—¿Vas a pasar toda la noche con esa cara de perro rabioso? —preguntó Alex un buen rato después mientras me pasaba otra cerveza—. Ten, ve si esto te baja la temperatura. Hacía ya unos quince minutos que Kane se había ido con Stefani y desde entonces no había regresado a hablar con nosotros, al contrario, se instaló en el sofá donde estaba aquel grupo y no paraba de mostrar una estúpida y gigantesca sonrisa mientras los demás hablaban. —Lo mataré… o la mataré a ella, pero alguno de los dos acabará bajo tierra —respondí al ver cómo la resbalosa mujer, que había decido sentar en el apoyabrazos del sofá, justo al lado de Kane, le tocaba el hombro juguetonamente, riendo de algo que él había dicho. —Solo busca hacerte enojar, Josie, es un poco infantil de hecho… no le hagas bolas, y sobre tod