Ocho meses después.
~•••••~
—¡Corten! —gritó Will, antes de levantarse de su silla y caminar hacia nosotros.
—Maldita sea —murmulló Kane por lo bajo, en un soez eco de mis propios pensamientos.
Eran las cuatro menos cuarto de la madrugada, llevábamos grabando unas ocho horas, aquella era la última escena del rodaje y habíamos tenido que hacerla seis veces ya, porque simplemente “había algo que no encajaba” con nosotros según él, mientras le veíamos acercarse solo podía rogar que esta vez estuviese conforme, porque ya estaba muriendo de frío y cansancio, si tenía que besar a Kane una vez más vomitaría, y porque amaneceríamos pronto, si no completábamos el rodaje esa noche… tendríamos que esperar a la noche siguiente para poder terminar, y nadie quería eso.
Cuando finalmente estuvo frente a nosotros, rascó su descuidada barbilla y suspiró, echando por tierra todas mis esperanzas.
—¿Qué pasa ahora? —preguntó Kane, echándose al hombro el rifle de utilería que llevaba en la mano.
—Pues, lo mismo de hace un momento, hombre… Estamos grabando una escena donde se confiesan su amor y se besan apasionadamente y ustedes dos parecen dos patatas con rostro pintado en medio de este jodido botadero —Will alzó sus manos con exasperación—. ¡Una escena! Solo resta una escena y ustedes están determinados a arruinar cada toma.
—En serio lo siento, Will —murmuré avergonzada, odiaba que me reprendieran frente a todo el equipo.
—No quiero que te disculpes, Joscelyn… ¡Quiero terminar la jodida escena! No sé qué tienen hoy, pero sinceramente pareciera que no quieren terminar el rodaje.
—Oh, créeme que yo quiero terminarlo —le aseguré, sabiendo que nadie lo quería más que yo, pero este comentario no fue bien recibido por mi compañero, que se giró hacia mí y me miró con cara de pocos amigos.
—¿Y eso qué mierda significa? ¿Dices que yo no estoy poniendo de mi parte? —se quejó Kane, ofendido—. Porque déjame decirte que hubiésemos podido terminar todo esto si dejaras de lado tu frigidez y mostraras algo de pasión.
—Quizás deba darme un consejo, señor Parrish, porque es difícil no mostrar frigidez cuando lo único que pienso es en no vomitar mientras te beso, tú, idiota presumido —respondí completamente iracunda. Yo me caracterizaba por ser una mujer paciente y empática, pero Kane Parrish sacaba a florecer lo peor de mí, y llevaba siendo así los últimos meses.
—¡Oh! ¿Quieres un consejo? ¿Qué te parece empezar a actuar? ¡Que para eso te pagan! —mis ojos se abrieron de par en par, enfureciendo aún más, pero Will alzó sus manos nuevamente.
—¡Ya basta! ¡Basta! No quiero oír ninguna maldita cosa de sus bocas que no sea “sí, Will, pondremos de nuestra parte, y haremos la jodida escena”, me tienen hasta la madre con sus ridículas discusiones, son las putas cuatro de la mañana del día de mi cumpleaños y aún estoy en este jodido basurero porque ustedes no pueden darse un beso sin que se les vea el veneno destilando por sus bocas. Más les vale que saquen esta escena en la próxima toma, porque de otro modo me encargaré de hundir sus jodidas carreras, ¿oyeron eso?
El hombre se dio la vuelta y empezó a alejarse mientras yo me rascaba la cabeza y miraba uno a uno a los chicos de producción, llena de vergüenza, todo el mundo estaba cansado y deseosos de irse a sus camas, pero seguían ahí por nosotros; podía ver el reproche en sus miradas… eso no podía ser bueno.
—Serenense un poco y luego vuelvan a sus marcas, chicos —ordenó Larry, el asistente de dirección.
Miré a Kane, que se había agachado para atar los cordones de sus botas. Seguía enfadado y podo dispuesto a poner de su parte, y supe que, como siempre, tendría que ser yo la que diera el noventa por ciento del esfuerzo para sacar adelante todo, así que queriendo acabar de una vez con todo eso, recurrí a una táctica que me avergonzaba y escandalizaba a partes iguales… Fijarme en su físico.
