El viaje hasta parís fue tortuoso hasta el extremo, tanto que mi voluntad flaqueaba constantemente e imaginaba que Camillie sabría perdonarme la cobardía y tal vez incluso ocultarme de las autoridades si se lo pedía, para vivir juntos en un idilio de fantasía en el que ella y yo podríamos sortear las mil y un obligaciones que imponía a cada uno su condición en esa tergiversada sociedad, no lo hice, por el convencimiento de que la mujer de mi mente y la de la realidad eran personar realmente distintas, el gatillo que disparo su amor y ternura fue la comprobación de que tanto como ella era yo un hombre valiente capaz de las realizar las empresas más complejas sin temores, el héroe que seguramente siempre deseo en secreto. De seguro verme abstraído de mis responsabilidades bastaría para el desencanto, el otro motivo era el convencimiento propio de que por principio debía realizar la tarea de espía aun cuando ello me resultara mucho más difícil de lo que hubiera imaginado.
Mi entrada en parís no fue para nada bien recibida, una vez mostré mis credenciales a una patrulla que me detuvo en la entrada de la ciudad fui dirigido por una escolta de dos hombres hasta el viejo hotel en el que me habían depositado durante mi primera visita a la ciudad, allí fui dirigido con la única explicación de que mi situación resultaba muy sospechosa a ojos de los oficiales pues en mi contra pesaban ya dos acusaciones indecorosas, ambas de bastante gravedad, se me indico que me seria permitido, por respeto a mi posición, salir de la habitación pero que esto no se haría si no me acompañaba siempre un guardia, con ironía resalte que mi condición de salud no permitiría ningún intento fructífero de escape y que por ello resultaba absurdo mantener todo el rato en vigilancia a un hombre incapaz hasta de cabalgar apropiadamente, tal advertencia dicha con mas humor que malicia pareció atraer mala voluntad sobre mi causa, por lo que ya no fui custodiado por un hombre sino que por dos, ambos, miembros de la policía militar, eran sin lugar a dudas dos de los hombres mas rectos que he conocido nunca, justos hasta niveles bíblicos permitían apenas lo que estimaban necesario y comprendían constantemente mis necesidades, por ello el segundo día de mi reclusión, cuando esperaba aun que se fijara fecha para mi juicio, ambos me acompañaron gustosamente hasta una cantina, pues el dolor y la ansiedad habían hecho estragos en mi y requería urgentemente el modo de embriagar ambas cosas.
El hombre que vi, nada más entrar allí me hizo querer regresar de inmediato a mi habitación pero esto hubiera resultado sospechoso por lo que permanecí en el sitio, en compañía de mis cuidadores, entre los tres se formó una agradable camaradería y aun contra las indicaciones de sus superiores aceptaron de mi parte un par de tragos, apenas los suficientes para aflojarles la risa y nublarles el juicio lo necesario para que me permitieran una ida al baño sin vigilancia, allí, en uno de los cubículos había estado esperándome con paciencia de santo el hombre al que debía yo rendir mis informemos como espía, vestido del mismo modo en que lo vi por primera vez dijo con genuina felicidad que había hecho grandes proezas para contactar conmigo, todas ellas infructíferas pues la situaciones me trasladaban constantemente en el territorio, luego de ello saco una libreta y de entre sus hojas algunos sobres entre los que pude ver de inmediato la firma de Jonas y Hanns, eran mi recompensa por un trabajo bien hecho, con tan cuantiosos soborno y también por la buena voluntad con la que me desempeñaba yo en mi cargo informe sobre las debilidades de las trincheras francesas y particularmente sobre el estado de abandono en el que se encontraban, también comente que las fabricas empezaban a hacer gran acopio de armamento tanto en Francia como en Inglaterra, por lo que debían estar previendo un ataque a gran escala en algún punto de los amplios frentes, mencione que tal vez intentaran atacar galipoli, un punto estratégico con el que podrían surtir a Rusia de los bienes que les hacían falta para continuar la guerra. Resulto que mi previsión fue cierta y en gran parte el hecho de que sobre la meseta se hubieran preparado ametralladoras que barrieron con el ataque francés durante la semana del 9 de febrero fue una derivación directa de mi informe. Durante mucho tiempo tras enterarme de esto me pregunte si seria yo, responsable de algunas de esas muertes o incluso tal vez de todas ellas.
