¡BOOM! → Country Humans

Capítulo 25

—¡Ya está esta madre! —dijo el mexicano arrimando un plato en dirección a Polonia, quien veía con ansias los tacos recién hechos.

—Wow... lucen hermosos —balbuceó el polaco acercando su rostro a la comida, parecía que sus ojos estaban a punto de fabricar brillitos en cualquier momento.

Polonia no lo pensó mucho más y tomó uno de los tacos mientras a este se le caía un poco las verduras, esa tortilla frita estaba hasta arriba de llena. Abrió la boca y pegó un buen mordisco; vaya que le llegó el hambre en cuanto olió la carne salida de la estufa.

—¡Y saben hermoso! Ñom, ñom, ñom —agregó este sonriente—. Gracias, México. Te debo una.

—De nada —dijo el latino «mariachi» deteniéndose un poco, no había caído en cuenta de que ahora debía limpiar la cocina del gringo.

—Tengo que preguntar... —comenzó a decir Venezuela con una mueca de confusión—, ¿de dónde coño sacaste el gorro de cocinero? —cuestionó.

—Un buen chef nunca revela sus trucos —respondió México sacando el pecho como todo un profesional del sartén—. La verdadera pregunta es porqué Murica tiene un gorro de cocinero.

—Buen punto, Buddy Balastro —se le escuchó decir al argentino con diversión—. ¿Sabés qué, Vene? Sin rencores, wacho. Yo sé que vos sos buena gente.

—¿No pudiste decir eso antes de mete'me tantos carajazos?

—Hum, no, ahre.

El mexicano sonrió ante esa respuesta de parte de Argentina. Últimamente México había estado pasando bastante tiempo con Venezuela y el argentino; la vedad era, que se sentía a gusto con ellos. Tal vez por costumbre, o por simple chingadera, pero sí, se sentía cómodo con ellos, como si estuviese seguro de poder contar con ambos por igual para lo que fuese.

—Vene, ¿una birra? —preguntó el argentino asomando su cabeza dentro del refrigerador de Estados Unidos.

—¿Qué es una «birra»? —Venezuela alzó una ceja hasta que pudo ver como Argentina sacaba un par de botellas de cerveza de la nevera—. Ah ya. Sí, pasáte una ahí.

—Oigan, pinches pendejos —los llamó México con voz divertida—, ¿puedo hablar con ustedes ahorita dentro de un rato? Hay algo que les quiero contar...

—No, qué ladilla —dijo el venezolano a modo de broma y México le empujó ligeramente un hombro.

—Puta, estoy hablando en serio —el mexicano bajó la mirada avergonzado con una sonrisita escurridiza y tanto Argentina como el latino tricolor rieron.

—Soltá la sopa —pidió el chico con un sol achinando los ojos; ya sospechaba de que se trataba aquello.

—Pues... —chilló México alzándose de hombros—, ustedes saben que yo no soy joto, ¿verdad?

—Mialma, ¿vos, marico? Nooo vale, como vas a decir eso —dijo Venezuela mientras se inclinaba sobre la mesa y apoyaba los brazos en esta.

—Yo no soy gay —aseguró el mexicano.

—Nah, yo tampoco —dijo Argentina risueño.

México frunció el ceño.

—No soy gay. Creo que me gusta un morro, pero definitivamente no soy gay.

Argentina y Venezuela entrecerraron sus ojos con confusión.

—Pana, ¿vos te estaí' escuchando? —preguntó el venezolano—. Esa v***a no tiene sentido.

—Decís que no sos gay, pero que te gusta un pibe, o sea, ¿cómo le llamás a eso? —cuestionó el argentino.

—¿Pre-homosexualidad? —dijo Venezuela con un tono de duda y luego tomó de su cerveza.

—¡No soy gaaay!

—Eu, Méx, no te asustes, yo también tuve mi momento pre-homosexual —comenzó a decir Argentina cerrando los ojos relajado—. Un día estaba llorando por las Malvinas y al otro me gustaba Chile porque tiembla lindo —contó.

—¿Viste? Hasta yo tuve mi etapa pre-marico y... Pff, ya va, ¿acabaí' de decir que Chile tiembla lindo? —rio Venezuela en dirección al argentino.

—Sí, tiembla lindo —afirmó el chico con un sol mientras bebía de su botella.

—JAJAJAJA.

—Bueno, bueno —cambió el tema Argentina—; Venezuela y yo sabemos que tú eres muy enamoradizo con las mujeres, pero... ¿quién es el afortunado sujeto que enamoró al querido Estados Unidos Mexicanos?

El mexicano se quedó pensativo por un instante, ¿debía decirlo en voz alta?

—Epa, si tú y Chile están tirando y él comienza a temblar, ¿se siente como un vibrador? —preguntó el venezolano mirando al techo.

—POR DIOS, VENEZUELA, NO.