8. CREO QUE

1205 Words
CARLA Todo iba bien, al fin Flor y yo nos habíamos hecho besties, así, mejores amigas por siempre, hasta peinados iguales teníamos, pero como en toda amistad una víbora tenía que meterse a sembrar discordias, en este caso de forma literal porque terminé en el suelo. Siendo honesta me lancé, porque mi mayor miedo era que salga corriendo sin destino conmigo encima, vi unos arbustitos y al igual que mis amigas en las mentiras de sus ex, me fui de cabeza sin pensarlo. Muy mala idea, porque estar en el suelo con un animal de más de 400 kilos enloquecida, pues ha sido como peligroso. Todo se puso en cámara lenta, con los gritos de los otros de fondo, relinchidos y una voz interior diciéndome que ya valió madres, el fin, encima me vería fatal en el ataúd porque no hay maquillaje que cubra patadas de caballo. De la nada, en medio de un resplandor con vientecito propio y todo lo veo acercarse a Antonio, con esa mirada intensa aún más intensa, mandíbula firme, músculos de sus manos y brazos marcados al sostener las riendas de mi ex bestie. Se ve imponente dominando a un animal así, logrando que sus patas delanteras toquen el suelo y vuelva a su estado dócil. Estoy hipnotizada viéndolo, es como un personaje de película de acción vaquera, hasta el sudor y su cabello alborotado le quedan perfecto, quiero sacar mi celular para registrar imagen tan sexi, aunque supongo sería raro, no me culpen veo muchos dramas. Creo que tengo la boca abierta, porque enserio, me siento en una escena donde soy la protagonista. Ok, quizás debería preocuparme de mi casi muerte, pero esa sensación de ser salvada por un súper vaquero le ha ganado. Me pregunta algo, quiero responder, solo que las palabras no me salen. Me toma en brazos y es la primera vez que lo tengo tan cerca, desde mi altura no puedo apreciar tan bien su rostro, esos ojos que no son tan oscuros como los veo desde abajo, o sea, desde mi estatura. Me pongo tan nerviosa que empiezo a temblar, mientras mi rostro pálido toma un color cada vez más rojo. Entramos a la casa en algún momento, noto que me coloca sobre una cama, noto que no le he quitado la vista desde hace mucho tiempo y estoy roja como un tomate, noto esta no es mi cama. - Sigue en shock – habla Carmen preocupada y decido que quién soy yo para darle la contra, me quedo en silencio buscando no pasar vergüenza, porque no quiero ser la tonta que se quedó flechada por el señor. Qué cliché eso. - Carla – mueve su mano frente a mí, yo solo parpadeo, mientras ella me revisa moviéndome como si fuera una muñeca. - Señor, mejor llevémosla a un hospital, no podemos esperar al doctor – está preocupada. - Tienes razón – no, no puedo ir a un hospital, van a descubrirme, tengo que hacer algo. - Agua - ¿agua? No se me pudo ocurrir algo mejor – agua por favor – hablo. - ¿Estás bien? – hablan ambos a la vez. - Sí – me acercan un vaso el cual bebo con calma mientras intento pensar cómo salir de este enredo – solo me duele. - ¡Hay que ir al hospital! – repite él. - Me duele el corazón quiero decir, es que me asusté – yo sabía que ver tanta novela de medio día con Lupe serviría de algo alguna vez. - Susto nos has dado tú a nosotros – me regaña ella. - Lo lamento. ¿Dónde estoy? – no reconozco este lugar, no he conocido otra habitación que no sea la mía. - En mi habitación, no sabía donde más traerte – responde él y ahí sí es un trágame tierra completo para mí, bebo otro sorbo. Dicen que no hay que ahogarse en un vaso de agua, pero puedo intentarlo. Después de mi accidente he llevado reposo hasta mejorar. El doctor vino y su diagnóstico fue unos cuantos golpes que sanarían pronto, más el shock del momento. Para mí un show más que shock, porque no puedo quitarme de la cabeza la imagen de Antonio rescatándome. Esos ojos, esos brazos, ese olor… Ay, no. Todos han sido amables, menos la limoncita y Gina que me ignoran. Como no quería estar tampoco de vaga, pedí me dejen ayudar en alguna cosa, Antonio decidió darme trabajo de oficinista, o sería haciendanista, ayudándole a organizar documentos y preparar un informe que necesita para ganar un contrato. Se sorprendió con mi trabajo, lo vi en su cara, eso sí, intenté hacerlo sin llamar tanto la atención para evitar preguntas, es desconfiado, pues se ha reservado mucha información. - Muy buen trabajo Carla. Bien redactado y organizado. ¿Dónde aprendiste a realizar informes? - Heee… mi papá realiza muchos en su trabajo y suele pedirme ayuda. - Te enseñó muy bien, he adelantado mucho trabajo en estos días gracias a ti – sonrío emocionada, no suelen felicitarme seguido. - Gracias por dejarme ayudarlo, me alegra demostrar mi agradecimiento por tenerme aquí. - Quizás no lo notaste, cuando llegaste tenía mis dudas contigo – no, que va, si es sutil como un elefante en una cristalería – pero me has demostrado que eres responsable. Me has quitado mucho peso de encima y quisiera continues a mi lado con estas actividades. - Claro, pero ¿podría seguir ayudando en algunas tareas a Carmen y las demás? Han sido muy buenas conmigo y no quiero dejarlas por completo. - Mientras no cocines, está bien. Me parece un gran gesto tu lealtad con ellas, lamento si te juzgué mal. - Tranquilo, tiendo a caer mal a primera vista. Debe ser mi cara – le brindo mi mejor sonrisa y me la devuelve, nos quedamos viendo fijamente los ojos del otro en un silencio nada incómodo, en un silencio de paz. - Toni – se escucha a Gina mientras se acerca, siempre llegando en mal momento. - Ah – mira a otro lado – puedes retirarte temprano, trata de descansar. - Sí – digo nerviosa – voy a caminar un poco, para tomar aire. Lo veo mañana. Tengo que hablar con alguien y sé muy bien con quién, va a regañarme, pero necesito desahogarme. - Al fin llamas de nuevo. - Estuve algo ocupada. La buena noticia es que al fin me soportan aquí. - Qué bien, ¿la mala? - Me gusta Antonio. - No, no, no. Ni lo pienses. - ¿Por qué? - Supongo él no sabe nada del lío en el que puedes meterlo. - No… pero… - En algún momento te tocará regresar y dudo que vuelvas allá. - Lo sé. - Y lo más importante, ¡estás comprometida! Si se entera no creo lo tome bien, si tu novio se entera será peor y si la familia se entera… de esa hacienda quedarán cenizas. - Ok… ¿Cuándo podré volver entonces? - Aún no lo sé, después de la fecha o en cuanto tengamos la información que necesitamos. Lo que suceda primero. - Debo irme. - Carla. - ¿Qué? - Te quiero, por favor no nos pongas en peligro.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD