El Juicio

2804 Words
Los días anteriores al juicio hice todos ellos visitas al pobre Danton, lo encontraba siempre muy pensativo, como sopesando en la celda planes que no podía compartir con nadie, en más de una ocasión al asomarme por el pasillo, antes de que el notara mi presencia, lo vi con la mirada muy fija en el patio, que podía observar a través de una ventana embarrotada que daba hacia allí, no supe que pretendía obtener de ese pedazo de pasto pero como si de algún modo hubiera llegado a una verdad ingeniosa sonreía para sí mismo, sin embargo siempre al saludarlo volvía a este mundo, cuando estaba conmigo bajaba de sus nubes y se concentraba con tantísima dedicación en responder siempre con agudeza y encanto que yo olvidaba lo poco que realmente lo conocía y me asaltaban dudas infinitas de indagar en cada parte de su vida, siempre se mantenía muy taciturno sobre cuestiones personales y ni siquiera el nombre de sus padres o el nombre exacto de la villa en que había nacido pude sonsacarle, mucho menos aquello que me ocultaba desde que lo conocí, sabiendo que enloquecía por cualquier muestra de afecto por mínima que fuera, le propuse el consuelo de mis caricias pero ni aun eso fue capaz de soltarle la lengua, pronto y sin darme cuenta encontré que él también me devolvía el gesto y sin que los dos nos diéramos cuenta ni lo acordaramos de modo alguno nuestras visitas se desarrollaban mientras nos sopesábamos las facciones de la cara con manos curiosas, me di cuenta de que yo también encontraba gran placer en ello, como si fuera doblemente contemplada en mi belleza, el solía parar en la comisura de mis labios con el dedo índice, como señalando el sitio que más deseaba de mí, cuando esto ocurría siempre me veía obligada a erguir la espalda, pues un ligero cosquilleo me recorría la columna de arriba hacia abajo. La media hora que pasaba en su compañía bastaba para ocuparme todo el dia, pues de algún modo había logrado desplazar mis preocupaciones y obligaciones a otro punto de la existencia donde ya no los notaba, me preocupa únicamente el hecho de verlo cada día, de desentrañarlo como se disecciona un buen libro, pesando sus motivos y razonamientos, una especie de obsesión tonta que nunca creí poder albergas se me fue creando en la vida, mi prácticamente nula experiencia en el amor me privo de la certeza de si era un sinónimo de lo que estaba experimentando o tan solo una extensión del agradecimiento que por el sentía, muchas horas del día se me iban intentando desenredarme los sentimientos pero la respuesta era siempre la misma, no lograría encontrar nuevamente paz hasta no verle en buenas condiciones, producto de esta preocupación empecé a revisarle y limpiarle la herida durante cada visita, era un hombre muy fuerte y pese a la gravedad del daño causado por la bala sanaba con rapidez inaudita. Cuando fui enterada del juicio, por medio de un comunicado que llego a mi casa solicitando mi presencia en los juzgados para el día siguiente me sentí desfallecer, la señora Moreau que hasta el momento se había mantenido a la margen de todo el asunto me confeso que lo había hecho con el objeto de procurarme la solead del amor con ese hombre que también ella apoyaba y con el que aprobaba firmemente mi unión, verla llegar a conclusiones tan apresuradas me hizo avergonzar y palpar la verdad de que aun tan valiente y gallardo como fuera, no resultaba para nada acorde a mis principios el ceder tan fácilmente a sus encantos, me fije la resolución de dificultarle un poco mas el camino, pues una dama debe ser un premio y no un recuerdo de carretera que se recoge accidentalmente un día cualquiera, la señora finalizo diciéndome que no debía preocuparme en lo mas mínimo mientras guiño un ojo, el significado de aquel gesto es hasta hoy día una cosa que me causa muchísima curiosidad, puesto que nunca supe si el juicio resulto del modo en que lo hizo por la persuasión de Danto o por cualquier otra artimaña que estuviera detrás de los jueces. La mañana siguiente, desde muy temprano intente