Pero en ese preciso instante, en una cantina perdida en el medio de la juguetona parís todo esto no solo era poco plausible para mi, sino que también ínfimo, pues pensaba que con tan poca información seria poco lo que pudiera hacerse de efectivo, que gran error cometía. Las cartas entonces fueron transferidas a mis manos y salí del baño con grandes necesidades de ocultar mis deseos por abandonar el sitio e ir a leer los mensajes en el calor de mi triste habitación, para evitar crear cualquier sospecha compartí un par de tragos mas con los cuidadores para luego sugerir que tal vez mi herida desaconsejaba la ingesta de alcohol, ambos consintieron en ello y logre con esa pequeña mentira que nos retiráramos mucho antes de la media noche.
En la habitación, tumbado sobre mi catre e intentando hacer el más mínimo ruido que pudiera alertar a alguien, abrí las cartas con mi afilada navaja, lo escrito en cada una de ellas lo comparto con el lector.
Dominik
La estancia en la trinchera se ha hecho mucho mas pesada desde tu partida, además de que la guerra se ha recrudecido hasta niveles inimaginables, el uso de gas por parte de nuestros ingenieros en aquellas batallas de Bélgica fue un error que hemos pagado muy caro, pues ahora los ingleses y franceses nos devuelven constantemente la cortesía, en alguna ocasión la nuve de cloro me hayo lejos de mi mascara y aun hoy día tras mas de un mes del incidente el toser me causa grandes dolores en los pulmones, siento que tal descuido me ha robado años de vida. Además a medida que trascurre el tiempo los directores de las baterías de artillería empiezan a juzgar con mas acierto el grado exacto en que deben inclinar sus cañones, como una especie de científicos de la muerte sus proyectiles alcanzan con cada vez mayor frecuencia los abrigos e incluso yo, por pura suerte he logrado salvarme un par de veces de esos tiros certeros por que me encontraba en el baño o de centinela, para contrarrestar la precisión de su artillería hemos echado mano de nuestra incansable voluntad como trabajadores de la tierra, entre los nuestros hay muchísimos mineros que nos han facilitado la tarea de cavar bajo gran parte de las trincheras grandes galerías bajo tierra soportadas por marcos de madera bajo los cuales nos guarnecemos durante los ataques más cruentos. Respecto a Hanns he de decirte que hablar sobre el no es algo de mi incumbencia y supongo que si esta correspondencia llega alguna vez a tus manos el sabrá explicar mucho mejor que yo su condición, yo por mi parte solo puedo decirte que me entristece grandemente lo que le ha ocurrido y ello ha empezado a convertirme en el hombre melancólico y solitario que siempre fue estereotipo de mi familia, entre mi padre y sus costumbres de bibliotecario y mi propio carácter ya no veo ningún tipo de diferencia, amaría incluso mas que el tacto de una buena mujer el sentirme rodeado de numerosos libros, embriagado en la soledad de la sabiduría de mil hombres que vivieron vidas mucho mas significativas que las mías, si llego a salir con vida de este circo loco y sangriento, cosa que dudo, te encargo proporcionarme con tu creciente fortuna este retiro que ahora tanto deseo, ¿sería mucho pedir en nombre de nuestra amistad unos pocos libros y el privilegio de que me evites tu compañía cuando me embargue la tristeza?, se que no es así, de manera atenta y amorosa.
Jonas
Tan profundos sufrimientos se entreveían en esas páginas, tantas preocupaciones cobardes escondidas detrás de explicaciones de cirujano que una lagrima me atravesó la mejilla, además la sola advertencia de que Hanns se encontraba en mal estado contribuyo a turbarme demasiado, con ansiedad profunda por conocer lo que le había sucedido penetre también en el sobre que resguardaba su carta, esta decía lo siguiente.
Dominik.
