Capítulo 4

1547 Words
 Me yergo en mi lugar, tomo una postura un tanto intimidante analizando la hermosa joven que está parada justo frente de mí con una sonrisa espléndida y porte derecho. -Aquí les muestro la nueva propuesta a degustar creada por nuestro chef Daniel Humm- la joven nos extiende el menú – es un menú totalmente vegano, dejando a un lado los productos de origen animal- Sigo mirándola, Samanta nota que ya no es el centro de mi atención así que se apresura a pedir su orden. -Como acompañante deseo la mantequilla de girasol con panecillos, y me gustaría probar el Pepino con melón y daikón ahumado- La joven anota todo en su portátil mientras sigue sonriendo ¿Acaso no le duelen las mejillas?. Luego fija su mirada en mí. Realmente no sé qué pedir, no sabía que el menú había cambiado, pero que más da, con tal de seguir mirándola me comería hasta una lechuga en un plato. -Yo pediré el pimiento frito con acelgas- dejo la carta del menú en la mesa y sigo mirándola. -Es un honor para mí ofrecerles el nuevo postre creado por nuestro chef. Se llama Blueberry y es un postre que simula la textura de los lácteos, sin tener nada de estos. Hacerlo representó un reto para el equipo de Eleven Madison Park, es preparado a base de arándanos con flor de saúco y helado de vainilla. Pero sin duda alguna vale la pena probarlo- ella sonríe satisfecha por su presentación.   -Nos encantaría- responder Samanta tomando mi mano. Ella lo nota, yo por educación no aparto la mía, pero no muestro ninguna expresión.   -En el Eleven Madison Park tenemos una variedad de vinos de alta calidad para ofrecerles, ¿Desean alguno en especial?- pregunta para romper así el momento notoriamente incómodo. -Una botella de Viña Arndanza de Rioja Alta por favor- le digo y está asiente prometiendo que en un momento nuestra comida estará en nuestra mesa lista para degustar. -No sabía que te gustaban las niñas Williams- habla con burla la mujer rubia. -Hay muchas cosas que no sabes de mí Samanta- quito mi mano bajo su mirada de deseo. -Me encantaría saber los secretos que te acompañan- -Y a mí me encantaría que te detengas, no somos una pareja- espetó molesto. -No busco ser tu pareja Williams, sabes lo que quiero de ti, pero tampoco dejaré que tu mirada se enfoque en otra mujer, menos si es una niñita- allí está, ese dolor, ella no soportará que vuelvan a dejarla por alguien menor que ella. Me río de lado acercándome un poco más a la mesa. -Si tú y yo llegaremos a tener sexo Samanta, será solo eso, y a quien yo le ponga mi mirada no será de tu incumbencia- veo la ira en sus ojos y justo cuando me iba a responder, vuelve la misma joven con nuestra orden en un lujoso carrito. La miro colocar nuestros platos mientras nos explica que contiene cada uno, luego, la veo descorchar nuestra botella de vino de forma delicada y comienza a servir nuestras copas, hace un asentamiento de cabeza deseando un “buen apetito” para luego marcharse. -Espero disfrutes la comida- le digo a una Samanta notoriamente molesta. -Lo bueno de todo, es que luego vendrá el postre- su mirada cambia a perversa, yo me río mientras comienzo a comer lo que sea esta cosa, no esta nada mal, pero soy de los que le gusta comer carne, y si es fresca, mucho mejor.   Al terminar de cenar, me limpio mis labios con la servilleta de fina tela, tomo un poco de vino y enfoco mi mirada en Samanta. -¿Qué respuesta me tienes Williams?- pregunta mientras bebe de forma sensual de su vino. -Samanta, acepto- esta sonríe de forma victoriosa -Pero- la veo forzar ahora la sonrisa -Será bajo mis términos- -¿Cuáles?- -Simple- con actitud desinteresada le respondo -Tendremos sexo solo cuando yo decida, no hay contrato, no hay cláusulas. Cuando yo quiera te buscaré, y cuando yo quiera te dejaré- La mujer rubia y madura se yergue en su asiento, lleva su dedo a sus labios optando una postura pensativa. No tiene de otra, no le firmaré ningún papel, mi palabra basta, ella verá si lo toma o lo deja. -Me parece bien, total, esta noche veremos que tan bueno eres entonces- se levanta y saca de su fino bolso una tarjeta y me la coloca en la mesa, sin leerla, la tomo y la guardo en el bolsillo de mi pantalón, se acerca a mí, me da un pequeño beso y dándose la vuelta con su elegante caminar dejándome solo. A los minutos se acerca la misma joven. -¿Desea que le traiga su cuenta Señor?