ocuparme con algunas tareas de la casa, para así apartarme las inquietudes de la mente, sin embargo continuamente me encontraba a mi misma repitiendo mentalmente cual debía ser mi versión del hechos del incidente en que murieron los desgraciados que intentaron capturarme, debía ser exactamente igual a la que Danton me había dicho con minucioso detalle pues la más mínima incongruencia podría señalarlo como un mentiroso y esto traería nefastas consecuencias, al llegar la tarde no fui capaz de ingerir alimento alguno y cuando abordamos el coche de la señora Moreau con destino al juzgado no me hallaba del nerviosismo, estaba en una expectación similar aquella que debían sentir los soldados cunado tenían certeza de encontrarse próximos a una batalla, casi como si  fuera mi propia vida la que dependiera de los sucesos de ese día. El recinto en que debía de celebrarse el juzgamiento del oficial Danton era amplio y delataba con gran pompa el hecho de que quien se encontraba bajo juicio no era simplemente un soldado cualquiera sino que un hombre con capacidad de mando que podía decidir con sus palabras el destino de los puestos bajo sus órdenes, el tribunal, estaba compuesto por 3 hombres de cabello cano y miradas cansadas, que de seguro tenían que enfrentar continuamente la tarea muy cansina de intentar descifrar las intenciones de otras personas, cosa que a mi me pareció siempre como jugar a los dados, tanto puede acertarse como errarse cuando se trata de las personas, siempre tan engañosas y solubles, a una misma vez a punto de amarte y también a punto de odiarte. Tras instalarnos la señora y yo en una de las hileras de sillas más próximas al estrado comentamos que era una desgracia que Marion hubiera decidido no asistir con nosotras pues su presencia de matrona siempre brindaba una especie de seguridad primitiva, pasaron los minutos y uno a uno fueron llegando personas de los mas variopintas, que de seguro no se encontraban allí por le placer de observar sino con la intención de servir activamente en la investigación que se conducía, al final llegaron los acusados, eran 3 de ellos, el primero en entrar fue Danton, que se encontraba ya casi totalmente recuperado de su herida y por ello caminaba de nuevo erguido luciendo su gran estatura, le había sido reintegrado su uniforme y lo vi gracias a ello tan hermoso como nunca, luego entraron en el recinto los hombre que intentaron capturarme, ambos de ellos parecían personas distintas, sin su sonrisa virulenta y sus frases de villanos no parecían para nada las alimañas que en realidad eran, estuve a punto de cesar en mi empeño de salvar a Danton solo para verlos pagar sus crímenes pero la mano de la señora Moreau que se encontraba sobre la mía me apretó con fuerza y me obligo a volver sobre los buenos deseos, sobre las intenciones nobles y sobre todo sobre el rostro de Danton que se alzaba dignísimo en la mesa de los acusados, como si creyese en su inocencia mas que yo misma, como si supiera que era respaldado por algo mucho mas grande que las pruebas, la verdad misma. Los, jueces empezaron haciendo un recuento de normas y de jeringonza jurídica de la cual no pudimos extraer mas que la gravedad de los crímenes, a Danton que le había correspondido el primer turno se le acusaba de alta traición y homicidio, dijo el juez sentado entre los otros dos que para hacer rápidas las cosas se indagaría primero sobre la acusación mas leve, es decir la de homicidio, de inmediato una persona que hasta ese momento no había notado y que se presento como fiscal relato una versión de los hechos totalmente extraña en la que Danton junto con los otros dos acusados producto de una riña sobre el privilegio de mí amor se batían a tiros con los dos caídos, el fiscal concluía diciendo con una facilidad que parecía mentira dado lo ridículo de sus argumentos que ese era el único camino posible y que en consecuencia los 3 eran cómplices en una especie de crimen pasional, luego llego el turno del abogado defensor que sin mucho tino relato la versión de Danton y de