El mismo día
Guayaquil
Antonio
Me acaba de echar un balde de agua fría mi padre con cada palabra que repite, porque no puedo dejar la ciudad, es que me niego a alejarme de Sara después que la encontré, hasta parece que el destino se burla de mí, ¿Qué debo de hacer para quitarme esta maldición? Ya no soy el mismo hombre que dejó el país hace dos años, soy otro que quiere estar cerca de la mujer que le quita el sueño, que necesita una oportunidad para descubrir lo que siente por ella, aunque ahora intento reaccionar al momento, haciendo presente mi voz de protesta.
–¡Padre! No iré contigo por más que insistas, porque yo soy un hombre capaz de tomar mis propias decisiones, incluso te recuerdo que dejé de ser un niño hace mucho tiempo– le repito muy formal.
–¡Antonio! Deja el teatro conm
