03| La escandalosa propuesta

2277 Words
Un par de días después, estaba esperando mi equipaje en el aeropuerto. Habíamos pasado las últimas dos semanas en Tuy Hóa para las grabaciones finales, y si bien era un lugar hermoso… Ya extrañaba mi cama, a la que volvería tan pronto como mi maleta apareciera en aquella cinta transportadora. —¡Adiós, Jos! —exclamó Haley Lu, una de las actrices que participó en las grabaciones, mientras se marchaba, habiendo sido afortunada y encontrado su maleta de inmediato. Yo parecía tener que quedarme un rato más. Mientras esperaba, meditaba en cómo, personas como Haley y yo, que aún no teníamos demasiado status en el gremio, debíamos volar en clase turista, con el resto del equipo de producción y todo el asunto, mientras personas como Will y, por supuesto, Kane, lo hacían en primera clase o en vuelos privados, como era el caso de mi coestrella, que había salido de Vietnam un día antes en un avión privado, propiedad de Stan Fox, el multimillonario dueño de los complejos hoteleros Foxes. Aquel sujeto era un narcisista y playboy de primera, solo días sabía qué clase de cosas hacían esos dos en un avión privado. El sonido de mi teléfono me sacó de mis pensamientos y justo cuando logré sacarlo de mi bolsa, un sujeto robusto pasó sin cuidado junto a mí y lo tumbó al suelo. El hombre ni siquiera se dignó a verificar si lo había roto, solo siguió su camino mientas yo me inclinaba a recoger el aparato, que ahora tenía toda la pantalla estrellada y apenas si podía ver algo en ella. —¿Bueno? —¿Jos? ¿Dónde has estado, mujer? ¡Llevo toda la mañana intentando localizarte! —la voz de Liz me hizo entornar los ojos. —¿Cómo que dónde, Liz? Recién acabo de bajar del avión. —Como sea, eso ya no importa, más tarde hablaremos del caos, escucha con atención… —¿Qué caos? —¡Escucha con atención! Wrigth y Krasinski quieren verte en las oficinas de la productora en media hora, ¿oíste eso? —¿Qué dices? ¡¿Y eso para qué?! —pregunté alarmada, nada bueno podría pasar si te llamaban a la oficina de los productores. —Que no me lo quisieron decir, pero te necesito ahí como un clavel a las once, ¿entiendes? —Liz… Dios, yo estoy a una hora de mi apartamento, y voy en zapatillas y jersey, ¿qué quieres que haga? —miré de un lado a otro, empezando a hiperventilar, tratando de pensar con claridad. —No tengo idea, Joscelyn, ¡pero te quiero ahí a las once! La comunicación se cortó y reprimí el impulso de lanzar el teléfono por pura frustración. Di un pequeño salto de alegría al vislumbrar mi maleta acercarse por la cinta y traté de recordar cuál de todas las prendas que tenía ahí adentro era apropiada para reunirme con los productores, pero no tuve mucho éxito, esos días en Vietnam no requerían ropa formal ni elegante. Fue entonces cuando recordé las boutiques que funcionaban en el aeropuerto y corrí hacia esa dirección, esperando encontrar algo no tan costoso que pudiera resolver mis problemas. ••• Un rato después, salía del elevador casi al tiempo que el reloj digital que se suspendía sobre la cabeza de la secretaria del piso, marcaba las once en punto. —Señorita Lim, justo a tiempo, ya le están esperando en la sala de juntas —me dijo la mujer al tiempo que se ponía de pie para guiarme hacia la oficina. Al acercarnos a la puerta, pude ver a Liz, que me miraba con pesar, y junto a ella estaba Elsa Rodríguez, una elegante mujer que había visto un par de veces antes, la última de ellas, cuando Kane sufrió una quemadura en la pierna luego de que derramara mi café sobre él… Era la representante del hombre, y su presencia ahí me indicaba que él también estaba presente. «Quizás solo quieran hablar algo de la película», me dije un tanto más optimista, durante el camino de ida no dejaba de pensar en las probabilidades de que me sacaran de la cinta, cosa que creía poco probable a esas alturas, pero si la reunión incluía a Kane… no podía tratarse de eso. Al entrar, fui recibida por tres hombres: Robert Wrigth, Alan Krasinski y Kane Parrish, sentados todos alrededor de la gran mesa de juntas; el último me miró sobre su hombro con una sonrisa burlona al fijarse en el formal