Los brazos de Kane me envolvieron con fuerza al instante, y su boca me recibió gustosa, moviéndose en sincronía con la mía y dejando que sus manos acariciaran levemente la parte más baja de mis caderas, rozando mi trasero y provocándome descargas eléctricas que alimentaban el deseo instantáneo que nos envolvió. Estar así de cerca, luego de todo el abismo emocional que había tenido lugar entre nosotros, fue tan placentero y revitalizante que se me hizo increíble que solo hubiesen pasado tres días desde nuestro último beso… para mí ese lapso se sintió como años. Escuchamos a alguien aclararse la garganta y nos giramos para encontrar a Stefani en la puerta, mientras detrás de ella, en el interior, seguía la algarabía del karaoke. Quise lanzarle uno de mis tacones, hubiese esperado que luego