Primer día. El ruido del motor de vapor llenaba el aire y los distanciaba de los murmullos de las personas que harían el viaje a Darlack por primera vez en un tren. La princesa Carolina vio llegar a su sobrino y alzó el brazo para que la notara, al mismo tiempo vio a la mujer rubia que estaba colgada de su brazo con un vestido floreado y un sombrero atado a su barbilla, detrás suyo una doncella cargaba una pesada maleta. Carolina suspiró y caminó hacia ellos – llegas tarde, estuve a punto de enviar a sir Magnus para que se asegurara de traerte de las orejas – lo saludó acomodando el cuello de su saco. – Alteza, muchas gracias por permitirme viajar con ustedes – dijo Margaret. – Claro, vamos, tenemos un horario que cumplir. Dentro del vagón las paredes estaban pintadas y adornadas con