De a pocos había logrado habituarme a las continuas contradicciones de mi vida como soldado, espía y ahora enamorado, por ello el despertar en el hospital de campaña de Camillie, mientras ellas misma se encontraba recostada sobre el borde de mi cama, al parecer extenuada después de una larga jornada de vigilia, me pareció tan natural como resultaba que en ocaciones la primera vista de un soldado en la trinchera fuera una enorme rata que se deslizaba de vuelta a su madriguera, lo que si que me costo algo de trabajo fue el figurarme la cadena de eventos que me habían llevado a estar allí tendido, como si hubiera sido yo el rescatado y no el rescatista. Recordé los últimos instantes en los que permaneció clara mi visión, la cara de Camille abandonado los nubarrones del sueño y su grito estridente al verme caer. Un ligero goce me inundo allí donde aun me faltaba sangre e intente incorporarme sin perturbar a la bella mujer que tomaba la siesta sobre mi cama, logre hacerlo y entonces pude permitirme un rato de contemplación que era para mi un p**o mucho mas cuantioso del que hubiera esperado por la proeza de poner en riesgo mi vida por ella, su rostro estaba oculto por las sábanas blancas por lo que podía apenas observarse de perfil, el cabello recogido en una cola dejaba al descubierto su cuello que se encontraba doblado sobre si mismo, reposaba su humanidad en una banquita muy baja, que de inmediato me pareció muy incómoda.
El dolor en el hombro aun me acosaba pero ello no impidió que me concentrara en evaluar cada centímetro de la poca piel descubierta que me obsequiaba la bella durmiente, mi pequeño ritual de observación fue interrumpido por otra enfermera que penetro sin aviso en la carpa en la que yo descansaba, era una mujer bajita y de cabello profundamente rubio, se alegro visiblemente al verme despierto y fue tal exitacion que sin meditar un segundo zarandeo fuertemente a Camillie para que se despertara también, mientras ella volvía en si misma pregunto – Como se siente- respondí – como su hubiera pasado la noche con un vampiro- mientras ponía la mano buena sobre el cabello de Camillie, ella se froto los ojos con la palma de la mano y luego me aparto a la vez que dirigía una mirada de vergüenza y pudor en mi dirección, sonreí involuntariamente y sin ninguna malicia, ella aparto su rostro y pretendiendo que no se encontraba aun totalmetne despierta debido a lo cual fue a lavarse el rostro con un cuenco de agua que se encontraba en una de las esquinas del recinto de tela. La otra enfermera compartió mi risa y dijo- pues perdió muchísima sangre, lleva inconsciente 5 días-, de inmediato me alarme – pero que barbaridad, no puedo estarme ni un segundo más, me esperan en Paris, acto seguido intente pararme pero fue tal la debilidad de mis miembros que apenas si pude mantenerme en pie un par de segundos, Camillie que ya volvía mientras secaba su rostro con una toalla blanca me interpelo diciendo- No está en condiciones, el viaje lo mataría- entonces conteste sin pensar - no hacer el viaje también me mataría-, ella también, llevada por su curiosidad natural quiso indagar mas profundamente en mis motivos- se trata de aquello…..- dirigió una mirada a Claudine, que inmediatamente se entero de que no resultaba muy necesaria por lo que se despidió con mucha gala y salió de allí, en tanto salió articule vacilante la frase- No, o tal vez si, la verdad tantas amenazas me acosan en este momento que ya no lo sé-, ella se turbo visiblemente como si hubiera dicho que las amenazas pesaban sobre su cabeza y no sobre la mía, con una ternura que pocas veces volvi a ver en ella se inclino de nuevo contra mi cama y toco mi frente para ver si no persistía en mi la fiebre mientras decía-Pero hallara el modo, asi como hallo el de salvarme- quise interrumpirla pero ella continuo, indicándome que no la parara con una señal de su mano- déjeme continuar, no se como agradecerle lo que hizo, de no haber estado ahí, de no haber adivinado correctamente el rumbo en el que me llevaban esos desgraciados no sé qué sería de mí, incluso un tiro resistió en la gesta, créame que aunque he intentado encontrar las palabras adecuadas para expresarle adecuadamente mi gratitud no las he encontrado, se que no es suficiente pero espero que baste para usted la afirmación de que estaré siempre en eterna deuda y puede usted hacer uso de ese crédito cuando lo requiera- una alegría aun mas grande que el miedo que sufrí durante la primera descarga de morteros a la que asistí gravito sobre toda mi humanidad, fue imposible intentar responder con mesura tan bellas palabras, pronuncie -no tiene por que sentirse en deuda, además su solo agradecimiento es suficiente p**o para mí….aunque resulte difícil para usted creer en mis palabras después de todos los juegos enrevesados que he hecho con ellas, mi vida ya desde antes estaba un poco en sus manos, porque es usted lo único que me pasa por la cabeza y me calma cuando lo necesito, lo que hice fue simplemente algo natural para un hombre en mi posición-, el rubor le coloreo hasta las orejas y creo que medito si seria posible huir de alguna manera, pero por alguna clase de autocontrol extraño se mantuvo firme en la posición que adopto después de tocar mi frente- que posición es esa- no dude- la de un hombre enamorado- fue aun mas profunda su vergüenza y respondio- pues con que ligereza dice esas palabras- ninguna ligereza enfermera, por usted estoy tendido en esta cama y créame que si me dijeran que es necesario repetir la balacera mil veces para ganarme su corazón lo haría, pondría ambos hombros y ambas piernas en la tumba si es el precio a pagar- fue incapaz de contener mas sus deseos de marcharse y se valio de su profesión para hacerme callar- aun desvaría oficial, descanse, luego hablaremos de todas esas locuras que ahora dice por el cansancio-, me desairó un poco el echo de que me considerara alguien tan banal como para decir esas cosas a la ligera pero aun así encontré gozo para sonreír en sus expresiones y mientras me recostaba de nuevo y le dije – ni desvaríos, ni ilusiones, todo es verdad, es el destino mismo si lo quiere efémera.
La debilidad y la excitación de ese encuentro me sumergieron en sueños tenebrosos, en los que me hallaba en medio de batallas insalvables peleando con enemigos invisibles, seguramente también producto del conocimiento de que debía pronto presentarme al estado mayor para aclarar así lo ocurrido en ambos episodios, tanto en la trinchera como en el campo médico, seria sin lugar a dudas complejo apartar las sospechas de mi cuando además de acusado de traición se me vinculara a un proceso por la muerte de los dos canallas que intentaron raptar a Camillie, esa fue una noche en la que mi cuerpo encontró reposo pero mi mente solo despeñaderos en los que caía constantemente. El único consuelo era que mientras durara la enfermedad tendría Camillie que hacerse cargo de mí.
Al día siguiente, muy temprano en la mañana, llego Camillie con un cuenco de sopa, del cual comí ávidamente aunque de un modo muy penoso por que el dolor de hombro me impedía hacer uso de ambos brazos, durante el largo rato que me tomo introducir el caldo en mi organismo, ella pregunto sobre los pormenores del rescate, relate con una prosa maravillosa todo lo ocurrido, a cada palabra que pronunciaba ella se estremecía como si contárselo la pusiera en posición de homicida de los hombres que verdaderamente había asesinado tan solo yo, al concluir el relato y ponerla entonces al tanto del trato que me había visto obligado ha hacer para ponerla a salvo se quedo petrificada, e interrogo si llevaría acabo el plan que me propusieron los dos sobrevivientes. Respondí que no me quedaba de otra, pues aunque lo quisiera no podía garantizar su seguridad en todo momento y una vez me alejara podían ellos encontrar oportunidad para tomar venganza en su contra, hizo entonces una demostración muy graciosas sobre sus principios incorruptibles diciendo con mucho tino que no debía sacrificar la justicia por el miedo, que los desgraciados debían pagar puesto que de ningún modo permitiría que fuera ella la causa de que siguieran campando a sus anchas cazando mujeres desprevenidas como si se tratara de animales. Aunque intente hacerla entrar en razón fue imposible vencer su terquedad monumental, concluimos aceptando que cada uno debía hacer lo que su conciencia demandaba. Es decir, yo todo lo posible por protegerla y ella todo por entregar a esos hombres a las autoridades.
El resto de la mañana, a pesar de que eran muy pocas las cosas en que nuestras opiniones se encontraban, estuvimos dialogando sobre los mas diversos temas, ella intentaba con toda su pericia sonsacarme los secretos que antes le había negado y yo simplemente prologar su compañía, el tiempo voló y sin que nos diéramos cuenta una enfermera entro con cara de molestia mientras decía en tono irónico – si terminaste con tu amante ¿crees posible cumplir con tu guardia?, Camillie se levanto de la butaca que había estado ocupando y con una sorpresa verdadera miro su reloj, al parecer realmente se le había escapado la noción del tiempo mientras conversaba conmigo, esto y el hecho de que sus palabras se habían suavizado mucho y sus miradas de vez en cuando hacían paradas en mis labios basto para que esa noche si encontrara un descanso absoluto, con el que pude, al día siguiente, ponerme de pie.