Selina, luego de que Blake se había marchado de su apartamento, amenazándola, empezó a sentirse mal. La ansiedad le recorrió cada poro de su piel. Su respiración se volvió rápida y superficial, como si el aire a su alrededor se hubiera vuelto denso y difícil de inhalar. Su corazón latía descontroladamente, golpeando con fuerza en su pecho, y una sensación de mareo la invadió, haciendo que se tambaleara hacia el sofá. Se dejó caer en el mueble, tratando de controlar el temblor incesante de sus manos. Un sudor frío le empapaba la frente y la nuca, mientras sentía que el mundo a su alrededor se desmoronaba. La visión se le nubló por momentos, y una sensación de pánico puro se apoderó de ella, como si estuviera atrapada en una pesadilla sin salida. —¿Qué he hecho? —murmuró entrecortadamente,