Mateo Seattle, la ciudad donde he vivido los últimos treinta años, el lugar que me vio crecer, mis primeros pasos, mi mayoría de edad, la primera borrachera, mi primer arresto por disturbios, la primera vez que probé marihuana. Todo lo que era se había formado aquí, ya no me emborrachaba porque detestaba los efectos en la mañana, los mareos, dolor de cabeza, las náuseas, eso no era para mí. A mí me gustaba estar activo, rendir en el día, no pasarme todo el rato al lado de un retrete. En mi primer arresto comprendí la importancia de comportarme como un ciudadano normal, también a valorar las cosas, en aquel entonces rompimos con unos amigos del instituto un vidrio, pero no cualquier vidrio, si no que todo el frente de una modesta panadería. Mis padres me querían asesinar, ellos no solo m