Isabella Smith
La melodía producida por el piano me da paz, tengo mis ojos cerrados mientras disfruto tocar las notas del coverd de Diamond de Rihanna interpretado por Kairullina Kami. La escuché un día en YouTube y quedé enamorada de esta versión en piano, no dude en correr al gran piano que tengo en mi habitación y comenzar a seguirla y una vez que me la aprendí no pare en todo el día tocándola y cantándola a todo pulmón. Amo la música, amo tocar los instrumentos que se han convertido en mis fieles amigos desde que tengo memoria, el piano, el violín, la guitarra acústica son mis preferidos, y mencionando que soy una amante de la música romántica en todos sus idiomas, así que son bastante las que me he aprendido al pasar de los años. Esta grande habitación es mi escape, es donde puedo tocar y cantar libremente sin que mis padres me digan que estoy perdiendo el tiempo, eso, y hasta que me toquen la puerta para bajar a cenar. Mi habitación es la ultima de esta gran casa, así lo decidieron cuando notaron que sería imposible quitarme las ganas de tocar y cantar, por eso a mis quince años me cedieron la última, así ellos no serían “atormentados” por el sonido de mi música, y realmente me hizo muy feliz que hicieran eso, lo que para ellos fue como un castigo, para mi fue un gesto glorioso, porque aquí puedo ser libre, puedo tocar durante horas sin que me manden a callar o bajar el tono, aquí soy yo, y ser yo, es lo que más he deseado en la vida.
Unas notas más, un pre coro más, y listo, termino de tocar una magistral pieza de la música moderna, y aunque no soy fans de Rihanna, esta letra en particular me encanta, y tocar la versión en piano me fascina aún más. Listo, estoy eufórica, la sensación de hacer lo que me apasiona me llena el alma, me hacen sentir sensaciones inexplicables, es como transportarme a otra dimensión a través de la música. Me levanto del asiento y voy hacia mi cama a tomar mi teléfono, son las 7 de la noche, eso quiere decir que ya la cena debe de estar lista, aunque me parece extraño que no me hayan venido a llamar con alguien del servicio. Miro mi aspecto en el gran espejo y suspiro, no comprendo como es que soy parte de esta familia, amo a mis padres, y amo a mis hermanos mayores, pero no comprendo porque ellos no me aceptan como soy, no se que de malo tienen mis gustos, solo porque me gusta ser libre, vestirme como deseo, con ropa alegre, camisones, suéteres grandes, rasgados, cardigans floreados, de rayas, de encaje, tejidos, y pantalones rasgados, o faldas largas, o vestidos frescos ¿soy rara? Ellos siempre andan de punta en blanco con sus trajes carísimos, y mi madre con sus trajes de alta sociedad, pulcra, sin ninguna arruga. Yo no puedo ser así, no es mi estilo, no me agrada, digamos que me visto algo hippie, amo sentirme bien con mi atuendo y aunque son prendas igual de costosas y exclusivas, a ellos simplemente no les agrada. Mi madre no se cansa de decirme que no me veo como una mujer de sociedad, que así nunca conoceré un buen esposo y mucho menos seré tratada con respeto ¿,y a quien le importa eso? Yo lo que deseo en este momento es poder reunir el dinero necesario para así poder cumplir mi sueño y no depender económicamente de mis padres, por eso trabajo en todo lo que me genere dinero, pero siempre y cuando sea dinero ganado de una forma justa. Toco en algunos bares de la ciudad, canto también en ellos, a veces aplico para ser de mesonera en los mejores restaurantes porque la propina es bastante buena, y como conocen a mi familia, me dejan hacerlo aún en contra de su voluntad, porque me pongo tan insistente que terminan accediendo. También paseo perros cuando puedo e incluso soy modelo en algunas ocasiones para mi amigo Ryan. Suspiro una vez mirándome en el espejo, pongo mi mejor sonría y bajo al comedor, camino por los pasillos y tomo las escaleras para bajar al gran comedor donde está la familia feliz y perfecta.
-Buenas noches familia- los saludo con palabras sinceras, a pesar de todo los amo.
-¡Al fin se digno a bajar la señorita!- habla mi hermano mayor Trevor, como le encanta escucharme la lengua, pero como sabe que están mis padres no le responderé nada.
-¿Terminó el concierto?- Ahora es Iam quien se burla de mí-
-¿Porqué no me llamaron para cenar?- indagó, ya que me pareció extraño que nadie fuese a tocar mi puerta.
-Te llamamos Isabella, pero al parecer estabas en otra dimensión que no escuchaste nada- mi madre responde con algo de molestia en la voz.
-Lo importante es que estas aquí, así que ahora si podemos comenzar a cenar- mi padre no me ve a la cara, pero por el tono que usa se que esta mucho más que molesto que mamá, así que me disculpo por lo bajo y abro la servilleta de tela sobre mis piernas para comenzar con la cena. Mi padre habla con mis hermanos sobre la empresa y los nuevos proyectos que tienen en mente, los tres están con una conversación amena, se les nota en su mirada que disfrutan y aman lo que hacen, mi madre los ve con orgullo, a mis hermano claro, pero en cambio cuando yo decido opinar sobre algo mío ella pone su cara molesta y rígida, siempre me decía que en la mesa se hablan cosas importantes, así que de un tiempo deje de hablar aquí, solo me limitó a comer y verlos a los tres hablar. Tal vez en mi cara tengo la misma expresión de embelesada de mi madre, pues a pesar de todo los amo con todo mi corazón, pero aún así cuando podría opinar mucho sobre la empresa donde también soy dueña, no digo nada. Mis hermanos saben la pasión que siento por la música, ellos fueron y son los único que me apoyaron en mi camino, y todo a escondida de mis padres, mi hermano Trevor fue quien p**o por mi escuela de música, y mi hermano Iam es quien me ha conseguido los trabajos que he realizado para tener mis ahorros, ellos saben que mis padres jamás en la vida me apoyarían en esto, así que cuando me gradué de la escuela fui tan buena estudiante que aplique para dos carreras, la de administración de empresas, que fue la que mis padres pagaron con gusto y ganas, y la de música que costeo mi hermano. No fue fácil para mi ver dos carreras al mismo tiempo, pero con mucha organización y sacrificio pude graduarme de ambas y traerle a casa a mis padres el título que tanto querían, y yo poder graduarme de lo que tanto anhelaba. Ellos hasta hoy, años después, no saben qué soy una profesional graduada en la mejor academia de música de New York, graduada con honores y con muchas ofertas para conciertos en cámara cerrada, ofertas que aun sigo rechazando porque mi meta es otra. Ellos piensan que soy una aficionada que aprendió a tocar usando YouTube, y dudo que les interese saberlo, por eso no me preocupe nunca en contarles mi logro. Seguimos cenando, estoy concentrada en mi filete con verduras cuando la voz de mi padre llama mi atención.
-Isabella ¿Cuándo vas comenzar a trabajar en la empresa? Ya tienes 25 años Isabella, ya es tiempo que trabajes de verdad-
-Papá, sabes que eso no es lo mío- le respondo mirándolo, algo que mi padre detesta es que le hablen sin mirarlo en la cara.
-¿Y que en lo tuyo Isabella? ¿Tocar la guitarra en la estación del tren y esperar a que alguien deje algunas monedas para poder comer? ¿Es así como piensas darle de comer a tus hijos?- me mira atentamente, todos dejaron de comer, Trevor tiene la mandíbula apretada, se que está molesto por la forma en que mi padre me esta hablando, pero lo respeta tanto que no le dirá nada.
-El como yo le dé de comer a mis futuros hijos es solo mi responsabilidad papá-
-¿O sea que podrías hasta vender tu cuerpo para eso? ¡Lo que me faltaba!- lo miro con ojos bien abiertos, jamás pensé que él me diría algo así, la ira recorre mi sistema y cuando eso pasa se que mi lengua no tiene límites.
-Si vendo mi cuerpo para eso, no creo que sea tu problema padre, es mi cuerpo a fin de cuentas-
-¡SUFIENTE ISABELLA!- el golpe en la mesa hace que mi madre se sobresalte, en cambio yo lo vi venir y por eso no me muevo.