vestido amarillo que había comprado y mis tacones de aguja, y esta vez no tuve nada que reprocharle, porque él llevaba una camiseta gris común y corriente, unos jeans negros rasgados y unas botas, vestía tal y como lo hacía para ir a comer con el equipo de producción en Vietnam, y para mi completa vergüenza… los otros dos no iban vestidos muy diferente. «Ay, Dios, no, no, no…», me lamentaba internamente, sintiendo cómo la puerta se cerraba tras de mí. —¡Joscelyn, querida! —me recibió Krasinski con un marcado acento neoyorquino. —Hola, gracias… Lo siento, yo… creí que sería una reunión formal, Liz… ehm… mi representante no me dijo cómo debía vestir —me excusé, seguramente roja como un tomate. —Brillas como un centavo nuevo, estás perfecta —siguió el hombre. —No te preocupes por eso, no es importante —agregó el señor Wrigth, más serio—. Lo que sí es importante es lo que queremos discutir con ustedes hoy, así que toma asiento, por favor. Cuando me senté, me sorprendió notar que Kane se levantó un poco, en un gesto caballeroso que pese a su odiosa actitud conmigo, seguía manteniendo. Al verlo a los ojos, caí en cuenta que aquella era la primera vez que lo veía luego del beso en el set y tan pronto como lo recordé… volví a sonrojarme de inmediato, y lo odié un poco más que antes. —De acuerdo, chicos… A lo que vamos —dijo Krasinski llamando nuestra atención otra vez. —Les hicimos venir hoy por lo siguiente… Ha ocurrido un percance con Will, él viajó ayer a Nueva York y… —¿Le pasó algo? —pregunté preocupada. —No, no… él está bien, pero… Bueno, está muy molesto con ustedes —Wrigth se encogió de hombros, apenado, antes de seguir—. No nos vamos a sentar aquí a explicar por qué, creo que todos lo sabemos, desde que inició el rodaje, lo único que nos han llegado son quejas… de ustedes —Me hundí un poco en mi asiento, muy avergonzada por aquello—. Hicieron de la vida del hombre un infierno estos meses y él está muy enfadado, y lo cierto es que nosotros también, eso ha ocasionado mucha mala publicidad alrededor de la película, eso no está bien, este es un proyecto muy esperado y queremos que todo sea perfecto. —De verdad lo siento mucho, señor Wrigth, jamás fue mi intención causar problemas, yo me… —¿Cuál es el punto de todo esto, Alan? —preguntó Kane impaciente. —Bueno… el punto es que lo que dijo Will ayer ha causado mucho revuelo, mucho más del que ya vienen arrastrando ustedes. —Kane cerró los ojos y asintió. —¿Lo que dijo Will? ¿Sobre nosotros? —miré uno a uno a los hombres frente a mí y terminé en Kane, que me miraba con hastío y asintió—. ¿Qué dijo? —Will dijo, en el talk show más visto de Nueva York y la nación entera, que el último día de rodaje, luego de dar la mejor y más apasionada actuación en conjunto que pudieron dar a lo largo de todas las grabaciones, se pudieron a discutir otra vez y que tú abofeteaste a Kane antes de irte. Sentí que la cara se me caía de vergüenza al oírlo. —¿Es eso cierto? —Kane y yo asentimos en silencio, haciendo que Krasinski riera. —Bueno, el punto es que terminó diciendo que ustedes eran muy buenos actores, pero que hasta que no se acostaran y liberaran toda la tensión s3xual que llevaban acuesta… Jamás podrían volver a trabajar juntos. —Un jadeo ahogado escapó de mi garganta al tiempo que Kane sacudía su cabeza. —Sé perfectamente lo que dijo, vi el show… ¿Qué pasa con eso? Will siempre anda hablando mierdas sin sentido, ¿cuál es la diferencia está vez? —Pues que eso hizo que las personas enloquecieran, las r3des s0cial3s explotaron anoche y hoy todo el mundo está hablando de ustedes… y de nuestra película, claro. El mundo entero muere por ver esa escena. Me cubrí el rostro, avergonzada de tan solo pensar que cuando el mundo viera esa escena, todos pensaran que fue un momento de pasión real, sobre todo porque era básicamente lo que había sido. —Oh, ¡vamos, Alan! Basta de rodeos, digan de una buena vez lo que quieren decir —gruñó Kane, por lo visto tenía más confianza con él, sin embargo fue Wrigth el que respondió. —Lo que queremos decir, Kane, es que esta es la primera vez que ustedes dos generan algo de buena publicidad