba de los pantalones y entonces sentí grandísima ternura al ver que aun tan grandote y valiente seguía siendo a todas luces un hombre y  casi incluso un niño, grandes fueron los esfuerzos de autocontrol que hice para no darle un beso en la frente mientras le acunaba el rostro con las manos. Me dijo que requería de mi ayuda para salir de allí, puesto que aun cuando estar en mi compañía era muy hermoso para el aun así debía hacerse cargo de sus deberes, le comente que mi posición era muy baja y no estaba en posición de autorizar su estado de salud como recuperado, pero fue tal su insistencia que me arranco la promesas de que esa noche lo ayudaría a sortear la vigilancia de las enfermeras de guardia para si llegar hasta su caballo y emprender el camino hacia parís. Antes de que callera la noche fui a buscarlo, estaba durmiendo, como una bestia que acumula fuerzas para el inicio de un largo viaje, esta vez no pude contener más mi pasión y por un arrebato que luego me reproche muchísimo bese su mejilla para despertarlo, por fortuna esto no basto para extraerlo del sueño y ello me dio tiempo para avergonzarme en privado mientras el se frotaba los ojos y volvía a este mundo, pregunto si ya era la hora, al decirle que aun faltaba un rato, rio y dijo -Entonces simplemente quieres hablar, me lo tomo como el mas grande halago- como siempre estaba tan coqueto y dispuesto avergonzarme yo me puse firme también en mi papel y dije con una sonrisa que no pude acallar- no sea tonto Danton, simplemente no encontré a nadie más a quien importunar con mis desgracias- ambos reímos por primera vez honesta y libremente el uno enfrente del otro, un silencio cómplice en el que flotaba una especie de amor tierno y sentimental se clavo entre los dos, la pregunta de cual era su secreto se convirtió en un instante en secundaria y aunque aun me arremolinaba la curiosidad no fue nuevamente la razón de mi interés por el oficial, sin embargo me sirvió de excusa para llenar el tiempo que le había robado a su siesta, pese a mis suplicas y caricias, permaneció fiel a su conciencia y no me dijo nada, simplemente prometió que en el momento propicio y si las circunstancias lo permitían llegaría el día en que me hablara con total honestidad pero que hasta entonces charlar de más podía ponernos en peligro a los dos, luego examine sus heridas y le di sendas instrucciones para que actuara con toda precaución pues la bala estuvo muy cerca de desgarrarle una arteria y penetrarle el corazón con lo que la cicatriz era profunda y los puntos que la cerraban podían ceder en cualquier instante. A la hora de la fuga me suplico que le concediera un beso en la frente como talismán de buena suerte, a pesar de que la petición requería que yo me negara por lo menos un par de ocasiones, termine por hacerlo sin que el tuviera que repetirlo, su sonrisa inmensa y altiva fue lo último que vi del durante algún tiempo, luego de eso lo acompañe hasta el establo para luego distraer la atención de las enfermeras que guardaban la entrada del campo y facilitarle así la huida que tanto parecía apresurarlo.
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