Capítulo 6 No se dijo más acerca de Heyst en esa ocasión, y yo no volví a encontrar a Davidson hasta pasados tres meses. Aseguraría que lo primero que dijo al encontrarme fue: —Le he visto. Y antes de que le manifestara mi asombro, dejó bien sentado que no se había tomado libertades, que no se había entrometido. Fue avisado. En otro caso ni en sueños habría irrumpido en la intimidad de Heyst. —No me cabe la menor duda —concediéndole con esta respuesta mi más absoluto acuerdo con esa exquisita delicadeza. Era el hombre más delicado que pudiera verse al frente de un vapor de las islas. Pero su humanidad, no menos profunda y loable, le había llevado a conducir su barco por la ruta de Samburan (a distancia de una milla del puerto) cada veintitrés días exactamente. Davidson era delicado, h