Al escuchar por fin el veredicto, y aun cuando en él se escondía el deshonor de ser degradado no pudimos contener la alegría que nos proporcionaba, pues mientras el fiscal realizaba las ultimas de sus interrogaciones llegamos al punto de estrujarnos vivamente las manos entrelazadas la señora Moreau y yo, que de algún modo veíamos en ellas una sobra de asomo de la verdad, por que realmente en la historia algo no cuadraba, parecía que el caso había resultado tan favorable mas por el prejuicio de los juzgadores, el amor patrio y la falta de medios, pues de seguro muchas otras formas habrían para indagar en la verdad, gracias a Dios todas ellas fuera de nuestro alcance, sin embargo, aun con ese resquebrajo que generaría en la imagen de cualquier patriota el asomo de un acto tan pérfido como el de perder a propósito, yo quería pensar que sus motivos eran nobles y que en realidad había salvado a los hombres en su compañía, como uno de mas de los mil actos valientes que empezaba a figurarme en su hoja de vida.
a la salida del penal esperamos por él, salió de allí luciendo muy digno y nos dedico mientras cruzaba la calle una sonrisa deslumbrante, abrió la puerta del automóvil con toda soltura y con su descaro habitual y tan siquiera sin consultar si era él el motivo por el que nos encontrábamos allí ordeno al chofer tomar tumbo hacia la que el denominaba la “Mansión Moreau”, estando ya allí la tía Marion nos recibió con una copiosa cena de la cual ninguno pudo librarse y cuando empezaba a morir la tarde nos recostábamos sobre los sillones, como si el mundo no estuviera desgarrándose por dentro, tragándose la vida de los hombres por millones, al día siguiente me sentí ligeramente culpable por extraerme de ese sufrimiento simplemente para contemplar de lejos al que poco a poco se me iba convirtiendo en un amor repentino e inesperado alguien que me llenaba tanto de admiración como de curiosidad, tal vez el primer hombre en mi vida en quien veía esa mezcla de carácter y de libertad a la vez un patán y un héroe, unas figuras difíciles de conjugar pero que en él lo hacían como se mezcla el buen alcohol, en un sabor nuevo y picante que deja en la garganta el recuerdo de su intensidad y su paso embriagador no deja a nadie indemne.
La timidez me vencía como no lo había hecho nunca y mas aun por que sobre mi pesaba una deuda que él no tardaría en cobrar, diría seguramente con su voz melosa y haciendo ojos de cachorro que había cumplido su parte y que ahora me tocaba a mi o algo por el estilo, tratando mis cariños como algo que le pertenece como algo sobre lo que puede mercar, por ello me mantuve todo el correr de la velada tan lejos como pude hacerlo sin levantar la sospecha de una pelea o de un malentendido entre los dos. Llegaba la noche y los escasos tragos de vino empezaron a trastornar a las dos señoras de la casa, a la una llenándola de melancolía por su hijo difunto y a la otra de animosidad indecorosa, logre que ambas se fueran a reposar a sus habitaciones, para luego anunciar que yo haría lo mismo en un intento por huir cobardemente de la exaltación que estar en su presencia me producía y mucho mas a solas, ahora que nos unían las promesas y ya no nos separaban los barrotes, muy contrario a lo que espere escuchar de su parte, tal vez una suplica para que me quedara un rato mas o por lo menos un reproche disimulado, acepto con toda naturalidad que la velada finalizara tan tempranamente, eso sí, me pareció ver que en la mirada con que me despedía se escondía un resquicio de maldad, como si creyera que yo planeaba algo mas de lo que mis palabras revelaban.