los otros dos hombres, en ella, los  tres quedaban como héroes, posteriormente llego el momento de que hablaran los acusados, en primer lugar hablo Danton diciendo “Es tal y como lo narro el abogado, ese día de enero me dirigía a prisa hacia la ciudad de parís para ser enjuiciado por el segundo crimen del que se me acusa hoy, en el camino decidí que podría saludar a Camillie, que se encuentra allí sentada entre nosotros, una conocida de la casa Moreau en la que pase largos ratos justamente tras incorporarme de nuevo a la vida civil luego de regresar a la patria. Una de las enfermeras que se encontraba en el campo médico y que luego vine a saber es gran amiga de Camillie, Claudine creo, me hizo compañía mientras la buscábamos, al no hallarla allí me hizo saber que había estado involucrada en ciertos líos con algunos hombres que la trataban de manera indecorosa y que algunos de ellos habían jurado venganza, por lo que muy alertado ensille mi caballo y desde una colina decidí que el lugar en que podría realizarse una venganza como la que anunciaban seria sin lugar a dudas el campo de batalla junto al hospital de campaña, enfile hacia allí el rumbo y a los pies de la colina encontré a los dos hombres que están ahora a mi lado, viéndome correr con tanto apuro preguntaron mi objetivo y se ofrecieron como voluntarios para rescatar a la señorita, al ir yo en caballo divise pronto a los captores mientras que ellos dos se quedaron ligeramente rezagados, tras discutir con los dos soldados que habían raptado a Camillie y la llevaban atada de manos y pies sobre un caballo, arribaron por fin los dos hombres que se encuentran a mi lado, los secuestradores por no sé qué locura de desesperación  creyeron oportuno abatirnos, para nuestra fortuna éramos mucho mas diestros en armas que ellos por lo que pudimos darles muerte mientras que ellos lograron solo dar un tiro que termino alojado en mi hombro, luego de ello estos dos valientes se quedaron para resguardar la escena del delito prometiendo que nos encontraríamos en parís para rendir cuentas sobre lo ocurrido mientras yo junto con la dama aquí presente volvíamos al hospital del cual había sido arrancada” Dijo esto con tantísima elocuencia y buen tono que incluso yo sentí que era cierto y hasta tuve un impulso de agradecimiento contra los otros dos malhechores, luego toco el turno a cada uno de ellos, todos estuvieron de acuerdo en sus versiones y los intentos infructíferos del fiscal por hacerlos caer fueron hábilmente evadidos, llego mi turno de testificar y pese a los nervios logre hacerlo con muchísima soltura, las preguntas no me acobardaron mas de lo esperado y entre los jueces pareció empezar ha hacerse un consenso sobre la historia en general, como sabíamos que este no era el punto central del juicio sino que lo era el otro crimen, no hubo gran sorpresa cuando tras un rato de debates los magistrados dieron un veredicto absolutorio, diciendo que si los homicidios habían ocurrido para salvaguardar mi seguridad eran entonces justificados,lo único penoso de ese momento fue el hecho de que apenas segundos después de pronunciada la sentencia los dos malévolos bastardos ya empezaban de nuevo a sonreír malévolamente, se ordeno que retiraran del sitio y lo ultimo que hicieron ambos fue dirigir una mirada de lasciva en mi contra. En la siguiente acusación el fiscal se mostro mucho mas agudo y de hecho  durante algunas de las partes de su discurso observe furtivamente a Danton quien parecía atragantarse con ciertas afirmaciones dirigidas en su contra, decía en líneas generales que como líder de un escuadrón al que se le había asignado la defensa de no se que bosquecillo a la orillas del mar, Danton había ordenado una retirada muy sospechosa en la que algunos de sus subordinados habían creído ver una intentona por hacerlos retroceder en beneficio del enemigo, esta hipótesis se fundaba en el hecho de que momentos antes de que ocurriera el hecho que los hizo huir, esto es, la explosión de uno de los abrigos de la trinchera, por lo que parecía