El turno nocturno terminaba pronto, eran las seis de la mañana y Anna recogió lo que parecía ser el cuarto libro con energía demoniaca, revisó la hora e hizo una seña a Antonio para poner una pausa, los dos dejaron la dimensión de bolsillo y se quitaron las máscaras – esto es cansado y aburrido, necesito sentarme en un sitio que no esté lleno de polvo – puso el libro sobre la mesa – dejémoslo por hoy.
El mago que cuidaba la entrada lo tomó, revisó la clasificación y lo puso en una caja de madera.
Antonio miró la hora, después la libreta – ¡estas son las clasificaciones!
– De acuerdo a la máquina, el equipo de exterminio corroborará la información.
Cuatro libros encontrados por Anna y cinco muñecas registradas por Antonio para un total de nueve demonios clase A.
– ¿Quieres ir a desayunar? – preguntó Anna.
– No tengo hambre – fue la respuesta de Antonio, salió de la habitación y fue a las celdas para preguntar por el mago registrado como “duende”, porque no tenían su nombre ni otros datos – ¿por qué lo escogiste?
Paul estaba profundamente dormido.
– Despierta – dijo Antonio y golpeó los barrotes con la máscara.
Paul abrió los ojos y estiró los brazos – ¿es hora del desayuno?
– Deja de jugar conmigo, ¿por qué escogiste a ese demonio? – nueve objetos registrados, todos con demonios de nivel alto y ese hombre usó como distracción al único demonio de baja categoría – los conoces – pensó en los dos profesores que llegaron a la tienda, tenía sentido sí era un conocido o parte de la familia y no quisiera hacerles daño.
Paul subió la mirada – podría poner sus ideas en palabras, no entiendo de qué está hablando.
– ¿Por qué elegiste un demonio de baja categoría?, había otros más fuertes.
– ¡Oh! – exclamó Paul y sonrió – me agradó, ¿no le ha pasado?, entras a una tienda y ves el letrero de “empleado del mes”, con toda la parafernalia que a las empresas les gusta usar, luego miras la fotografía y piensas: es un cretino arrogante hijo de la mierda – masculló – así que miras alrededor y eliges al empleado novato, ese que se tropieza con sus pies y que sabes, despedirán pronto, porque quieres que te atienda alguien que te trate con respeto, no un idiota que mire tu ropa, tus canas y piense que ya no escuchas, no recuerdas y no entiendes.
– ¿Era lo que buscabas cuando ataste a una joven inocente a una silla?, ¿respeto?
Paul subió la mirada – no debió quedarse en la tienda, yo no quería lastimarla.
Antonio se apartó – dile al turno diurno que yo me encargaré de interrogarlo.
*****
Lilith sintió una lágrima bajando por su mejilla – esto no es real, lo creó el demonio – dio la vuelta – saca esa cosa de mi cabeza.
El águila emitió un chirrido muy agudo.
– La energía demoniaca fue erradicada – dijo la administradora y llamó otro libro – recuerdo del día…
– Detén eso – reclamó Lilith y caminó hacia la jaula, así como pasaba con los espejismos, una vez que los tocara, desaparecerían, con ese pensamiento en mente, movió su mano para agitarla dentro de la jaula con mucha fuerza y se golpeó contra los barrotes – ¡ah!
Dolió.
No tenía sentido – ¿es real? – ¿no fue un invento del demonio para tomar su alma?
La administradora respondió – tanto como usted o yo.
No sabía cómo interpretar sus palabras o sí podía confiar – ¿por qué está ahí?, se supone que el talento mágico se detecta, se usa, no está encerrado en una jaula.
– Lo siento mucho, la consciencia humana de desarrolla a los dos años, no hay registros del tiempo antes de eso.
– Dices que alguien entró a mi cuarto, fue a mi cuna en mitad de la noche y selló mi talento mágico, todo sin que mis padres lo descubrieran, ¿esperas que crea eso? – anunció con sarcasmo, ya podía imaginarse toda la escena, claro, sacada de una película porque era demasiado irreal.