para la cinta, y que pretendemos explotarla al máximo, pero para eso necesitamos de su colaboración. —No —interrumpió mi compañero. —Aguarda, Kane, escucha primero lo que… —No, Alan… dije que no. —Yo miraba a todos sin entender nada, pero por lo visto él sí había captado la idea y no estaba dispuesto a colaborar. En ese momento Wrigth le dio un golpetazo a la mesa para llamar la atención. —Ustedes llevan meses, hundiendo esta producción, tanto jodieron a lo largo de estos meses que terminaron la grabación con una bofetada, no solo Will está enfadado, nosotros también, y va siendo hora de que empiecen a pagar por ello, a enmendar toda esa mierda, y esta es una muy buena forma de hacerlo. Kane siguió negando con la cabeza, pero su amigo se acercó a él. —Piénsalo, hombre, a la cinta de falta como máximo un año de postproducción, no queremos que esto se enfríe. —Si hay algo que pueda hacer para solucionar esta situación, les aseguro que pondré de mi parte para hacerlo —empecé a decir, sintiéndome terrible y avergonzada. Había trabajado tan duro desde que había empezado en Hollywood, me había esforzado tanto por hacerme de una buena reputación, que odiaba estar poniendo eso en peligro por culpa de mis problemas con Kanes, no quería que mi carrera se manchara por su culpa. —¿Quieres cerrar la boca y dejar de ser tan complaciente? No sabes lo que estás diciendo —gruñó Kane, haciéndome enfadar. —Tú no eres nadie para mandarme a callar —respondí sin ser consciente de que me inclinaba hacia él. —Tranquilos, tranquilos… Sabíamos que no iba a ser fácil llegar a un acuerdo con ustedes, Miguel y Lucifer no iban a jugar para el mismo bando solo porque sí. Obviamente pretendemos ofrecerles ciertos beneficios, chicos… Algún porcentaje de taquilla, o… quizás asegurarles unos dos o tres protagónicos —Wrigth me miró al decir eso, como si la oferta estuviese dirigida a mí—. Pagos justos por el sacrificio que esto representará para ustedes. —Vamos, Kane… piénsalo al menos —continuó Krasinski—, firmaremos un contrato, nosotros cumpliremos con nuestra palabra obviamente, ustedes solo deben… seguir actuando. —Aguarden, aguarden… Lo siento, pero no estoy entendiendo nada —sonreí apenada—. ¿Nuestro sacrificio? ¿Seguir actuando? ¿De qué están hablando? —Quieren que tengamos un romance —respondió Kane, dejándome en shock. —Queremos que finjan tener un romance… Y ganar toda la publicidad que les sea posible para la película. Abrí la boca sin saber qué decir, había oído ese tipo de cosas en revistas de chismes y shows de farándula; siempre como un asunto de cotilla más que de hechos reales, pero por la forma en que los estaban planteando los dos hombres ante mí, el asunto parecía ser más normal de lo que todo el mundo creía, incluso hasta formal, porque hasta de un contrato hablaban. —Sé que eres nueva en la industria, Joscelyn, pero aquí las cosas se manejan de tal forma que todos salgamos beneficiados. —¿Todos? ¿Jos y yo obtendremos mucho con esto? —Ay, vamos, Kane, que pasearte por ahí con una mujer hermosa no es ningún castigo, y terminarás todo con unos cuantos miles de dólares en tu cuenta. Y tú, Joscelyn, aun no eres muy conocida… Relacionarte con Kane podría ayudarte a sobresalir un poco más. Pero es algo en lo que no estamos dispuesto a ceder, descubrimos que esto funciona, y ya les dijimos… lo vamos a explotar, no es que tengan muchas opciones, pero les estamos dando la oportunidad de que reciban los beneficios pertinentes. —¿Y por cuánto tiempo tendríamos que hacer esto? —preguntó Kane, que ya se había hecho con el control del asunto, al menos por nuestro lado. —Hasta el estreno de la cinta. —¿Dentro de un maldito año? ¿Cómo esperan que sobreviva un año entero con ella? —Kane empezó a vociferar una cantidad de groserías que no me detuve a escuchar, estaba demasiado preocupada por lo que acababa de decir Krasinski… Yo tampoco sabía cómo podría sobrevivir un año entero al lado de Kane Parrish, estaba frente a un abismo borrascoso, pero al mismo tiempo sentía el filo de la espada en mi espalda… No tenía escapatoria.
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