Capítulo 12

1095 Words
Venezuela se removió incómodo entre las sábanas y abrió los ojos con el ceño fruncido. Obviamente ya no se sentía cansado del todo, pero la pereza le estaba susurrando al oído que se volviera a dormir como por 8 horas más mínimo. Giró la cabeza en dirección a Rusia y le vio con los labios entreabiertos profundamente dormido. Se sentó con la mente en blanco y, por el frío que hacía, se sintió inexplicablemente feliz. Las cortinas dejaban entrar la luz de una forma tan agradable que le recordaba a un lindo viaje a Mérida con sus hermanos que siempre recordaba con cariño. Hubo un momento en el que se le quedó viendo fijamente a la alfombra como por 10 minutos. El venezolano notó como Argentina se escabullía del saco de dormir sin despertar al mexicano, quien al parecer estaba soñando algo bonito. Miró a Venezuela con los ojos entrecerrados y terminó por salirse del saco de dormir moviéndose como un gusanito revoltoso. México susurró algo similar a «canela» o... «canario», pero bueno, lo importante es que no se había despertado. —¿Y Alemania? —preguntó el argentino en un susurro. Venezuela se giró sobre si mismo confundido y pudo ver como la parte de arriba del sofá estaba vacía; le devolvió la mirada al argentino como diciendo «No sé» mientras se alzaba de hombros con una expresión dudosa. —Tengo hambre, ¿y vos? —cuestionó Argentina acercándose a él tratando de no hacer ruido. —La verdad, es que sí —murmuró el venezolano a modo de respuesta—. México hace buena comida... ¿y si le damos un coñacito sin querer? —Nah, mejor usamos nuestro método cariñoso/fastidioso «71-06». —¿71-06? —dijo el de 8 estrellas— bueno, va. Y de un momento a otro, (así de rápido), México tenía al argentino sentado a la derecha y al venezolano sentado a la izquierda. Ambos chicos se inclinaron sonrientes y acercaron al mexicano con malicia; ya sabían que este se iba a molestar en un principio, pero que a fin de cuentas terminaría cediendo a sus «encantos». —Méx... —susurró Argentina cerca de su oreja mientras Venezuela le movía el hombro ligeramente para despertarlo. —¿Ah? ¿Qué...? —balbuceó México adormilado, y al ver a quienes tenía a ambos lados, bufó y se cubrió el rostro con las manos—, ay no, ¿otra vez? —Mé-xi-co —canturreó Venezuela redoblando cada sílaba—, levantáte. —No, no, no, no —negó el mexicano mientras los otros dos le abrazaban con odiosidad—, ¡dejen de estar chingando! —Aliméntanos —susurró Argentina con voz coqueta para luego darle un beso en la mejilla. —Ámanos —dijo Venezuela haciendo lo mismo. —Quiérenos. —Grrr —gruñó el venezolano cerca de su oreja y México alzó los brazos con fuerza. —¡Ah! ¡no! ¡suéltenme! —chilló moviéndose de un lado a otro— ¡dejen de ser tan jotos! HEY, HEY, HEY, CUIDADO CON ESAS MANOS. Y luego estalló en carcajadas rindiéndose finalmente sin poder evitarlo. —¡Ya, ya! ¡les voy a hacer algo! Ya dé-dejenme, pff —rio México entre mimos y Venezuela le lanzó una mirada de victoria al argentino. —Vy, latinoamerikansty, tak lyubite, ya by khotel s'yest' ikh odin za drugim (Ustedes los latinos son tan cariñosos, me gustaría poder comérmelos uno por uno) —dijo Rusia soñoliento mientras observaba a los 3 chicos desde el colchón. —Ja, ja, ¿qué? —preguntó Argentina, el ruso si que era extraño, y aunque no entendió nada de lo que el nórdico dijo, se había escuchado gracioso. Así que todos rieron animados mientras Rusia les veía con un aire más aterrador. —Buen día —se apareció Alemania inexpresivo y se recostó al marco de la puerta con una taza de café en