La administradora bajó la mirada – sí tiene dudas, puede preguntárselo a ella.
Lilith ya estaba muy alterada, sentía que había un remolino dentro de su cabeza, quería pensar, pero no podía hacerlo.
“Primera regla de la demonología; los demonios mienten”
Cada capítulo del libro, ¡Mi experiencia con un demonio!, comenzaba con esa frase, puesta a manera de advertencia porque ese era el objetivo del libro, advertirles a los magos de jamás confiar en un demonio.
Miró la jaula, extendió su mano y el águila bajó la cabeza para que ella la tocara, al instante toda la tensión, la frustración y la rabia que inundaban su cabeza, desaparecieron.
A las siete sonó su alarma, solo había dormido tres horas, la apagó y se quedó dormida más tranquilamente.
Tres horas después se levantó, bajó los escalones y vio a sus padres en la cocina.
– ¿No fueron a escuela?
– Pedimos el día – respondió su padre – ¿no te da gusto?
No, verlos ahí le recordaba que todos los sucesos de la noche anterior fueron reales.
– Hice hot cakes, ve a lavarte las manos para que desayunes – sonrió su madre.
Lilith volvió al baño para lavarse otra vez, excepto que en esa ocasión su madre podía verla, volvió y comió sin ganas.
El profesor Bonel tenía varios exámenes sobre la mesa – sería bueno que te tomaras unos días libres, ver una película, salir al parque, de compras – miró a su esposa – podríamos planear unas vacaciones adelantadas.
Lilith lo pensó – suena bien, papá, escuché una historia la semana pasada en la tienda sobre una persona con un talento mágico sellado, ¿es posible?
Sonó el timbre.
– Yo voy – dijo Lilith poniendo su historia en pausa, por la ventana vio el rostro del hombre que conoció la noche anterior – es el demonólogo que fue a la tienda.
– Yo lo atenderé, tú desayuna – dijo la profesora Santiago e intercambió lugares con Lilith.
Antonio Melosa miró a la mujer de cabello castaño que le abrió la puerta.
– ¿Qué necesita?
Y la escuchó hablar con rudeza.
– Sí no le molesta, quisiera tomar el testimonio de su hija de lo que pasó anoche.
Brenda cruzó los brazos – ¿por qué?
– El chico que hizo la llamada me comentó que uno de los artefactos mágicos defensivos de la tienda fue inutilizado antes de lo que pasó, quiero corroborarlo con la señorita Bonel, es por el bien del caso, sí tenemos una buena ofensiva él no saldrá de prisión y ustedes estarán más tranquilos.
Era una buena razón, Brenda asintió y le abrió la puerta – primero desayunaremos, usted también, lávese las manos y siéntese en la mesa.
Lilith tomó un plato para servirle al invitado.
Antonio miró alrededor, la mayoría de los hogares de magos tenían un detector en la entrada, un recibidor que era estrictamente mundano y una segunda sección en la casa donde abundaban los libros y artefactos mágicos, la casa de los Bonel era abierta, desde la entrada se podía ver la puerta que conducía a la cocina, el comedor, la sala, la puerta del jardín, del baño y los escalones al segundo piso, y en toda la estancia no había ni un solo artefacto mágico.
– ¿Es normal hacer interrogatorios a domicilio? – preguntó la profesora Santiago y Lilith se sintió relajada por no ser ella a quien estaban regañando.
– Es un caso especial – respondió Antonio.
El desayuno transcurrió en silencio, varios minutos después Lilith fue a la sala y se sentó para atender el interrogatorio.
La primera pregunta fue abierta – ¿qué pasó en la tienda antes de que el acusado llegara?
Lilith se humedeció los labios, ¿por dónde comenzar? – fue un día normal, hay pocos clientes entre semana, pero vendemos bien sábados y domingos, atendí la tienda, almorcé, vi un programa de televisión – hizo una pausa – ese hombre, dijo que se llamaba Paul, él llegó a eso de las seis de la tarde.
