T R E S “¡BAJA TU ARMA!”, grita Rupert. “¡YA!”. Logan está a unos metros de distancia, levanta su pistola, apuntando a mi cabeza. La sostiene y veo que delibera acerca de dispararle a este hombre. Veo que quiere hacerlo, pero le preocupa herirme. Ahora me doy cuenta de lo tonta que fui al recoger a esta persona. Logan había estado en lo cierto. Yo debería hacerle hecho caso. Rupert nos estuvo usando todo el tiempo, quería tomar nuestra lancha y alimentos y suministros y quedarse con todo. Está totalmente desesperado. Me doy cuenta de repente de que seguramente va a matarme. No tengo duda de ello. “¡Dispara!”, le digo gritando a Logan. “¡Hazlo!”. Confío en Logan—sé que es un gran tirador. Pero Rupert me sostiene fuertemente y veo a Logan indeciso, inseguro. Es en ese momento que