ser una mina subterránea, algunos soldados habían visto a su oficial correr precisamente desde la dirección en que el abrigo se encontraba, como si con esto tuviera conocimiento anticipado de lo que estaba por suceder, añadió que la orden que de retirada que dio fue tan directa y libre de dudas que todo ello en su conjunto hacia parecer que el mismo había causado la explosión solo con para crear miedo entre sus hombres, finalizaba diciendo que luego de la retirada, contrario a lo que era de esperarse no hubo ninguna explosión tras ellos e incluso una patrulla que partió a revisar la trinchera cedida no mucho después de la huida dijo que en ella se habían instalado los alemanes sin ningún tipo de precaución casi como si supieran que les había sido cedido sin poner ninguna trampa en ellas, cosas que casi nunca se hacía. Luego de esta acusación tan grave y tan bien argumentada entraron en el recinto algunos soldados, que venían en calidad de testigos, uno de ellos dio gran sorpresa a Danton por lo que pude ver, fue el primero en testificar y su nombre era Pierre, su intervención, la cual realizo siempre observando muy fijamente a Danton sostenía la tesis de que el oficial se había percatado de esto con antelación dado que en días anteriores, mientras ambos realizaban una patrulla habían creído notar bajo sus pies ciertas murmuraciones y golpeteos muy propios de los hombres cuando cavan una zanja, dijo que incluso algunas frases en alemán podían distinguirse y que debido a ellos y para no sembrar ningún pánico entre los hombres se había decidido inspeccionar el abrigo más cercano al murmullo. Es decir, el que se encontraba mas al norte de la trinchera, en el habitaban dos hombres los cuales fueron desalojados con excusas, mientras se realizaba la inspección, luego dijo que no le constaba el resto de la historia pero que podía afirmar que tras  el incidente el oficial le comento que mientras revisaba el sitio escucho risotadas bajo el suelo, risotadas que finalizaban con frases de arenga en las que se felicitaban porque estaban próximos a cumplir con su misión, de hacer volar por los aires la posición de los “asquerosos franceses”, tras ello el oficial salto de la trinchera para alertar a sus hombres y tal y como se había predicho exploto el abrigo en cuestión, por qué no había explotado el resto de la trinchera era algo que ni el mismo sabia explicarse. Los testimonios que siguieron a este, eran por el contrario muy a fines a los del fiscal, por fortuna los hombres que habitaban en el abrigo habían perecido ese mismo día pues su opinión sobre los ruidos bajo su hogar hubiera sido del todo cruciales en el juicio. Para fortuna de Danton los soldados que testificaron en su contra lo hacían con cierta inseguridad como pensando que tal vez el daño no fuera tan grave o que incluso podía perdonársele a un hombre que estimaban como lo era Danton, en cualquier caso estas no eran mas que suposiciones mías todas ellas derivadas de un juicio posiblemente errado sobre los hombres, mil y un motivos podían interponerse entre ellos y una descripción fluida e los hechos, seguramente en la mente de los jueces corrían las mismas dudas que en la mía. Al finalizar estos testimonios se ordeno un receso, en el cual los jueces tomarían en cuenta lo dicho hasta el momento y los demás asistentes podía abandonar el recinto, en ese instante la señora Moreau y yo sentimos que se nos suspendía sobre la cabeza la espada de Damocles, la incertidumbre era casi mas hiriente que la espera de una condena segura, todo quedaba en manos de Danton pues eran sus palabras las únicas que no habían sido escuchadas, mientras intentábamos afanar penosamente un café en una tiendecilla a escasos pasos del juzgado nos debatimos entre mil posibilidades todas ellas llegaban a la conclusión de que no podía ser un traidor y de que aun si fueran ciertas las acusaciones un buen motivo tendría para ello, seguramente relacionado con ese secreto que aun no se decidía a confiarme
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