Sabrás, por tu grandísima agudeza que esta no es mi caligrafía, aunque he elegido especialmente para este encargo a alguien que hace un trabajo muy parecido al mío con las letras ¿el por que no escribo yo mismo este documento? Es algo que me pesa incluso comunicar pues constituye el fin de mis días como ser humano y el comienzo de mis desgracias como la monstruosidad en que me he convertido. No mucho tiempo después de tu partida, nos fue ordenado a mi y a algunos de mis compañeros realizar una patrulla en la alambrada de una trinchera inglesa que se apostaba directamente enfrente nuestro y a apenas unos 200 metros de nuestra propia alambrada, esperamos la llegada de la noche y con el velo de la oscuridad cubriendo nuestros cuerpos nos arrastramos durante largo rato hasta alcanzar el punto en que podríamos ver que se tramaban los desgraciados, cuando estábamos ya muy cerca de la alambrada ,tal vez a unos 5 metros un grupo de ingleses salió de entre las sombras, iban totalmente erguidos y en compañía de una cizalla al parecer con la intención de arreglar alguna clase de desperfecto, el sargento a cargo de la operación dijo que era una oportunidad de oro para tomar algún prisionero por lo que me ordeno lanzar una granada en medio del grupo de ingleses para luego abalanzarnos sobre el que estuviera menos muerto y arrastrarlo hasta nuestra posición, semejante idea loca por donde ser le mire fue secundada por los otros dos miembros de la patrulla por lo que prontamente me vi forzado a lanzar la granada como se me pedía, por no se que nerviosismo insólito y error de calculo hice un lanzamiento al ras del suelo, sin percatarme de que había una ligerísima elevación en el terreno que hacia que los ingleses ocuparan una posición ligeramente superior a la nuestra, debido a ello la granada, lanzada sin fuerza alguna, rodo de nuevo hasta nosotros, directamente a mi rostro, los demás lograron tumbarse sobre un hoyo que había abierto la artillería pero yo, estaba tan cerca al artefacto que apenas si tuve tiempo de ponerme de pie y cubrirme con las manos, la onda de la explosión y la metralla me lanzaron muy lejos de mi posición inicial. Perdí la conciencia y no la volví a recuperar sino hasta un par de semanas después, lo primero que supe de parte de uno de los doctores es que he perdido la mitad del rostro, del labio inferior hacia abajo no poseo hueso alguno y según dijeron algunos especialistas esto es no solo bizarro y horroroso sino que también fruto de la casualidad pues el mismo impacto que me arranco la quijada pudo también cercenarme una vena, por si fuera poco la tragedia no es tan solo estética, sino que también motriz, la onda expansiva y la violencia del movimiento hicieron que mi cerebro rebotara en forma extraña dentro del cráneo, un hematoma se formo en alguna parte importante que coordina la movilidad y gracias a ello ahora mismo soy incapaz de realizar cualquier cosa que requiera cierta delicadeza o precisión, mis manos se agitan como un cascabel cuando intento usarlas y el solo intento de escribir transformo una hoja blanca en una especie de pintura grotesca llena de trazos irreconocibles, lo único bueno que he podido extraer de toda esta situación es que no he de volver nuca a arrastrarme entre los matorrales para asesinar a algún pobre inocente que al igual que yo ha marcho a la guerra sin saber que hacían realmente, se me ha otorgado la jubilación de manera vitalicia y aunque la paga no es mucha basta para pagar las facturas médicas. he decirte que esta misiva que ahora sostienes en tus manos estuve a punto de no enviarla pues me parecía que quejarme contigo no sería más que un modo de importunarte en tu importantísima tarea, pero Jonas ha hablado en favor de la amistad con tantísima elocuencia que he terminado por ceder a su consejo de que aun la distancia no debía separarnos espiritualmente y debíamos ser todos participes de alegrías y tristezas como lo habíamos sido toda la vida, espero que mi porvenir no te asuste tanto como a mi y que estas palabras lejos de llenarte de congoja te llenen de admiración hacia mi persona pues de lastima ya se me han colmado los bolsillos. Siempre tu mas preciado amigo y compañero.
Hannsel
Completamente devastado por el contenido de ambas cartas esa noche fui incapaz de contener el llanto y la melancolía me llevo a resguardar las cartas en mi equipaje aunque se me había ordenado explícitamente quemarlas luego de la primera lectura, durante las noches siguientes releí ambas misivas sin encontrar un solo consuelo más en este mudo que la idea de que en algún momento tal vez no muy lejano en el futuro podría suplicar a Camllie que me acunara de nuevo el rostro entre sus preciosas manos para así transitar de nuevo por el valle hermoso y fresco que ahora solo encontraba en sus tacto, por que fuera de su piel el todo no era más que un espectáculo grotesco de crueldad sin limites