- -¿Trabajas aquí siempre?- es lo primero que le pregunto. -Disculpe?- -Te pregunte que si trabajas aquí siempre- -De forma ocasional Señor, como por ejemplo hoy- me responde nerviosa. -¿Por qué?- está me mira con una ceja alzada. -No creo que deba de dar respuestas de mi vida personal a los comensales, ahora si me disculpa ¿Desea que le traía su cuenta Señor?- La miro y asiento, esta se da media vuelta y los minutos vuelve, me deja la pequeña carpeta de cuero con el total a pagar, lo tomo, lo leo y saco el efectivo para así pagar y dejarle una propina extra por tan excelente servicio. -Muchas gracias- le extiendo la carpeta. -Gracias a usted por preferir a Eleven Madison Park- me sonríe dándome a entender que lo de hace un momento no le causó ningún disgusto. Me levanto de mi lugar y me dispongo a salir del restaurante, el valet parking me entrega las llaves de mi auto y me dispongo a conducir mientras busco en mi pantalón la dirección que me ha dejado Samanta antes de irse del lugar. No necesito ser adivino para saber que es la dirección de algún lugar exclusivo. Así que me tomo mi tiempo manejando pensando que es exactamente lo que Samanta quiere de mí. Sigo la dirección que me dio, y llego al lugar. Una sonrisa se dibuja en mi rostro, jamás pensé que Samanta era de esas mujeres. A pesar de que vivo en una oficina metido, conozco el mundo de la élite de New York, son muchos los dueños de estos lugares los cuales yo represento de forma legal. No soy un ignorante a lo que pasa en la ciudad donde vivo, pero sinceramente no soy partidario de este estilo de vida. NSFW son las iniciales que me escribió Samanta en la tarjeta negra. Es un exclusivo club s****l privado que se encuentra en Manhattan. Las siglas quieren decir New Society for Wellness. Este lugar privado permite que las personas le den rienda suelta a sus fantasías sexuales sin inhibiciones ni prejuicios. Vaya ex Señora Miller, se lo tenía bien guardado pienso. Aparco mi auto, enseñó la tarjeta que ella me dejó y un hombre vestido como un mafioso, completamente de n***o, me guía hacia mi destino. Caminamos sin detenernos dentro del lugar, y lo que mis ojos ven me dejan un poco impresionado. El ambiente es completamente LGBT + friendly. El club está diseñado para que los miembros convivan en un ambiente de sexualidad libre y, sobre todo, sana.  Seguimos caminando, y llegamos a un largo pasillo, este es con las luces tenues en color rojo, hay varias puertas y nos detenemos frente de una de ellas. -Aquí esta su acompañante Señor Parker- este se va y me deja parado frente de la puerta. No dudo en pasar, la abro y busco con la mirada a Samanta y cuando la visualizo una sonrisa se dibuja en mi rostro. Samanta se encuentra de pie junto a una cama color rojo, las luces están bajas, la habitación tiene varios objetos sexuales en una pequeña mesa, y también distingo varios objetos usados para la práctica del b**m. -Pensé que te habías arrepentido Williams- Samanta me habla mientras camina hacia mí de manera provocativa. Está completamente desnuda, únicamente tiene puesto sus tacones y una cuerda en el cuello, no muestra vergüenza y yo no puedo evitar comerla con los ojos, ciertamente la mujer tiene un buen cuerpo, y mi cuerpo reacciona de inmediato debido a la vista que ella me está ofreciendo. -La curiosidad pudo más- la rubia se me acerca y comienza a besarme el cuello, yo llevo mis manos a su cuerpo, tocándola de forma descarada. -Dicen que la curiosidad mató al gato- la aparto. -¿Por qué tanto show Samanta? Si querías tener sexo conmigo podríamos ir simplemente a un hotel, no sabía tenías gustos tan sádicos- -Bueno, mi antigua pareja no estaba de acuerdo en nada de esto, pensé que tu sí- vuelve a comenzar a besarme el cuello. -¿Qué te hizo pensar que yo si accedería?- -Querido mío, estas solo desde hace más de 8 años, no sales, no tienes a nadie, he de suponer que estás muy necesitado de esto, o eres gay, sin ofender claro- la miró con una ceja alzada. Así que a la señora le gusta el juego sucio y perverso. Una sonrisa cínica se dibuja en mi rostro, interesante pienso. -Ay Samanta, esta noche te demostraré el hombre que soy-          
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