-¡Suficiente tú papá! quiero que te quede bien claro que tu hija no es ninguna prostituta, ni mucho menos haría tal cosa, fui criada con principios y valores, y si por el simple hecho de que me apasione algo diferente a ti me consideras capaz de tal cosa, pues déjame decirte que estas equivocado entonces- me levanto dejando mi comida casi entera -No comeré, permiso- aguantando las lágrimas subo con mi frente en alto hacia a mi habitación, es allí donde me permito llorar y dejar salir todo, jamás dejaré que ellos me vean débil cuando me cuestionan por lo que hago. Una vez que entro cierro la puerta de un portazo y tomó mi violín, abro la puerta de mi balcón y comienzo a tocar lo que siento, lo que sale de mi corazón, es la manera perfecta para mi de dejar salir todo y no odiar a mi padre por lo que me dice, mucho menos dejar de amarlo, es aquí donde me permito llorar mientras la melodía del violín inundan mi habitación.
-Eso suena triste y hermoso a la vez Isa, es poderoso lo que estas trasmitiendo- Trevor esta parado en la puerta del balcón mirándome con dulzura, yo limpio las lágrimas de mi rostro y me acerco a él.
-Te traje tu cena, ya que no comiste nada allá abajo- le sonrío.
-Gracias hermano, no debiste de hacerlo- beso su mejilla y paso hacia mi habitación y encuentro a Iam acostado en mi cama.
-Vente ratona, come mientras te hacemos compañía- me rio por la manera de esos dos tratarme, sin duda soy la reina de sus vidas, y a pesar de que tengo 25 años me siguen llamando ratona, según ellos, porque soy pequeña y escurridiza.
-¿Les dije hoy que los amo?-
-NO- responden ambos y suelto la risa.
-Pues los amo- y me siento en la cama a cenar mientras ellos comienzan a preguntarme por mi música. Amo estos momentos donde ellos se interesan por lo que hago aun cuando no saben nada del tema, mis ojos se iluminan contándoles todo lo que sé y ellos ponen toda su atención en mí.
-¿aún te mandan ofertas?- suspiro.
-Aun lo hacen Trevor, y ustedes saben que yo no deseo estar de punta en blanco con un moño lleno de laca tocando mis instrumentos a un montón de gente estirada, sin ofender- los dos se ríen -Yo deseo enseñar mi talento a los niños que no cuentan con los recursos para estudiar en una buena escuela como lo hice yo. Yo quiero enseñarles lo que de gracia recibí y darles una pasión, algo en que aferrarse, que crean en ellos mismo y puedan brindarles a este mundo lleno de tanta basura una luz de esperanza a través de la música- no me di cuenta que mis ojos estaban llenos de lágrimas hasta que las sentí bajar por mis mejillas, mis hermanos me miran orgullosos.
-Y lo vas a logar Isa, confiamos en ti que lo lograrás- me responde Trevor mientras se pone de pie -Yo me tengo que ir, una cosa es cenar con mis padres, pero otra muy diferente es vivir ya aquí- ambos nos reímos -Sabes que vengo acá es para verte ratona- me levanto y le doy un gran abrazo de oso y lo lleno de muchos besos -Ya bájate- me lanza a la cama donde caigo al lado de Iam.
-Bueno, yo también me voy, y ambos saben que vengo a comer aquí solo porque no me gusta cocinar y la comida de mi empleada no es tan rica como la de Juana- nos reímos a todo pulmón, algo que Iam nunca dejará aún a sus 27 años es la comida de Juana nuestra cocinera, esa mujer cocina con un sazón del cielo -Me largo también- me alborota el cabello y se pone de pie junto a Trevor me besa la frente y ambos se despiden de mi prometiéndome que volverán esta semana para verme, y que cualquier cosa que necesite no dude en llamarlos.
Cuando salen de mi habitación, acomodo mi cama, fueron tan amables que bajaron la bandeja de los restos de comida con ellos, solo para evitar toparme con papá o mamá.
Tomo mi guitarra acústica una Epiphone AJ-100CE o como le digo yo, mi Epi, y comienzo a marcar algunos acordes, y cuando la siento totalmente afinada comienzo a tocar la melodía de Fuiste tú de Ricardo Arjona, sin cantarla, toco la guitarra y cierro mis ojos dejándome llevar por él sonido dulce de mi guitarra pensando que algún día las cosas mejoraran y mis padres podrán apoyarme en todo lo que he realizado en mi vida y lo que me falta por hacer.