15. PERSECUCIÓN

1073 Words
ANTONIO Llega al fin el día de la dichosa visita. Temprano en la mañana un contingente de carros estaciona en hilera en la hacienda, varios hombres armados, vestidos de n***o, con gafas oscuras y audífonos para comunicarse revisan todo el lugar. Parece la escena de una de las películas de las que hablamos con Carla. - Pobrecitos, se han de morir de calor – habla inocente Dominga. - Por favor, es su trabajo, están acostumbrados – explica Gina emocionada, no me gusta cuando no muestra empatía. - Dominga, por favor informa en la cocina que preparen comida para todos ellos y que les sirvan limonada helada. - Sí señor, se retira – el que parece el jefe de todos se acerca. - Buenos días, soy Xavier y estoy a cargo de la seguridad del señor Domínguez. Necesitamos ver el espacio adecuado para la llegada del helicóptero. - ¿Helicóptero? – hablan en coro Gina y Valentina con los ojos brillantes de la emoción. - Acompáñeme – lo guío – será un placer recibirlos a todos. Horas después un helicóptero aterriza en el espacio que dejamos preparado, descienden del mismo Pedro Domínguez, su esposa Lola y su hijo Pablo, junto a una comitiva. ¿Trajeron acaso a toda su empresa? Saludan amablemente e iniciamos el recorrido, el señor no se va con rodeos. La señora acompaña a Gina y Valentina a conocer la casa, es una mujer muy hermosa y elegante, con un porte único. El señor tiene una presencia imponente, al igual que su hijo, pero en sus manos se nota en una época hizo trabajo pesado de campo, algo que me cuenta con orgullo. Sus raíces, a diferencia de las de su esposa, son humildes. Al terminar la caminata nos dirigimos al despacho a firmar los papeles que faltan, nos damos la mano y finalizamos meses enteros de negociaciones, con un tranquilo almuerzo al aire libre. Les comento el alcalde del pueblo quiere hacer una celebración en su honor esta noche, agradecen el gesto y me informan que se hospedarán en el único hotel que tenemos en el lugar, a pesar de mi insistencia y la de mi hermana que luce muy amable con el hijo, buscando se queden en nuestra casa. Necesitan buena señal, algo de lo que carecemos, para finalizar algunas labores, así que lo entiendo. Van de salida, están por subirse a uno de los vehículos cuando la mirada de la señora cambia, el enojo invade sus ojos, su esposo sigue el punto que puso a su mujer así y toma la misma actitud. Carla, quien permaneció anónima todo este tiempo está a penas asomando un poco su mirada en una de las esquinas que da a la cocina. - Catalina, ¡Catalina! - el señor empieza a perseguir a Carla, ella se quita los zapatos y corre como alma que lleva el diablo por los árboles alrededor de la casa – ¡deténganla! no la dejen escapar esta vez – le grita a sus hombres. Pronto sus guardias van tras ella, ante la sorpresa de todos quienes vemos la extraña y a ratos divertida escena. Carla se mete entre los árboles, rodeándolos y los hombres tratan de atraparla como en escena de dibujos animados, pues no acostumbrados al terreno tienen caídas bastantes cómicas. Pablo por otro lado, apoyado en el vehículo principal, baja sus lentes oscuros para observar mejor el suceso con una sonrisa, sin mostrar interés en sumarse a la persecución. - No vas a volver a escapar de mí muchachita del demonio – grita enfurecido, mientras mueve los brazos para que más de su personal la siga. - Ves Toni, te dije que tener esa chica aquí no nos convenía, debe ser una ladrona muy conocida. Quién sabe qué le hizo a ese señor para ponerlo en ese estado - Sí hermano, te lo dijimos. No puedes confiar en ella. Quién sabe qué hizo en la ciudad. - No hay cómo meter extraños a la casa, tienes un buen corazón hijo, pero necesitas empezar a desconfiar más de la gente – sentencia el padre de Gina. No respondo. Quiero preguntar qué pasa, correr a defenderla, pero mi cuerpo no reacciona. ¿A quién metí en mi casa? ¿A quién le di toda mi confianza sin conocer nada de su pasado? - ¡Pablo! – grita el padre enojado - ¿podrías ayudar a capturarla? Este problema es tu culpa. - Aish – se queja poniendo los ojos en blanco – no me sumaré a esta locura, que ella haga lo que quiera, yo no pienso intervenir. Las miradas están en él y en la escena, todos buscando una explicación de lo sucedido, el por qué es su culpa. Al final uno de los hombres logra tomarla en brazos mientras ella patalea, la acerca, el señor Domínguez le susurra algo y ella se rinde, camina escoltada por los guardias, con la cabeza baja en señal de resignación. Llega al vehículo y se lanza a los brazos de Pablo, siento los celos me invaden. Pensé que podíamos llegar a tener algo especial, así me lo hizo sentir, supongo fingió. - Te dije hijita que esa niña tiene cara de víbora – habla Constanza, la madre de Gina – seguramente se metió con ese chico y por eso los padres está tan enojados. - Con lo inocente y desvalida que parecía, mira nada más – murmura el papá. Pronto las murmuraciones se hacen más y más grandes entre los espectadores que han salido a ver la razón del escándalo. - Por eso hermano no puedes confiar en cualquiera, imagina que perdamos el negocio con ellos por esa poca cosa. - Exacto Toni, mejor que ellos se ocupen de su asunto, nosotros estemos aquí tranquilos. Tus padres estarían orgullosos que salves la hacienda. Sin responder a nadie me marcho a mi estudio, me sirvo un vaso de aguardiente, y otro, y otro. No puedo creer que todo lo que dijeron era verdad, tampoco puedo creer que la dejé marcharse tan fácilmente, pero ¿qué puedo hacer? las pruebas de que algo hizo están ahí, las pruebas de que no era la mujer inocente que yo creía también. Lanzo con rabia el vaso contra la puerta. Esa mujer se aprovechó de mí, de mi sencillez. Es obvio que tiene algo con el hijo de Domínguez, es obvio que le hizo algo muy malo a esa familia. ¡Soy un idiota!
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