13. VISITAS

1222 Words
CARLA Empiezo mi semana con todo el ánimo arriba, las cosas están marchando a la perfección y con la firma de ese contrato al fin escucharé de la boca de mi señor don patrón gran jefe lo que creo que quiere decir. ¿Qué haré después de eso? No tengo idea, pero algo se me ocurrirá, encontraré la forma de librarme de mi prometido y su círculo social. Después de desayunar camino a la oficina de mi señor, arreglo mi camisa porque quiero verme divina, me mira con su ya habitual sonrisa. - Buenos días señorita. - Buenos días señor. - Se ve particularmente feliz esta mañana. - Tuve hermosos sueños debo decir. - Yo también los tuve, estoy ansioso de dejar todo listo para terminar con esa visita, serán las dos semanas más largas de mi vida. - Que se pasarán volando, todo quedará perfecto. - De eso, quería hablarte – se pone serio – hablé con mi hermana del tema e insistió en encargarse del almuerzo con Gina – se borra mi sonrisa. - Ok, es su hacienda, son sus negocios. - La hacienda también es de ella y Gina es su mejor amiga, además te necesito a mi lado para ver los temas de la negociación, cultivos. - ¿Me necesita? – sonrío. - Te necesito – sonríe, cuando entran la limoncito con la otra. - Hermano, no sabes, Gina tiene grandes ideas para el almuerzo. - Muchísimas ideas, van a encantarte. - Por favor, ¿no les enseñaron a tocar antes de entrar a un lugar? O a saludar al ingresar – me mira - la educación es parte de dar una buena impresión. - Buenos días – dicen casi en coro y de mala gana. - Buenos días – respondo con la mejor sonrisa fingida. - Lo importante – habla la bruja – es que con Valentina hemos planificado todo para el recibiendo del señor Domínguez y su familia. - ¿El señor Domínguez? – palidezco, rogando nadie lo note. No puedo tener tan mala suerte, cómo no estaba su nombre o el de su empresa en todos los benditos papeles que revisé. ¡Maldita confidencialidad! - Sí, el famoso Pedro Domínguez con su hijo Pablo, además de su esposa que va a acompañarlos. Debemos darle la mejor impresión – se ve tan feliz, emocionado. De todas las personas tenían que ser ellos con quienes consiguió este negocio – y tú nos ayudarás porque quiero nos acompañes en toda la visita. - Con ese contrato tu hacienda quedaría en el top, insisto en que no deberíamos permitir lo atienda cualquiera – Gina me ve bajo el hombro, con una sonrisa sarcástica que su disque novio a la fuerza parece no notar, o no querer notar, ahora eso me da igual. Tengo peores problemas. - La señorita Gina tiene razón, no creo estar al nivel de una reunión de esa clase. Así que ese día me puedo quedar en la cocina ayudando a Carmen – suelto, tratando de mantener la calma, él me mira desconfiado. - Ves, hasta ella se da cuenta de su situación – completa la hermana, lo cual hoy agradezco, no quiero… corrijo, no puedo estar frente a ellos, no viva, no ahora. - Sí, es un negocio tan importante y ya me conoce, siempre meto la pata. No quiero poner en riesgo todo lo que consiguió por un error mío – casi suplico. - No pensé te preocupara tanto fallar – luce preocupado – imaginé te emocionaría conocer personas como ellos, estabas contenta de poder ayudar. - Me emociona, ayudaré en los detalles para prepararlo todo, que quede perfecto, pero aún no estoy lista para dar una buena impresión… Yo… Aún no sé cómo atender invitados así, si hago algo mal por los nervios puedo arruinar su imagen, que cancelen todo y es muy importante lo que ellos piensen de usted. Por favor, en otra ocasión, cuando tenga más confianza y menos presión prometo hacerlo bien, por favor – siento notó mi temor, porque me ve algo conmovido. - Está bien, entiendo los nervios, yo también los sentí cuando inicié mi trabajo, la responsabilidad de cómo me vean, todo – las mujeres lo ven fastidiadas – si no te sientes cómoda puedes ayudar a Carmen, mantenerte al margen, no te forzaré a nada que no quieres – me da una media sonrisa, provocando la mirada envidiosa de Gina. Suspiro aliviada, mi corazón casi se sale del pecho. - Bueno – Gina lo toma del brazo, que tampoco me importa ahora – está decidido entonces, quienes estamos capacitados para tratar con personas de ese estatus lo haremos, los demás, ocuparán el lugar que es suyo - lo veo torcer los labios, no le gustó nada lo que ella dijo. - Muy de acuerdo, cada uno debe conocer su lugar – suelta su agarre con educación – así que continuemos con nuestras actividades porque las responsabilidades no se detienen por la visita, se multiplican. Carla, por favor para que me acompañes a revisar los sembríos, debo hablar con Gabriel y el personal. - Pero Antonio, necesitamos nos acompañes a ver lo que usaremos, es tu imagen. - Lo siento Gina, no puedo acompañarlas. Creo además ese es un tema que pueden resolver solas. - Hermano, esa gente es importante, no podemos recibirlos así nomás, no somos como otros – me mira con desdén – el cómo nos miren marcará el cómo nos traten. - No puedo, debo encargarme de preparar la hacienda. - Pero hermano. - Sí Antonio, tu hermana te necesita ahí. - ¡Basta! El señor Domínguez viene por mi trabajo, no por un coctel social. ¿Acaso entienden el por qué de su visita? ¿lo que está en juego? El legado de nuestros padres, nuestro patrimonio, el trabajo de muchas familias. Dejen de comportarse como niñas caprichosas y actúen con madurez – camina a la salida molesto - Carla, ¡vamos! Lo sigo, monto a Florcita y trato de seguirle el paso, algo difícil porque va como si tratara de huir. - Oiga, soy nueva en esto, ¿recuerda? Casi me atropella la yeguita, usted me rescató, reposo – se detiene, ubicándose a mi lado. - Lo siento, me sacaron de quicio. No me gusta me quieran usar por capricho, Gina últimamente se toma demasiadas atribuciones y mete a mi hermana en ellas. - ¿Recién se da cuenta? Wow, suspicaz es una palabra que no debería usar en su currículo – se ríe. - Siempre directa, como una flecha. - Claro, es una de mis cualidades. - Supongo que tienes razón, antes no me molestaba tanto, podía controlarlo. Pero ahora, hay tanto en juego, además de que no soporto intenten herirte. - Por mí no se preocupe, de peores formas me han tratado. - No lo sabía, sé tan poco de tu vida antes de aquí, debes superar la vergüenza y contarme, no te voy a juzgar – lo veo con cara de ¿es enserio? Mueve los ojos viendo a todos lados – bueno, ya no te juzgo como antes lo haría. - Le prometo que algún día nos sentaremos con una cerveza para contarle toda mi historia, lo bueno… - respiro – y también lo malo de la misma, solo deme tiempo. - Está bien, confío en tu palabra.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD