6. CONOCIÉNDONOS

1068 Words
La perra lanza una maceta al piso ante mi cara de incredulidad, he conocido gente así antes, solo que nunca dejan de sorprenderme. Sostengo la escoba con ganas de romperla sobre su pelo mal tinturado, cuando escucho una voz que ya es muy conocida para mí. - ¿Qué pasó? - Querido, estábamos charlando y me concentré tanto que tropecé. Lo siento – sonríe amable – Carla, por favor limpia todo – habla como si fuera la dueña del lugar. - ¿No te parece que si tú la hiciste caer, tú deberías limpiarla? – la veo por unos segundos ponerse seria, hasta que cambia de nuevo a una sonrisa, esta mujer es de locos. - Es que estoy con mi vestido nuevo, además recién pinté mis uñas, no puedo ensuciarme – hace un puchero, él respira, se nota está cansado, parece nadie entiende los malos días que está pasado en el trabajo. - Yo lo limpio, no se preocupen, total ya tengo la escoba aquí – me resigno a no ponerlo en una situación peor. - Gracias Carla – dice la bruja - bueno, debo irme, tengo que empezar a preparar todo para el cumpleaños de papá. Recuerda, es el sábado, no falten. Lo veo asentir y recibir un beso en la mejilla con la incomodidad que siempre tiene cuando alguien, que no es su hermana o Carmen, se acerca a tocarle el rostro. La bruja se va mientras yo estoy agachada recogiendo los pedazos de la maceta, él hace lo mismo ayudándome. - Lo siento – me mira. - ¿Por? – continuo con mi mirada en los pedazos que voy juntando. - Sé que lo hizo a propósito, sé que hace muchas cosas por molestar a otros. - Interesante. - ¿Qué? - Que usted sabe cómo es con los demás, pero la deja hacerlo. Debe quererla mucho supongo – se pone serio. - Es la mejor amiga de mi hermana, se crió viniendo a esta casa. Su padre fue el mejor amigo del mío, hay cosas que gente como tú jamás entendería, como el agradecimiento y la lealtad. - Vaya, veo que el concepto de agradecimiento es quedarnos en silencio dejando que dañen a otros, gracias por la lección – le sonrío con sarcasmo. - Puedes pensar lo que quieras – mueve los hombros - igual estoy aquí ayudándote a recoger la maceta y limpiar la tierra. - Y aún así no podrá dejar la maceta como antes, o garantizar la planta sobreviva después de dañarse tanto – veo que quiere decir algo más, pero recojo lo que falta, lo pongo en la funda que cargo, tomo mis cosas y salgo de ahí, dejándolo con la palabra en la boca. Esta batalla la gané yo. Llega el sábado y veo a los hermanitos limón salir temprano y bien vestiditos, supongo a la dichosa fiesta de cumpleaños. Los demás deciden irse al pueblo y otros quedarse en familia descansado, es un hermoso día. Me doy una siesta en una hamaca, el que la haya inventado merece el cielo, porque nada como dormir así bajo un árbol. Me levanto con pereza, voy a la cocina y me preparo un par de sánduches, decido caminar un poco para ver si llego al río que me mostró Dominga, nadie suele ir ahí así que sería hermoso nadar un poco. En el camino agarro algunas frutas de los árboles, qué paraíso es este, me quito los zapatos para disfrutar aún más la experiencia de libertad que siento. Al fin llego al río, el agua cristalina me llama. Pongo mi comida en una roca, buscando las hormigas no la sigan, me quito mi ropa y quedo en el único traje de baño que empaqué, gracias a Lupe por guardarlo. Me lanzo y empiezo a moverme, juego con el agua que cae de una especie de cascada, me sumerjo, buscando romper mi récord de aguantar la respiración cuando me topo con alguien que me ve con el mismo susto. Saco mi cabeza del agua tratando de huir, notando que del otro lado hacen lo mismo, regreso a ver y me encuentro con el señor don patrón gran jefe que está tan sorprendido como yo. - ¿Qué haces aquí? – grita, lo cual es medio chistoso pues solo veo su cabeza. - Comprando ropa – me burlo – pues obvio que nadando. - ¿En mi río? - No pues, perdón, no vi el letrero que decía era exclusivo de usted – me enojo - ¿no debería estar en su fiesta? - A ti qué te importa. - Entonces a usted qué le importa si nado aquí. - ¡Sal! - Pues no quiero y aquí no es mi jefe. Hace calor y el agua está rica, salga usted. - No puedo… estoy en paños menores… - ¡No me diga que está desnudo? – mis ojos se agradan y me volteo. - Claro que no, estoy en ropa interior. - ¿Y es vergonzosa? – vuelvo a voltearme curiosa. - ¡Obvio que no! ¿por qué preguntas esas cosas? - La ropa interior es como los trajes de baño, solo que no es socialmente aceptada. - Qué clase de pensamiento es ese viniendo de una mujer. - No me diga que es machista. - No lo soy, solo es raro. - ¿Acaso nunca ha compartido una piscina o un río? - No así. - ¿Tiene algo de su cuerpo que lo avergüence? – lo veo analizándolo y se sonroja. - ¡Tampoco! – intenta cubrirse, aunque el agua ya lo hace. - Entonces no sea peleón y comparta el río, es bastante grande para los dos – me ve con desconfianza, pero sigue nadando. Ok, cuando sale a lanzarle desde lo alto de una roca confirmo no tiene nada de qué avergonzarse, qué buen cuerpo. El trabajo duro le ha dado músculos y una piel bronceada de forma hermosa, algo que envidio pues a mí el sol me deja como camarón. > me concentro en recordar las órdenes que me dieron, necesito ganarme su confianza lo suficiente para que me deje quedarme más tiempo, pero sin llamar tanto la atención para que quieran investigar sobre mí. Sale después del clavado y me ve con una sonrisa retadora, como soy competitiva subo a la roca, a una parte más alta y me lanzo con mejor estilo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD