Capítulo 3

1735 Words
Williams   Una semana ha pasado desde que la Señora Miller visitó mi despacho. Hoy, cuando son las 10 de la mañana, vuelve a informarme mi secretaria que la cita con ella será en breve, ya que tengo que recibirla a las 11 de la mañana. Como buen abogado que soy, y moviendo mis hilos, pude lograr que el divorcio se diera sin ningún problema. El Señor Miller no tuvo más alternativa que firmar los papeles, no le di tiempo a pelear, ni mucho menos a levantar alguna demanda, o ir a apelación conmigo, todas las pruebas estaban en su contra. Yo no soy juez, pero hay veces que actuó como el verdugo de la historia. Como por ejemplo, presioné al Señor Miller, lo puse entre la espada y la pared, le mostré que si él pensaba tomar las opciones que él decida tomar, igual él perdería. Que poco carácter el del Señor Miller, no aguantó tanta presión y decidió firmarme esta mañana los papeles del divorcio. A pesar de todo lo que le hizo a la mujer que me está pagando por mis servicios, esta, le dejo solo el 5% de derecho en todas sus empresas, todo por el amor que una vez le tuvo, y los años donde la hizo una mujer feliz. Suficiente será ese pequeño porcentaje para que su futuro hijo no le hagan falta los pañales, ropa y leche. Tres golpes en la puerta de mi despacho me hacen levantar la mirada, no necesito decir un adelante, mi secretaria ya sabe que con que golpee tres veces es suficiente para mí. Veo a la ex Señora Miller entrar con un vestido corto, color rojo bien ceñido, bien elegante. Esta de punta en blanco como siempre, es imposible no admirar su belleza, viene con un caminar elegante y algo sensual. Sí que le prestó aún más el divorcio.  Me levanto de mi lugar y la recibo con una sonrisa extendiendo mi mano para estrechar la de ella. -Señora Miller, o debo de decir, Señorita Simmons- le sonrío de lado -Es un placer tenerla acá, por favor siéntese- -Siempre tan caballeroso Williams- la mujer se sienta de forma elegante, cruza sus piernas y me mira expectante. -Oficialmente es una mujer divorciada- le extiendo la carpeta con las actas firmadas -Déjeme decirle que esto fue más fácil de lo que me imaginé. El Señor Miller no tuvo escapatoria- La elegante mujer toma la carpeta sin revisarla y la coloca a un lado. No hago ningún gesto, me mantengo serio esperando su siguiente movimiento. -Confió plenamente en ti, no necesito revisar el contenido de eso para saber que ya soy una mujer libre- se coloca el cabello rubio de lado -No me equivoqué en buscarte. Siempre tan responsable, siempre dando en el clavo- Me rio un poco de su comentario. -Donde pongo el ojo, pongo la bala- me levanto de mi lugar y voy hacia el minibar que tengo y sirvo dos vasos de un fino whisky, le extiendo uno a ella, lo recibe y comienza a beberlo sin quitarme la mirada de encima. -¿Qué te parece salir a celebrar esta noche Williams?- con el vaso de cristal en mi mano, me siento en mi elegante silla de cuero poniendo toda mi atención en la mujer -Sé que no eres hombre de salir mucho, pero también sé que te gustan los lugares finos y elegantes al igual que yo- La miro sin mostrar ninguna expresión en mi rostro, analizó a la mujer al frente de mí. Conozco sus intenciones, algo que he aprendido al pasar de los años estando en este mundo de las leyes, es que no mueves una pieza del ajedrez sin calcular tu siguiente movimiento. Aprendí que en este mundo donde me desenvuelvo hay que tener astucia, malicia y si es necesario, ensuciarse un poco las manos para obtener lo que quieres. No soy un santo, lo he hecho miles de veces, en las sombras donde nadie ve, o nadie sabe nada. Nunca he puesto una vida en peligro, pero sí que me encanta acorralar a las personas para cumplir mi objetivo. Y la mujer al frente de mí es igual que yo. Ella no me está haciendo una simple invitación a celebrar su divorcio, ella quiere algo más, ella quiere que yo le dé lo que el Señor Miller no pudo darle desde hace algunos años para acá. Sonrío de medio lado, ella me mira como un león esperando comer a su presa, pero lo que no sabe es que en este juego, ella puede ser la que sea cazada. -¿Qué propone?- pregunto. -Una cena, esta noche. Tú escoges el lugar si quieres, luego, veremos que pasa- sonrío. La elegante rubia se levanta y se acerca a mi escritorio – 8:00 p.m. envíame la dirección y allí estaré- toma la carpeta, da la vuelta y sale de mi oficina dejándome pensativo. No me caería mal pasar un momento con esa mujer, es bella, tiene buen cuerpo y para como están las cosas, de seguro debe de estar como loba en celo. Pero tengo que mover bien mis piezas. Sé que su intención va más allá de solo un encuentro casual, y yo sin duda alguna voy a averiguar que es lo que se trama la mujer. No soy un niño, y ciertamente también tengo mis necesidades como hombre, pero pobre de ella si piensa que puede ser astuta conmigo.   