La quijada de Broke fue a parar al piso de la impresión, jamás pensó en casarse, pero nunca imaginó una propuesta de ese tipo, además que las palabras de él hicieron hervir su sangre.
—¿Qué le hace pensar que yo necesito un caballero que salve mi honor? ¿Cree que estamos en siglos pasados? —cuestionó, esta vez se reflejó en la azulada mirada de él—, nadie tiene derecho a juzgarme, no soy la única mujer en este mundo que es madre soltera —aclaró sin avergonzarse de su condición—, puedo ser una mujer sencilla, pero no soy tonta, en este juego son ustedes los que salen ganando, no yo —espetó con los puños apretados y el ceño fruncido.
Blake plantó su profunda mirada en ella, su respiración se volvió irregular.
—Vaya, vaya, tienes agallas, y tan modosita que pareces.
Broke apretó la ma