Tenía que aparentar sentirme atraída por él y mentalizarme a protagonizar un momento lujurioso y excitante dentro de la historia de los personajes, un beso apasionado mientras un grupo de terroristas lanzaban una lluvia de balas en mi humilde pueblo, una situación tan inverosímil como el hecho de pretender que no me atraía de verdad.
Quizás era en parte aquello lo que me tenía tan incómoda esa noche. Kane, que poseía un cuerpo que no tenía nada que envidiarle a las esculturas de Zeus o Poseidón, vestía un pantalón táctico de camuflaje y una ajustada camiseta negra que demarcaba cada uno de sus músculos y que hacía que su piel canela se viera como un pecado irresistible. El rostro tiznado de n3gro, y artísticamente cubierto de rasguños y heridas para aparentar haber participado en un par de peleas, no le hacían parecer menos sexi… si acaso solo potenciaban más ese rasgo.
«¿Por qué tiene que ser tan guapo?», me preguntaba con enojo mientras le veía ponerse de pie y tomar nuevamente el rifle. No es que tuviese un rostro simétrico, o que realmente fuese el hombre más guapo del mundo, pero su s*x appeal era indiscutible… por mucho que yo tratara de negarlo, y ese era el problema, en esos últimos ocho meses, luego de que me dieran la sorprendente noticia de que había obtenido el papel, había procurado ignorar todo lo que fuese necesario a Kane, trataba de verlo como una escoba con rostro y nada más, no me iba a permitir sentirme atraída por un sujeto tan vil.
Sin embargo, tiempos desesperados requerían medidas desesperadas, y había tenido que acceder a esos impulsos cuando nada estaba saliendo bien. Era la última noche de grabaciones, por fin tendríamos la película lista… Solo debía hacer un último sacrificio. Eso me repetía como un mantra al tiempo que me iba visualizando envuelta en sus brazos, mientras nos besábamos apasionadamente.
Di un par de pasos hacia él, pero me detuve cuando fijó en mí los ónices que tenía por ojos.
—Intentémoslo, ¿sí? Es la última escena, sé que me odias, pero… Seamos profesionales al menos una vez.
Kane no me respondió, ni siquiera se movió, solo se mantuvo ahí mirándome con enojo por un buen rato hasta que finalmente sonrió, y eso me descolocó por completo.
—De acuerdo, seamos profesionales. Solo procura no vomitarme encima, sampaguita —Entorné los ojos al oír el apodo por el que le gustaba llamarme de vez en cuando, que en sí no era ofensivo, pero sabía que lo hacía con burla; porque hubo algo en su tono que activó mi sexto sentido, pero no tuve tiempo de pensar demasiado en eso, porque Larry nos llamó una vez más, era hora de empezar.
Él se ubicó detrás de la barricada y yo más a la derecha, hacia el viejo muelle por el que se supone tenía que haber huido, y esperé que todo iniciara otra vez.
—¡Prevenidos!... ¿Sonido?
—Grabando.
—¿Cámara?
—Grabando.
—¡Acción! —exclamó Larry cinco segundos después, haciendo que las detonaciones y percusiones de las balas iniciaran nuevamente, y Kane empezara a dramatizar.
Le vi mirar por encima de la barricada y apuntar el rifle hacia el galpón a su izquierda. Presionó el gatillo y acto seguido todo se iluminó mientras el ruido de una explosión invadía el lugar. Resoplé un tanto enfadada, pero al mismo tiempo complacida al notar que realmente me parecía super sexi verle hacer aquella escena, seguía creyendo que mi compañero era una diva de Hollywood, pero no podía negar que el papel de rudo y capaz Navy Seal le quedaba de maravilla.
Cuando la explosión bajó de decibeles y la lluvia de balas cesó, fue mi turno de entrar, suspiré una vez más y empecé a correr en su dirección. Él se irguió y en sus ojos la sorpresa, el alivio y el enojo se mezclaban a la perfección mientras me veía agacharme junto a él, justo como indicaba el libreto… Es que el condenado hombre realmente era buen actor.
—¿Qué diablos haces aquí, Marie? ¡Te dije que te fueras!
—Lo sé, lo sé, pero eso no va a pasar, ¿de acuerdo? No pienso dejar este pueblo sin ti. —Lo miré suplicante y él resopló en respuesta, dejó sus armas a un lado y se abalanzó sobre mí para estampar sus labios contra los míos con violencia, tal y como decía el libreto, de momento todo sucedía al pie de la letra, salvo por un insignificante detalle… Kane me estaba besando de verdad.
Sus labios se movían ansiosos y demandantes contra los míos, al tiempo que sus dedos se aferraban a mi nuca para mantenerme ahí. Yo podía sentir que en mi interior todo era un caos, sin saber cómo diablos reaccionar a lo que estaba haciendo, y entonces, mientras mi cerebro intentaba adivinar qué hacer… mi cuerpo decidió tomar las riendas de la situación.
Bajo el implacable ataque de su boca, mis labios empezaron a moverse al unísono y mis manos acariciaron su cabello a la misma altura que las suyas aún me sujetaban. Él, en otro arranque improvisado, me tomó del trasero y haló de mí hacia él, para terminar sentándome a horcajadas en su regazo mientras él aún se encontraba arrodillado en el suelo. Deslizó sus manos a lo largo y ancho de mi espalda, y sus labios siguieron violentando mi boca sin piedad. No supe exactamente cuánto tiempo pasó, solo sabía que mi cuerpo respondía a él con el mismo ímpetu con que me besaba… Para cuando empezamos a oír el ruido de motores acercándose a nosotros, la marca que indicaba el fin del beso, yo no era nada más que un manojo de nervios.
ÉL me soltó y miró una vez sobre la barricada, había retomado el libreto, yo en cambio, solo me quedé ahí en el suelo… con la mirada perdida, pero eso pareció ser acertado.
—¡Corten! —gritó Will una vez más. Kane y yo nos mantuvimos en el suelo, sin mirarnos, esperando a que el hombre se acercara a nosotros, y cuando lo hizo… su mirada era e incredulidad absoluta—. Perfecto… ¡Eso fue sensacional! No sé qué demonios hicieron, pero ¡funcionó! —se giró hacia los demás y agitó sus brazos al aire—. Eso es todo, gente… Desmonten todo, nos vamos a casa.
—Excelente escena, sampaguita, hasta me lo creí por un segundo… ¿Y puedes creerte que no vomitaste? —comentaba Kane en tono burlón, luego de que Will se alejara, al tiempo que extendía su mano hacia mí para ayudar a levantarme, pero yo le aparté de un golpetazo.
—¿Qué fue eso? —Él sonrió con malicia ante mi pregunta.
—La única forma que encontré para quitarte la frigidez de encima.
—Eres un idiota, no sabes cuánto te odio —respondí entre dientes, haciendo un esfuerzo sobre humano para no llorar enfrente de él, pero sabiendo que eso no me duraría demasiado, empecé a caminar para alejarme.
—Aguarda… ¿En serio vas a llorar por eso, florecita? —Me tomó del brazo para impedir que me fuera, y, humillada y enojada como estaba… no pude controlarme y le abofeteé.
Él me soltó y se llevó una mano a la mejilla enrojecida, mirándome en shock, como lo hacían todos los demás que estaban alrededor, pero por primera vez no me importó lo que pensaron, estaba demasiado enojada… demasiado humillada por lo que había sucedido.
Me fui de ahí corriendo, llorando a mares, avergonzada conmigo misma por lo que había pasado… lo que había permitido, sintiéndome sucia y estúpida, pero en el fondo feliz de que finalmente habían acabado aquellas malditas grabaciones y ya no tendría que ver a ese nefasto hombre a diario. Kane Parrish era un horrible capítulo de mi carrera, y quería sacarlo de mi vida lo más pronto posible y olvidarme de él.