Pasaron algunos días desde el primer intento que logre frustrar con el arma del soldado difunto y nada parecía indicar que fueran a insistir en un segundo, sin embargo buena parte de las enfermeras me rodaba constantemente y tanto Claudine como la enfermera en jefe mantenían sobre mi una guardia que parecía casi tan férrea como la que se ejerce sobre los presos, así pues, la primera mañana desde el incidente fui acompañada desde el instante mismo en que abrí un ojo hasta aquel en que los cerré por Claudine, que parecía preocupada en exceso, como si lejos de librarme del mal con mi acto de defensa hubiera contribuido a hacer mucho más grave la situación pues logre insultar el orgullo de esos “hombres” que en realidad eran casi unas bestias.
La guardia, aunque llena de ternura y de buenas intenciones podía llegar a tornarse molesta y por ejemplo durante el baño el sentirme constantemente observada no tenia para nada el efecto de aquella noche en la casa Moreau, sino que me parecía algo repulsivo que resultaba sin embargo inevitable en aras de mi propia seguridad. Al quinto día de esta tarea, empezó por fin a aflojar la guardia y pude por lo menos volver a tomar entre mis manos el privilegio de ir al baño sin que una de mis compañeras tuviera que esperar mi regreso a la distancia, fue entonces, cuando menos lo esperaba y mientras volvía a mi tienda para obtener de allí algunas vendas e insumos que me encontré en una emboscada en la que renacían todos los miedos de los cuales habían pretendido salvarme.
Nada mas entrar en la tienda de campaña 2 hombres surgieron desde los costados, cerrándome por completo el paso y la huida uno de ellos silbo y por entre la tela que constituía la entrada surgieron otras dos figuras masculinas, en los 4 de ellos se dibujo una sonrisa que de horrorosa me causo un viva sensación de miedo que aun hoy día recuerdo como se recuerdan las cicatrices y los accidentes aparatosos, sintiendo vivamente sus efectos sobre la carne y la mente. Intente buscar en mi delantal, de manera instintiva el arma que antes me había librado del horror, pero esta vez mis dedos no abrazaron más que el descorazonador vacío, los bastardos que habían permanecido inmóviles estallaron en sonoras carcajadas, uno de ellos, el más abajo y también mas repelente de ellos se acercó a mi mientras decía – Ahora ya no te salva nadie, maldita puta- hice entonces un último intento por defenderme y recurrí a las manos, pero aun con tan buen servicio que habían prestado durante los años demostraron ser poco mas que inútiles ante uno solo de los agresores, así, mis dedos que buscaron clavar sus garras en la carne viva de la cara del hombre que se acercaba fueron detenidos en el aire por una fuerza inmensa que me sujeto de la muñeca obligándome a detener la mano y a lanzar a su vez un quejido de dolor inmediatamente interpretado como un signo de la victoria según pude ven en las miradas que se intercambiaron al escucharme, me dije entonces que se agotaban mis oportunidades para pedir auxilio y tome una gran bocanada de aire que fue interrumpida por un golpe seco, descargado con toda sevicia en mi abdomen, privada así del oxigeno era incapaz de decir nada, el dolor me obligo a curvarme sobre mi propio cuerpo y entonces los 4 bastardos se abalanzaron sobre mi.
Uno de los que tenía pinta de ser un soldado raso, puso sus dedos contra mis mejillas y guio mi rostro hacia arriba, luego se acercoy con un aliento que delataba su estado de embriaguez dijo – No nos mataste antes y ahora la muerta vas a ser tu- fue tal el miedo que esa frase me inspiro que una lagrima bajo de inmediato por mi mejilla y aun cuando no había una sola gota de aire en mis pulmones los músculos hallaron de algún modo una última reserva de energía con la que hice lo que antes había fallado en hacer y le recorrí con las uñas toda la mejilla izquierda al hijo de puta que me sostenía la cara, de inmediato y mientras yo apretaba los labios con una mueca de viva ira sentí un golpe en la parte lateral de la cabeza que me arranco de inmediato de la realidad, luego estando ya en el suelo, casi totalmente inocente aquel al que había acabado de arañar descargo sobre mis labios una patada fuertísima con la que me reventó el labio y me envió definitivamente al mundo de los sueños.
De lo que fue de mi durante los instantes en que permanecí inconsciente es algo de lo que no tengo noticia alguna, pero la sola imaginación de que alguna de esas manos lascivas y asquerosas pudo llegar a posarse en cualquier parte de mi anatomía durante esos momentos me provoco arcadas muchos meses. El retornar mi conciencia, a diferencia del desvanecimiento, fue progresivo, primero escuche como si ocurriera a lo lejos una batalla unos cuantos tiros, y la algarabía de una charla rápida y de algún modo temerosa, no lograba sin embargo volver del todo a la realidad durante esos instantes y no fui por lo tanto capaz de abrir los ojos a pesar de comprobar por el aliento que ya no me faltaba que nada cubría mis ojos, lo siguiente que supe fue que estaba siendo descargada de lo que supuse serian los lomos de una caballo para quedar a merced de otro, quise dejar de nuevo que me envolviera la niebla brumosa de lo onírico pero mis manos y piernas fueron liberadas de sus ataduras, lo que pareció de algún modo lograr que mi mente se aclarara poco a poco, luego una voz me llamaba tiernamente de nuevo hacia la realidad “Camillie” susurraba a la vez que acompañaba su llamado con toques gentiles a mi mejilla, “Camilllie” repetía, a la tercera o cuarta ocasión en que pronuncio mi nombre pude por fin abrir los ojos, me encontré con que la voz pertenecía a oficial Danton, el inmediatamente percibió la vida en mi rostro y se desplomo sobre su costado, no hubo tiempo para que me formulara ninguna pregunta o respuesta pues un charco de sangre caliente se empezó a formar muy rápidamente bajo su humanidad. Me incorpore como pude en los lomos del caballo y baje hasta el suelo en que se encontraba tumbado mi salvador, su rostro pálido me recordó de inmediato el color que tomaban siempre los que se encontraban cercanos a la muerte, no se cómo, pero de alguna manera halle fuerzas para levantar su pesadísimo cuerpo y ponerlo en la grupa del caballo, con un trozo de mi falda hice un torniquete en la parte superior de su hombro y ello sirvió para detener el ritmo de la hemorragia. A pesar de que mi cabeza dolía como si dentro de ella ocurrieran constantemente pequeñas detonaciones, seguramente consecuencias de los golpes que había recibido, encontré el modo de guardar la cordura y dirigir al caballo en un trote lastimero hacia el campamento el cual aún podía verse en el horizonte.
Todo esto lo hice con una voluntad totalmente mecánica pues estaba yo también muy herida como para adentrarme en las reflexiones profundas sobre el porqué mi despertar había estado en manos de Danton aun cuando al perder la conciencia él debía estar muy lejos de mí y yo debía estar en poder de los bastardos que me raptaron, aun con la conciencia disminuida y el esfuerzo físico inmenso que era el mantener el paso con el caballo logre dejar en claro para mi misma que de algún modo Danton se había convertido ese día en un héroe para mí, pues el hecho de que estuviera herido y yo a salvo y librada de toda atadura, era prueba suficiente de ello.
A medio camino, cuando me encontraba también a punto de desfallecer palmee fuerte al caballo que se dirigió a un trote mucho mas veloz del que hacia a mi lado hacia el campamento, me incline para descansar y estuve de nuevo a punto de desfallecer, pero la certeza de que ante una conmoción cerebral siempre el sueño resultaba desaconsejable logro mantenerme despierta mientras tome aire, cuando escuche que a lo lejos la llegada del caballo creaba toda un ambiente de algarabía y sorpresa encontré de nuevo fuerzas para ponerme de pie y andar el camino que faltaba, cada paso me costaba y mis prendas parecía haber sido sustituidas por otras de acero, ya estando a algo así como 50 metros de los limites del campamento un grupo de enfermeras que me habían observado a la distancia llego alzando una camilla blanca en la cual me posaron con toda premura, entones los últimos pasos hacia los cuidados de Claudine los di siendo cargada por esas valientes mujeres, mientras me trasportaba escuche que el hombre que recién había llegado se encontraba en un estado difícil pero que con los cuidados adecuados podría salir vivo de la herida de bala, dijeron que su hueso logro desviar una bala que de haber estado mejor dirigida le hubiera perforado el corazón de lado a lado, pregunte como pude que había ocurrido, ninguna supo responder y no fue sino hasta que me encontré con Claudine que pude sacar algunas conclusiones de todo el alboroto.