Un Extraño Vacio

1666 Words
Prontamente me canse de la reciente posición de admiración que suscitaba entre las demás enfermeras por cuenta de lo que ellas denominaban una aventura caballeresca, no me gustaba ser objeto de halagos que tenían que ver casi completamente con pasiones bajas y desafueros que no son propios de una dama, me canse de repetir que realmente no había ocurrido nada entre los dos y cuando el reposaba en mi cama yo lo hacia junto a Claudine, a pesar de que ella mi secundaba siempre en las versiones que daba ello no bastaba para acallar los sordos rumores y los suspiros de las demás, para mi infortunio por mucho que me disgustaran moralmente esas cosas eran también el motivo por el que me encontraba profundamente sumergida en su recuerdo y empecé a extrañarlo como si lo hubiera tenido a mi lado toda la vida, muchos proyectos de ir a visitarlo en parís tuve que acallar a fuerza de voluntad, puesto que no hacia ninguna justicia que fuera yo capaz de ausentarme cuando quisiese solo por que la señora Moreau apoyaba mis causas, debía, en aras de una verdadera igualdad renunciar a esos privilegios mezquinos, ello no impidió por supuesto que siguiera en contacto con mi protectora para ponerla al tanto de todos los pormenores de mi agitada vida, en una carta que redacte inmediatamente después de la partida de Danton, escribí, suavizando un par de detalles para no exaltar mucho a la anciana, lo que había ocurrido y que mi salvador se encontraba en la ciudad, le encargue profundamente que le hiciera llegar nuevamente mis agradecimientos, supe sin necesidad de confirmación alguna que lo que relate en esas hojas bastaría para que la señora terminase de enamorarse de la figura caballeresca del oficial y por primera vez ello no me pareció para nada desagradable. Durante esa época, y no muchos dias después de que el abandonara el campo, llego por el correo rápido una carta que el me dirigía, quise abrirla de inmediato pero la prudencia y el atisbo de que sus circustancias merecían cierta sutileza me hizo abrirla en la soledad, cuando nadie pudiera espiar su contenido, así pues, en la noche, estando en mi catre que aun retenía hasta cierto punto el olor de su cuerpo abrí con cuidado el sobre, la carta decía lo siguiente Querida Camillie Las desgracias me persiguen, he recibido recados muy desgarradores sobre el estado de salud de algunos de mis mas fieles compañeros, cada vez me parece mas complejo llevar a buen puerto esta tarea que se me ha encomendado y que sigo ocultándote no porque desconfié en ti sino por que hacerte parte de ella seguramente también pondría en riesgo tu propia vida, el solo hecho de que escriba puede hacerlo puesto que no estoy seguro de si mi correspondencia es revisada o no por los altos mandos, espero que no sea así y si es el caso, a los ojos abusivos que lean esto les digo que la mujer a quien dirijo esto es tan solo objeto de mis amores y nada tiene que ver con cualquier circunstancia personal de la que se me acuse. El que corra tan grades riesgos se debe a que no he hallado otro modo de sacarme la amargura del pecho, creo que eres mi única verdadera compañía en este mundo, se que sabrás perdonarme el que te ponga en una posición tan penosa como lo es la de tener que escuchar mis quejas y aguantar mis desdichas, pero que mas puedo hacer si solo en ti encuentro paz, y el solo hecho de saber que te compadeces de mí y que estarías presta a brindarme aliento es para mi la mas grande motivación. También escribo para ponerte al tanto que tal vez seas citada a la capital, pues en mi contra pesan 2 causas criminales y seré llevado a juicio ante un tribunal militar, siendo tu una testigo importante del segundo incidente tu presencia seguro resultara necesaria para que testifiques a favor o en contra de la versión que yo de, he sido informado de que los dos hombres, tus captores, aquellos a los que prometí mentir han sido también citados y se encuentran también pendientes de juicio, como hombre de palabra respetare la promesa que les he hecho, pero no te pido que subviertas la verdad ni faltes a tus principios si has de ser totalmente honesta y ello implica que sea yo un mentiroso a los ojos del tribunal sabré entenderte, porque admiro tu rectitud tanto como creo en mi fortaleza para aguantar cualquier castigo que se me imponga. Tuyo, Danton. La carta estaba tan llena de misterios, como era siempre su costumbre, no sabia por ejemplo de que se le acusaba además de haberme socorrido, cual fue su crimen en las trincheras fue algo que conocí mucho tiempo después pero que en ese momento me pareció muy preocupante, pues no tenía  la más mínima posibilidad de socorrerlo, en lo referente a mi rapto podría por lo menos mentir por penoso que resultara a