Rápidamente y sin la ducha que normalmente tomaba antes de dormir me prepare para el sueño reparador que tanto requería después de tantísimas emociones encontradas, sin embargo no pude hallar el descanso a cuotas iguales por que me inquietaba mucho lo que sucedía con mis compañeras enfermeras y también porque de algún modo me decepcionaba el hecho de no ser cortejada con mas furia, ¿acaso era yo valiosa solo en las situaciones extremas de mi rapto o su el suyo?, ¿no valia para lo cotidiano y sincero?, a lo mejor me afeaba el traje elegido o simplemente su cansancio vencía su pasión, todas ellas respuestas que me hacían odiarlo de nuevo. Estando en ese revolver de las cobijas mi puerta chirrió levemente, como en casa nunca se cerraban las puertas pensé que sería una ráfaga de aire pero al ser aplastada la cama por otro peso por mucho superior al mío, me gire aterrada pensando que se había colado un intruso en mi cuarto, estuve a punto e gritar pero una mano surgió de las tinieblas y puso su palma sobre mis labios, entonces desde la oscuridad una voz, como la que ya me había presupuestado surgió diciendo- Soy yo, vengo a cobrar -, quite su mano de mi rostro con verdadera furia y me incorpore, pues semejante libertad no era propia de un caballero, pero lo que obtuve, como siempre. fue una risita de pura maldad que me dejaba desarmada, que me hacía sentir ridícula y pequeña, como si mis recatos fueran cosa de otro tiempo, no me dejo tan siquiera encender la luz para observarle las facciones y ya me encontraba totalmente atrapada entre sus brazos, forcejee levemente y con temor ha hacer mucho alboroto, pero tan pronto como creí empezar a liberarme las manos que me defendían empezaron a imitar las caricias que el me daba, con los dedos le recorrí las grandísima espalda y con mucho cuidado de no lastimar su herida pase también por sus hombros y finalmente por su rostro, al alcanzar la comisura de sus labios y explorarla en la oscuridad el tomo aquello como la señal definitiva y sin ninguna pregunta hizo aquello que había anunciado, acerco su rostro al mío y cuando sintió el jadeo indiscreto de mi respiración muy perturbada se abalanzó sobre mis labios, no era por supuesto la primera vez que besaba a otro, pero si la primera que lo hacia con un hombre, con alguien con capacidades para trasmitirme algo mas que el banal placer de la carne, algo mucho más placentero que ello, una especie de calor que nos obliga a apretujarnos contra la otra persona a devorarla como se hace con el alimento mas delicioso, no tuvo tiempo mi conciencia de entrar en acción, ya me encontraba totalmente perdida en la suave danza de sus labios cuando quiso intervenir.
No estoy segura cuando fue el tiempo que estuvimos acariciándonos y acabándonos los labios con tierna furia, pero al separarnos un ardor de piel resentida me quemaba la boca, el jadeaba de un modo aterrador, como si fuera apenas capaz de contenerse, sus manos habían quedado fijadas en mis caderas como si fueran dos garras y parecía no estar dispuesto a dejarme ir, para calmarlo un poco y hacerle saber que lo nuestro no podía, por lo menos esa noche, pasar de ese breve encuentro, le dije que debía regresar a su habitación, no me escuchó y de hecho mis palabras contribuyeron a arrebatarlo por que de inmediato uso todas sus fuerzas para tumbarme boca arriba en el lecho, allí sin ningún tipo de pudor uso sus manos para recórreme cada rincón, desde las clavículas hasta las nalgas, no hubo nada de mi que no fuera objeto de su escrutinio, pero era tan sensual todo aquello y tan en blanca estaba mi mente que no hallaba el modo de resistirme sin encontrarme prontamente haciendo lo mismo con él indagándole la anatomía e incluso haciendo breves paradas sobre su virilidad. Luego de estar un rato haciendo aquello, se disculpó, pero antes hizo en susurros muy cercanos a mi oído, esta confesión que me ha quedado para siempre en la mente.
“Aquella noche en la que me quede aquí, esa en que me cuidaste porque me creías enfermo, hice algo de lo que no me siento orgulloso pero que cambio para siempre el rumbo de mi vida, mientras estabas tomando esa ducha que acostumbras me escabullí de mi habitación y al ver la puerta entreabierta no pude evitar el asomarme por ella, no sabes que delirios impresionantes me causo esa noche tu cuerpo desnudo, como te hice y deshice en mi memoria, fue una visión tan hermosa que casi me sentí digno de ser declarado benefactor de una bendición del cielo, aun hoy en día tus labios hermosos y tus caderas son mi recuerdo de buenas noches, esa sensual postura que adoptabas levantando los brazos en alto para examinarte las costillas es lo ultimo que ve mi imaginación antes de poder abandonarse y mas de una noche me he despertado jadeante solo ante la anticipación de este día, en que pude acompañar mis visiones del tacto y el olor, está en que sentí correspondida mi pasión, está en que puedo declarar completa y totalmente que he quedado completa e irreparablemente enamorado de ti”
Luego de esa declaración a la vez descarada como tierna, me abrazo tan fuerte como pudo contra su pecho, para calmar su agitada respiración, luego de unos instantes se levanto y al darme un tierno beso en la frente desapareció de nuevo tras la puerta, del mismo modo en que había llegado, sin emitir ruido alguno