mano. —Buenos días —respondió el resto con un coro educado. —¿Qué hora es? —preguntó México frotándose los ojos. —Tarde. Cerca de las nueve y media —respondió el alemán. —Uy no, chau, levántenme a las tres de la tarde, por fa' —dijo Argentina cubriéndose hasta la cabeza con una sábana y se dejó caer al piso. —Nojoda, yo sabía que tenía que seguir durmiendo —Venezuela se cruzó de brazos e hizo afán de volver a acostarse. —¡No mame'! Me despertaron pa' acostarse ustedes, nooo, a la vergaaa, ¡levántense pendejos! —vociferó el mexicano batuqueando a los otros dos latinos de los hombros. —No, pa' queee, si no tenemos na que hacer, ahorita más tarde nos paramos —chilló Venezuela. —¿Algo interesante? —cuestiono Alemania y bebió de la taza antes de continuar—, ¿qué te parece saber que Corea del norte está en la cocina hablando con USA? Todos observaron sorprendidos al alemán con aquél chisme; ¡eso sí que sonaba bastante interesante e incluso intenso! Y mientras en la cocina, todo se entornaba muy profesional. —No comprendo que tuvo que haber pasado para que ustedes dos estén aquí, pero me preocupa —dijo con toda sinceridad Estados Unidos apoyando las manos en la isla de su cocina. —Sé que no avisamos antes, y me disculpo por ello —dijo Sur-corea con una mueca avergonzada—, pero mi hermano quería venir enseguida. —ONU enloqueció, bueno, no literalmente —comenzó a decir Nor-corea bien vestido en su traje de negocios—. Días después de que los puso a ustedes en una casa para «reforzar lazos patrióticos» quiso hacer lo mismo con Asia. —Nos metió a mí, a Nor-corea, a China y a j***n en una vieja casa que queda bastante lejos, igual que a ustedes —comentó Corea del sur con ropa relajada: sudadera, shorts y zapatos deportivos. USA siguió escuchando lo que los 'hermanos Corea' le contaban. —j***n se estaba dando una ducha cuando dijo que vio algo extraño en la pared —continuó contando Nor-corea—, era una entrada cerrada con tablas de madera a un viejo sótano. —Encendimos la luz y bajamos por curiosidad, ¡hasta creímos que sería divertido! —Habían muchas cajas de madera y papeles extraños en c***o, pero estábamos tan agitados que no le pedimos a China que nos leyera un poco —dijo Corea del norte. —Entonces yo abrí una de esas cajas... —comentó Sur-corea y su mira se volvió asustadiza—, habían bolitas de tela, esto no te va a gustar... —afirmó sacando su celular de uno de los bolsillos de su mochila. Estados Unidos observó como Sur-corea buscaba dentro de la galería de su teléfono una foto muy específica; para cuando giró el móvil en su dirección, USA abrió sus ojos aterrado por lo que estos veían. Todas esas cajas que ellos habían encontrado, estaban repletas hasta arriba de pequeñas bolitas de tela (que generalmente estaban llenas de arroz) todas, absolutamente todas, con pequeños detalles que les hacia parecerse a todos los países del mundo. Estas pequeñas bolitas, que hace muchos años USA no veía, en la actualidad eran consideradas muñecos vudú altamente ilegales a nivel mundial. Había gente que incluso juraba haber visto como uno de esos pequeños muñequitos redondos se movía y decía cosas de manera inadvertida. —Salimos corriendo cuanto antes y llamamos a ONU de emergencia —dijo Corea del sur. —ONU nos contó que a ustedes le pasó algo similar. Nos contó de un explosivo peligroso en otra casa —comentó Nor-corea—. USA... —comenzó a decir. Mientras, el estadounidense miraba boquiabierto las imágenes del celular. —USA, ¿crees en la brujería?
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