Sigo haciendo mi trabajo, hasta que el día se me va en esto. Son las 5 de la tarde y recogiendo mis cosas, salgo de mi oficina para irme camino a casa. Aún tengo que buscar el lugar para cenar esta noche con Samanta Simmons. A mi mente viene el restaurante donde ceno siempre, ya lo conozco, ya conozco su comida y me siento a gusto con el lugar. Es elegante, uno de los mejores y es muy discreto. Tomo mi teléfono y hago la reservación para las 8 de la noche a mi nombre, y aclarando que tendré compañía, le envío un mensaje a la ex Señora Miller indicándole la dirección del lugar. Sigo caminando, llego al edificio donde vivo. Subo al ascensor, y llego a mi piso. Sinceramente no siento nada al llegar a casa luego de una larga jornada de trabajo, solo un profundo vacío, y la soledad que me recibe con los brazos abiertos convirtiéndose en mi única compañera. Hago mi rutina de siempre; quitarme la ropa, ducharme, beber algo de vino, ir a mi despacho, trabajar, trabajar y trabajar hasta que son las 7 de la noche. Vuelvo a mi habitación a cambiarme y ponerme un elegante traje n***o confeccionado a la medida, me colocó mi reloj Rolex, me rocío perfume, y me dispongo a bajar al estacionamiento en busca de mi elegante auto. Voy de camino al Eleven Madison Park. Allí es donde hice la reservación para cenar, no quise esforzarme, sé exactamente que la mujer no va tanto por la comida, sino por el postre que se dará ella luego de eso, claro, si yo así lo deseo. El vale parking recibe mi auto y yo me adentro al lujoso lugar. Me recibe el host dándome la bienvenida, me pide que lo acompañe a mi mesa y me guía hasta ella. Llegué unos minutos antes, así que la divorciada aún no está. Me siento cómodamente. -¿Le ofrezco alguna bebida, o agua Señor Parker?- -Por ahora no, esperaré a mi acompañante gracias- Este se va, haciendo un asentamiento de cabeza, yo me siento a observar el lugar mientras dejo que los minutos pasen. Una elegante rubia, vestida con un elegante, pero corto vestido blanco viene acercándose a mi mesa de manera sensual y sutil. Tiene unos tacones de unos 20 centímetros de punta fina, su pequeño bolso de mano color dorado, su cabello completamente liso, y sus labios de un rojo carmesí que piden a gritos ser besados, sus largas piernas se ven realmente sexis haciéndola ver una mujer deseada. Me pongo de pie para recibirla. -Bienvenida- tomo sus manos y beso sus mejillas. De forma caballerosa tomó su silla y la aporto ayudándola a sentarse. Me acerco a mi lugar y me siento -Déjeme decirle que esta usted hermosa esta noche- La mujer me sonríe, si no fuera yo quien manejará sus asuntos legales, podría verla a simple vista y pensar que ambos tenemos la misma edad. -Gracias Williams, tu tan bien vestido como siempre. Pero ya deberías de dejar de llamarme por “usted” ¿no crees?- -Tienes toda la razón Samanta- le sonrío un poco, pero como soy un hombre que no se anda con rodeos, voy directo al grano. -¿Qué quieres de mi Samanta?- está se mantiene firme en su lugar, aun con una gran sonrisa en el rostro. -Directo. Me gusta- se muerde su labio inferior -Ciertamente no somos unos niños Parker, así qué ¿para qué darle vueltas al asunto verdad?- -Totalmente de acuerdo contigo- analizó cada movimiento de la mujer, sé lo que quiere, pero solo quiero escucharlo sé su boca. -Aparte de cenar contigo esta noche, quiero el paquete completo Williams. Quiero pasar una noche junto a ti, quiero que me hagas sentir deseada, quiero sacarme las ganas que te tengo y quiero que me des sexo sin contemplación- La mujer sonríe, yo le sonrió de lado. No puedo ignorar mi naturaleza carnal que palpita dentro de mis pantalones. Se me ha ofrecido de la manera más directa que existe. -Estás muy pensativo. Como buen abogado, supongo que estás analizando los pro y los contra de esto, pero como buena empresaria que soy, te ofrezco un trato- -Tú dirás- -Tendremos solo sexo, si estás dispuesto a todo, tampoco me quejo, estoy abierta a muchas opciones. Pero todo será bajo un contrato, donde quede estipulado que tú me darás placer las veces que yo desee- su cínica sonrisa se ensancha más. La mía sale a la luz. -Entonces ¿Qué respuesta me darás Williams?- -Bienvenidos a Eleven Madison Park. Mi nombre es Isabella y esta noche seré su mesera. ¿Desean que les tome su orden?- Esa voz, esa dulce voz me hace romper contacto visual con la mujer que tengo al frente y es allí cuando la dueña de la dulce melodía tarareada que me ha estado acompañado en mis sueños últimamente aparece y esta justo frente de mí.
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