Delante de sus padres no hacía falta decir que la amenazaron con un cuchillo, desde ahí habló haciendo un gran resumen, se robaron una pintura, ella llamó al técnico para reportar el cuervo, cerró la tienda, subió a cenar, fue a acostarse y despertó dentro de esa habitación extraña, Paul se molestó, abrió un libro y la envió a un espacio mental, la parte importante era:
– Él me llamó de una forma extraña, dijo: “Lilith Grimgard” – se sintió un poco apenada – es un apellido que inventé de niña y no lo he usado desde los quince.
Antonio anotó el nombre – ¿cómo fue que te mostró el libro?
– Él lo recargó sobre mis piernas, lo abrió y jaló mi cabeza hacia atrás para separar mis párpados.
Su madre se levantó para volver a la cocina y respirar profundamente.
Antonio suspiró – tuviste suerte, un demonio no puede tomar el cuerpo de un ser humano, necesita su permiso y a ti te forzaron a abrir los ojos, eso limitó bastante el poder que tenía sobre ti – miró al padre de Lilith – hicimos una revisión, el demonio que invadió su mente fue de baja categoría, será eliminado hoy por la noche.
– Gracias – susurró Lilith.
– ¿Qué sucedió en el espacio mental?
Todo el lenguaje corporal de Lilith cambió, cruzó los brazos de repente, movió sus pies acercando sus talones y tensionó sus hombros. No fue su intención reaccionar de esa manera, se relajó con la pregunta anterior y fue tomada por sorpresa.
– ¿Has leído Mi Experiencia con un demonio?
Lilith respondió – leí el primer tomo.
Antonio guardó su libreta – dicen que el testimonio de una persona que fue acosada por un demonio no es confiable, que mienten, exageran las experiencias o no recuerdan, es algo cierto, eh interrogado a muchas personas que se encontraron con demonios y actúan como tú, se sienten agredidos, porque los demonios miran dentro de los corazones de las personas, sean magos o mundanos, ellos ven sus deseos, temores, pasiones y debilidades.
La rodilla de Lilith subía y bajaba mientras su talón sufría espasmos nerviosos.
– Y usan esa información para tentarlos, contarle a otra persona lo que el demonio vio dentro de ti es muy difícil. Las personas tentadas por demonios se parecen a las víctimas de estafa, sienten vergüenza por lo que les pasó, se consideran culpables y prefieren guardar silencio.
– ¿Qué es lo que está insinuando? – explotó Brenda.
– Espera, déjalo hablar – pidió su esposo para tranquilizarla.
– Tengo pesadillas – susurró Lilith – sueño con lo que pasó dentro de mi espacio mental, yo creo que un poco de la energía demoniaca se quedó dentro de mí.
Sus padres se asustaron.
– Entiendo – dijo Antonio y se levantó – necesito que te pongas de pie y me des tus manos, sí hacemos esto, estarás dormida el resto del día – advirtió.
Lilith dejó su celular sobre la mesa, se levantó y tomó las manos de Antonio.
Las exploraciones consumían mucha energía, algo soportable para los magos, pero en el caso de los mundanos, el cansancio era más intenso.
Lilith sintió una corriente eléctrica recorriéndola, desde sus manos hacia su pecho y ahí el impacto fue más fuerte, la energía explotó en su cuerpo y se extendió hacia su cabeza, brazos y piernas, quería gritar por el dolor, pero no había aire en sus pulmones. En el último momento sus piernas se doblaron, su madre la sostuvo para que no cayera y Antonio la miró.
– ¿Cuál fue el resultado? – preguntó el profesor Bonel.
Antonio continúo mirando sus manos – negativo, no hay energía demoniaca en su cuerpo, ¿por qué pensaste…?
– Es suficiente, largo de mi casa – reclamó la profesora Santiago.
Lilith no pudo creerlo, sí no era el demonio, entonces, la biblioteca, la mujer extraña y la jaula con el águila dorada. Todo era real.