mis principios pero en lo otro estaba a su suerte, por toda defensa la fortaleza de sus propios argumentos, saberlo a la deriva de semejantes circunstancias sin que pudiera yo hacer otra cosa que ir a ver lo que otras personas decidían sobre su destino me grabo en el alma un sentimiento de impotencia que me jure nunca volver a consentir, pues que existe peor que ver a alguien que se quiere en peligro y no poder hacer nada por él. La carta de la que me avisaba Danton y en la cual se me pedía ir a la capital llego no muchos días después y fue simplemente la confirmación de un designio que ya daba por sentado, lo único que me resulto difícil de esa situación fue el hecho de tener que comunicar a la enfermera en jefe que tendría que ausentarme de nuevo, esta vez por lo menos pude esgrimir el pedazo de papel con firma oficial y no solo esperar a que ella comprendiera de manera velada que esto se debía influencias distintas que el deber mismo, contrario a la mueca que esperaba, tal vez un regaño o un desdén me miro con profunda ternura me abrazo entre sus fuertes brazos y dijo que actuara con valentía, puesto que la fatalidad parecía perseguirme y debía estar siempre al pendiente para evitarla. Partí realmente conmovida, otras enfermeras que antes no me habían dirigido nunca la palabra acudieron a despedirme aunque afirme que seria algo tan solo temporal y debía estar con ellas nuevamente en el termino de unas semanas, ver que a fuerza de disciplina y corrección me empezaba a formar un espacio en el corazón de todas ellas fue un regalo mucho mas grande que el que cualquier persona pueda desear, el sentimiento estuvo incluso a punto de borrarme el vacío que me sembraba en el alma la situación de Danton, no lo logro, pero estuvo cerca. El viaje, sin ningún incidente desemboco en la casa Moreau, allí fui recibida con muchísima alegría, a pesar de que mi ausencia no había sido demasiado larga, nada mas entrar fui bombardeada con toda clase de preguntas sobre mi salud y también sobre los pormenores de mis recientes “desgracias” como lo llamaba la señora, yo respondí con tanta cuidado como pude y devolví las preguntas interrogando a la señora sobre si había logrado averiguar algo sobre el asunto de Danton, su respuesta fue tajante, dijo que a pesar de muchas esfuerzo e hilos movidos no había llegado mucho más al fondo, al parecer se le acusaba de haber cedido terreno al enemigo voluntariamente, una traición muy grave que podía desembocar en el paredón, añadió que no podía permitirse semejante injusticia y menos en un hombre que me había salvado la vida, pero que evitarlo requeriría de algo mas que de sus influencias pues las altas esferas militares se encontraban fuera de toda nivel posible de corrupción y entonces seria la verdad o el convencimiento lo único capaz de librarlo, un poco hipócrita me sentí al descubrir que en mi interior , a pesar de que últimamente me representaba la idea de la independencia, abrigaba el deseo de que la señora pudiera echarme la mano una ultima vez para salvar a Danton. Lo siguiente fue intentar procurarme algún modo de contactarlo, para hacerle saber que podía tener la certeza de que me encontraba a su lado, no me fue posible hacerlo y lo único que pude averiguar era que se encontraba recluido en un hotel bajo las ordenes de los militares pero que prontamente y durante la instrucción de su juicio seria trasladado hasta la prisión donde podría yo visitarlo así como cualquier persona, estaría sometido a muchísimas vejaciones, aunque no sabia que resultaba peor para él, si el catre sucio de la prisión o la soledad de su cuartito de hotel deseaba egoístamente que fuera rápidamente trasladado a la prisión para que así pudiéramos comunicarnos, mis deseos no tardaron en ser concedidos y una mañana apenas unos cuantos días desde mi llegada fui despertada con la noticia de que se encontraba ya en su calabozo, la hora de visitas no era sino hasta la tarde, pero por ansiedad y falta de autocontrol me decidí a esperar la llegada de la hora señalada frente a la prisión, era un alto edificio que recordaba a la bastilla de nuestra épocas revolucionarias, cubierta de ladrillos amarillentos y cercada por rejas negras en todas sus esquinas, los guardias allí parecían especialmente curtidos e incluso algunos se veían muy crueles, la mañana marcho muy despacio pero aun el rugir de mis tripas vacías no fue suficiente para apartarme de mi puesto, por fin llego la hora y fui la primera en presentarse como visitante, un hombre gordísimo me condujo por los tétricos pasillos hasta una celda penosa en la cual lo encontré con la mirada perdida, como si meditara grandísimas cuestiones que nada tenían que ver consigo mismo 
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